Su trabajo por lo general es solitario,
y esa ausencia se refleja en sus imágenes, que, paradójicamente, están llenas
de vida: la presencia humana es latente, mas no visible; una fábrica abandonada
que germina, un jardín cuya barda es una colorida muralla de jabones rosas,
caminos amarillos en medio del bosque, vías de tren coronadas por globos y
espejos espaciales, son sólo algunos de los elementos del mundo surrealista que
Adela crea (no photoshopea) a través de la intervención, en un lenguaje
fotográfico estético e intrigante. Como en su tiempo lo hizo Man Ray,
experimenta con lo irreal y manipula las bondades del nitrato de plata y la luz
(siempre natural).
La fotografía mágica fue una tendencia bien
acogida en la década que pasó, cuando Adela definió su estilo; hoy ella es
referencia.
Ciudad de México, 1979
Vive en la Narvarte y da clases
en La Esmeralda.
¿Cómo eliges tus locaciones?
Busco lugares donde no exista
rasgo alguno de gente, a veces mi mayor enemigo es el aire que tumba mis
instalaciones.
Busca su obra en:
Galería Enrique
Guerrero.
¿Dónde puedes contactarla?
www.
adelagoldbard.com