Calabozo del Androide 21

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Batman se oculta en una enorme capa oscura. Superman viste
calzoncillos rojos y cinturón amarillo. Linterna Verde porta antifaz y se
enfunda en un leotardo. John Constantine simplemente se refugia en una gabardina
impermeable.
Cabello descuidadamente despeinado, cigarro en boca, corbata
aflojada. La primera aparición de Constantine tomó lugar en las páginas de The Swamp Thing. Pronto obtendría su
propio título. Una creación más de Alan Moore, quien más adelante cedería los
derechos, John Constantine: Hellblazer
vería la luz. Punzantes plumas del escritor Jamie Delano, afilados y corrosivos
lápices de John Ridgway, engalanados por las delirantes y barrocas portadas del
padrino inglés Dave McKean.

La exquisita y mordaz prosa cargada de referencias políticas
y sociales de Delano,  rápidamente
estableció a John Constantine como el perfecto antihéroe. Un tipo duro
perseguido por sus propios fantasmas y demonios. Un brujo autodidacta con el
habito de ver morir a sus amigos todo el tiempo. Equipado de poderes ocultos
puede convocar demonios, gusta de la necromancia, la oclumancia, el control
mental (poniendo pensamientos en las mentes de la gente) y la brujería. Cuenta
también con facultades curativas y conoce de rituales de exorcismo. Puede sacar
el demonio escondido del cuerpo de cualquier anfitrión, podría costarle hasta
la última gota de su sangre, pero el maligno partirá despavorido.

El agua bendita es su fiel compañera, un fiero revolver elaborado
del material de un rígido crucifijo cargado de balas de plata lo acompañan.
Como uno de los pocos practicantes de lo oculto con un verdadero potencial, Constantine
comprende el verdadero precio que hay que pagar al cargar con poderes de esa magnitud.
Este factor garantiza su posición a la mitad de cada infernal desastre.

Algo que además de la detectivesca e inteligente trama hizo
de John Constantine: Hellblazer algo
muy serio, fueron sus carátulas. El capturar la ambivalencia de sus ojos, el hastiado carisma
de su rostro, la intangible sensación de los lugares a los que los humanos no
tienen permitido entrar, es el trabajo de un gran retratista. Sean Phillips,
Tim Bradstreet y Glen Fabry son algunos de los portadistas que de diferentes
maneras trascendieron, representando justo eso que hizo de John Constantine uno
de los más reacios y malencarados personajes de Vertigo.
La enérgica sensibilidad gráfica de Phillips, la
inhóspitamente exquisita composición de Bradstreet y los casi dolorosos e
intimistas retratos de Fabry. Todos ofrecen diferentes perspectivas del hombre
que hasta el mero triunvirato del infierno ama odiar.

A la fecha, Johnny Constantine se encuentra perdido por
viejas memorias y epifanías pasajeras dentro de las páginas de Hellblazer #268. 

Su desquiciada manera de fumar le provocó cáncer. Él es
aquel que camina por las sombras, aquel que con su arrogancia ajustará cuentas
con la locura. Él camina solo. ¿Por qué habrías de querer caminar a su lado?

Les dejamos una galería con unas cuantas portadas de Hellblazer.

 

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