8M 2024: Escritoras recomiendan escritoras

En un ejercicio de sororidad, justicia, realidad (insertemos la palabra amorosa que queramos), le pedimos a una escritora que nos recomendara el libro favorito de otra escritora. El resultado fue esta cadenita. Empezamos y cerramos el círculo con autoras…

En un ejercicio de sororidad, justicia, realidad (insertemos la palabra amorosa que queramos), le pedimos a una escritora que nos recomendara el libro favorito de otra escritora. El resultado fue esta cadenita.

Empezamos y cerramos el círculo con autoras cuyo nombre de pila es el mismo. Valeria Matos y su libro Nahui Ollin. La loca perfecta (Lumen, 2020), una novela donde la autora se arriesga a ficcionar sobre la vida de María del Carmen Mondragón, poeta y pintora chilanga (nació en Tacubaya) mejor conocida como Nahui Ollin.

Pone a la artista en tela de juicio y la presenta como un personaje contradictorio y complejo, lejos del mito y producto de su tiempo. El mote de “la loca perfecta” es una crítica a una sociedad que margina a las que, como Nahui Ollin, fueron en contra de lo establecido: fue una mujer inteligente, creativa, artista, expresiva, halagada por su belleza a la que erotizaron relegando sus otras cualidades.

“Esta es una historia de muchas, la de una de mis bellezas favoritas, la de la niña Carmen, la de Nahui, quien tenía, como cualquiera, posibilidades de vida que podrían equipararse a un abanico abierto”

Valeria Matos, en Nahui Ollin. La loca perfecta

Valeria Matos recomienda Caballo fantasma, de Karina Sosa, en Almadía

Ka, la protagonista, lo piensa, Karina Sosa lo escribe más o menos así: la muerte, la ausencia de la madre son pretextos literarios, “un recurso más para paliar mi angustia”. Quien lee tiene la elección de cabalgar en la memoria inconclusa de Ka con un fin, la búsqueda del inicio: cuál otro sino la imagen reconstruida de la madre, una ella cuya silueta única se liga a la de los caballos en espíritu, en forma libre. Vale la pena pronunciar aquella frase de Sosa: “¿Alguien que te habita brevemente, apenas un segundo, puede existir en ti eternamente?”.

IG: @Matosvaleria

“Nunca supe nada de mi madre. Supe apenas su nombre. Supe que nos separamos porque era lo mejor”.

Karina Sosa, en Caballo Fantasma

Karina Sosa recomienda Autofagia, de Alaíde Ventura Medina, en Literatura Random House

Alguien quiere desaparecer, menguar o borrar su rastro. 

Decide alimentarse del recuerdo. Es como un cuerpo rumiante. Excava en las esquinas más oscuras de su deseo. Descubre el vacío.

En Autofagia, novela de Alaíde Ventura, una mujer desea desvanecerse. Ana, la pareja de la narradora de esta historia, se fue. Y el recuerdo pesa, se desploma por encima del universo de la narradora. Ahora el cuerpo es la manera de llegar a la destrucción o al final del deseo. El cuerpo es el centro de esta novela. El cuerpo y el placer, el amor y lo que nos destruye. 

¿De qué nos alimentamos cuando odiamos y amamos la vida?¿ Será que el amor es también un alimento que entra en nuestra alma y nos permite equilibrarnos para enfrentar escenarios llenos de seres que desean devorar nuestra existencia? 

Alaíde Ventura narra una historia dolorosa sobre una mujer que espera el regreso de su motivo de existencia. Pienso en Esperando a Godot, de Samuel Beckett. Pienso en lo que se busca en el fondo de un estanque vacío. Pienso en el hambre y la sed. En el miedo de recorrer nuestras entrañas, después de separarnos de nuestras personas amadas y descubrir que hemos fagocitado, que hemos decorado trozos enteros de nuestro ser. Autofagia es una novela dolorosa y bella. Como una mañana en que descubrimos que irreparablemente hemos sido condenadas a la soledad. 

X: @lakarinas

“Hay mujeres que cuidan aquello que necesita ser cuidado, todas a cargo de todas, pájaras alimentando crías que no son suyas”.

Alaíde Ventura Medina, en Autofagia

Alaíde Ventura recomienda Una ballena es un país, de Isabel Zapata, en Almadía

En 2019, Isabel Zapata decía que su perra era un planeta tibio. Yo, que conocía a esa perra, pensaba que sí, que esa perra efectivamente era “pura materia oscura / un hoyo negro en Ciudad Universitaria / una pelusa gigante / un pedazo de obsidiana enjabonado en el patio / tinta derramada en el suelo / humo que corre detrás de esos árboles”.

Pero Isabel decía otras cosas sobre otros animales, cosas que nunca me habría imaginado y a las que he vuelto a lo largo de estos años: que las ballenas son como nosotros, que cada familia habla su propio lenguaje y que también lloran cuando secuestran a sus hijos; y que las ballenas no son como nosotros, pues no cantan para lastimar y, aunque son polígamas, no saben mentir.

Con vocación curiosa de naturalista, Isabel delineó un catálogo de animales pequeños y grandes, presentes, ausentes e imaginarios, en la medida en que imaginario puede ser todo aquello que no hemos tocado con las manos. Isabel habló sobre los lebrílopes, que existen aunque no haya vivido ninguno, sobre Laika, la perrita obligada a ser cosmonauta, y sobre los rinocerontes que dibujó Durero (o, mejor, los que inventó). Y sobre otras muchas otras maravillas (topos, caballos, pulpos, cerdos) que me limito a enlistar sin más adorno porque éste es uno de esos libros que viven solos, libros como animales libres a los que un elogio les estorbaría.

He visto que a muchas personas les cuesta acomodar Una ballena es un país en un género literario; así, el libro queda suspendido en el oleaje que va de una orilla, “prosa audaz”, a la otra, “ensayo en verso”. (Al respecto, me pregunto cuánto de poesía respira, acechante, al fondo de la quimérica objetividad del enciclopedista, si cualquier observación atenta involucra ya el abandono y la sorpresa). A mí me gusta pensarlo como un bastidor de taxidermia (las palabras, sus alfileres) o como el Wunderkammern animalia que una joven poeta guardaba en su bolsillo.

Sin correas para domesticarlo, Una ballena palpita —hoy con más apremio por la aceleración de la emergencia climática— como un inventario antes de la desaparición, acaso el testimonio que sobreviva a la extinción de todo, tanto de los animales como de los humanos que anhelaron su control; un poemario que resuene en vibración fantasma cuando ya no haya más ballenas ni más países.

X: @amiguiz

“La forma del pulpo es perder su forma. Eso sabemos. Puede levantar su manto por detrás de la cabeza: ser Nosferatu. Inventarse unos cuernos de carne por encima de los ojos: ser elegante”.

Isabel Zapata, en Una ballena es un país

Isabel Zapata recomienda Plagie copie manipule robe reescriba este libro, de Valeria Mata, en Impronta Casa Editora

Este libro de la antropóloga Valeria Mata toca de manera muy brillante el espinoso tema de la propiedad intelectual para poner bajo la lupa conceptos como la originalidad, la autoría y la colaboración. En una edición hermosa de Impronta, tiene una licencia de libre descarga sin fines de lucro. 

Este libro está gratis en internet, se puede descargar aquí.

X: @bestiecilla

 “Todo proceso de aprendizaje se lleva a cabo copiando, imitando técnicas, estableciendo relaciones con varios autores, autoras y modelos. Aquello que llamamos ‘creación’ —a veces con un tinte casi religioso no es un suceso repentino e insólito, sino un proceso dilatado que requiere un diálogo profundo con aquello que ya ha existido antes”.

Valeria Mata, Plagie copie manipule robe reescriba este libro

Valeria Mata recomienda Inundación, de Eugenia Almeida, en Documenta/AE

Es un libro luminoso que atraviesa géneros, abre ventanas y ofrece imágenes que ayudan a pensar en el lenguaje desde una mirada insólita y atenta. La escritura como aire, agua, bruma; como un “estar a la intemperie”. Este texto me ha acompañado desde hace tres años y cada vez que lo abro me dice cosas distintas. Además, forma parte de una de mis colecciones favoritas: Escribir, de Ediciones Documenta.

IG: @vaaleriamata

“Amar como un rezo, como una oración, como un enigma. Más que eso. Abandonarse al amor. Dejarlo que nos atraviese[… ] El amor y la escritura quizás sean lo mismo”.

Eugenia Almeida, en Inundación



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