Este 24 de junio se conmemora el 31 aniversario luctuoso del pintor mexicano Rufino Tamayo. El talento complejo, vanguardista y atemporal del artista oaxaqueño continúa siendo celebrado por el trabajo que desarrolló y revolucionó el arte mexicano del siglo XX.
Rufino Tamayo, además de ser un excelente artista, fue un hombre compartido, humano y siempre interesado en retratar realidades a su manera. Es por eso que hoy honramos su memoria con estos 10 datos que seguro no conocías de su arte, historia y hasta vida amorosa.
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1.- Mezcló la cultura mexicana con las vanguardias europeas
La inspiración de muchas de sus obras viene de nuestras raíces prehispánicas y de su propia interpretación de la cultura mexicana. Sin embargo, su arte siempre fue una mezcla casi universal.
Reconociéndose como ‘mexicano internacional’, el artista logró integrar las vanguardias europeas a su arte, creando un concepto único que se volvió el sello personal de Tamayo.
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2.- ¡Cambió su nombre!
Cuando tenía alrededor de 4-5 años, su padre abandonó a su familia, hecho que dejó una marcada huella en él. En 1907, su madre, con quien tenía una fuerte relación, también falleció. Fue entonces entonces cuando el pintor tomó la decisión de decir públicamente que era huérfano y que su padre también había muerto, pues no quería saber más de él. Además, decidió adoptar el apellido de su madre. Así, pasó de llamarse Rufino Arellanes a ‘Rufino Tamayo’.
3.- Su inspiración: La Merced
Poco tiempo después de la muerte de su madre, Rufino Tamayo y sus tíos maternos llegaron desde su natal Oaxaca a tierra chilanga. Una vez instalados en la capital pusieron un negocio de fruta en La Merced. Los colores vivos y frutales de este lugar le causaron gran fascinación y sirvieron de inspiración para su obra.
La sandía en particular fue algo que Tamayo disfrutó capturar en sus pinturas, relacionándolas con una sonrisa. Finalmente, esta fruta se convirtió en todo un emblema de su trabajo.
4.- José Vasconcelos le consiguió uno de sus primeros trabajos
Tras abandonar sus estudios en la Academia de San Carlos, Rufino Tamayo conoció a José Vasconcelos, quien le consiguió un empleo como dibujante en el Museo de Historia y Arqueología.
Fue este acercamiento con el arte y la cultura prehispánica lo que lo llenó de elementos para la creación de su propio estilo de pintura.
5.- Vivió como un hombre enamorado
Tras regresar de un viaje a Nueva York, Tamayo comenzó a dar clases de pintura en la Academia de San Carlos’. Allí conoció a su primer gran amor, María Izquierdo, a quien retrató en dos desnudos de la primera etapa de su obra.
Tiempo después, mientras el artista se encontraba sobre unos andamios pintando el mural El canto y la música para el Conservatorio Nacional de Música, conoció a quien sería el amor de su vida, la pianista Olga Flores. Tristemente para María, eso marcó el fin de su relación con el pintor.
Cuentan por ahí que la relación comenzó de forma muy directa, ya que Olga se acercó a Tamayo para comentarle que su pintura no le gustaba. El resto es historia, ya que desde ese primer encuentro comenzaron a frecuentarse y después de cinco meses de conocerse decidieron armar el bodorrio.
Siempre fueron grandes cómplices, por lo que, tras tener éxito individual como pianista, Olga decidió dedicarse a promover y apoyar la carrera de su esposo, convirtiéndose prácticamente en su mánager.
6.- Se reconocía como ‘indio mexicano’
En el extranjero, el arte de Rufino Tamayo llamaba mucho la atención, sobre todo por los aspectos del arte prehispánico que recuperó. Fura del país, sus obras se consideraban ‘exóticas’. Por esto mismo, él se autodenominaba con mucho orgullo ‘indio mexicano’, pues afirmaba que por sus venas corría sangre indígena.
7.- Realmente no pintaba con colores vivos
Cuando pensamos en la obra de Rufino Tamayo, generalmente lo asociamos con colores estridentes; sin embargo, muchas de sus piezas están más inclinadas hacia los tonos oscuros con los que representaba la cultura ‘abandonada’ de México.
8.- Tenía diferencias con sus artistas contemporáneos
Su particular estilo hizo frente a la llamada ‘Escuela Mexicana de Pintura’ y a los tres grandes muralistas del momento, Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.
Quizá la razón por la que Tamayo no fue tan reconocido en su momento como estos tres artistas obedece a que evitó hacer arte de mensaje social, ya que lo consideraba ‘propaganda’.
Además, los muralistas de esa época formaban parte de ‘La Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios’, quienes manifestaron su fuerte oposición a la pintura de caballete. Por lo consideraban a Rufino Tamayo como un ‘burgués’.
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9.- ¡No creó uno, sino dos museos!
Tanto Rufino Tamayo como su esposa tenían una enorme inquietud por compartir con los jóvenes el arte internacional contemporáneo. Así nació el Museo Tamayo en 1981.
Asimismo, el pintor donó a este espacio cultural las obras universales que él había coleccionado a lo largo de su vida, regalándole un enorme patrimonio artístico a la capital chilanga.
Por otro lado, en Oaxaca donó su colección de arte prehispánico para la creación del Museo de Arte Prehispánico de México, uno de los pocos lugares del país dedicado a la expresión artística de esa época.
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10.- Sus cenizas permanecen en el Museo Tamayo
El 24 de junio de 1991, Rufino Tamayo falleció a causa de un infarto agudo. Su esposa, Olga, inmediatamente solicitó que las cenizas de su esposo permanecieran en el Museo Tamayo. Actualmente allí se encuentran guardadas también las cenizas de la propia Olga.
Rufino Tamayo marcó una nueva ruta para el arte mexicano y su impacto en la pintura nacional continúa latente. La herencia cultural y artística que le dejó no solo a la capital, sino a todo el país, es invaluable. Es por eso que hoy recordamos la vida y obra de este gran artista.