Si el ciclismo implica retos mentales y físicos, el de ultra distancia lleva cuerpo y mente a límites impensables. Más de 600 kilómetros, recorridos continuos en los que apenas hay tiempo para tomar un poco de agua, los alimentos son líquidos y dormir solo unas horas en varios días son parte de la ecuación.
“Yo creo que nací con algún cable cruzado que me permite estar tanto tiempo en la bici sin desesperarme”, comparte Andrés Rodríguez.
Carreras salvajes
A este ultraciclista una de esas carreras salvajes ya le ha hecho pasar a la historia como el único mexicano en completar la Race Across America, uno de los recorridos más exigentes que atraviesa 12 estados de la Unión Americana.
“Soy el primero en haber calificado, el primero en haberlo hecho y terminado”. Fue en 2017 cuando se aventuró en aquel extenuante recorrido en el que apenas durmió unas 20 horas en 11 días.
Filosofía de resistencia
Se trata, de algo más que triunfos y medallas: rodar ultradistancias es una filosofía de resistencia, de llevar mente y cuerpo a límites insospechados.
“Con el ultraciclismo se puede encontrar eso”. Y un poco más. La disciplina le ha llevado a dominar el cuerpo con entrenamientos que implican recorrer algunos kilómetros a medianoche, dormir un par de horas y regresar a pedalear. “Hacer ultraciclismo fue ver hacia dónde llega mi cuerpo, cuál es el punto de quiebre”.
Lo ha experimentado y hasta ha contemplado tirar la toalla. “En cada carrera siempre digo que ya no lo volveré a hacer (…) Hay algo adictivo, por algo siempre regresas a hacer esas cosas por más mal que la pases”.
Otro motivo para no frenar es la dinámica de esta disciplina, que privilegia la edad. “Los mejores ultraciclistas son de 40 para arriba”, explica. Razón de más para que siga pedaleando. Con 38 años, la carrera de Andrés apenas empieza.
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