¿Quién es?
Es un doctor estadounidense y profesor emérito en anatomía y biología celular en la Universidad de Michigan, al que un buen día se le ocurrió que su trabajo en la sala de cirugía, disección de cuerpos humanos, podría ser no sólo del interés general, sino deber de cada uno el saber cómo somos por dentro y que esto podrían exponerse como verdadera obra de arte.
¿Por qué es polémico?
Su trabajo supone una transgresión religiosa y moral por el uso que hace con cadáveres de hombres, mujeres y bebés y porque para la sensibilidad de muchos es necesario tener estómagó para ver los cortes internos del cuerpo: músculos, vertebras, tendones, enfermedades como cáncer y embolias en las capas de la piel, de momias que poco tienen que ver con las de Guanajuato, pues estas lucían en su esplendor de actividad, se las podía ver corriendo, tocando el violín y hasta jugando fútbol.
¿Cuál ha sido su obra más polémica?
En general la exposición El Cuerpo Humano, que tuvimos la oportunidad de ver en México en el 2006, los cadáveres eran preservados con un silicón que sustituía líquidos y grasas humanas. Suena mórbido pero en realidad esta maravillosa exposición (sin sangre de por medio, ni motivos para el asco) es un tributo a la naturaleza humana.