Violencia feminicida, la pandemia de la que no hablamos

Pamela Lalama Quinteros, colaboradora de Comunicación en la CIGU, Coordinación para la Igualdad de Género UNAM El 8 de marzo (8M) es una fecha para recordar y resignificar las luchas de las mujeres, como el acceso al voto, a…

Pamela Lalama Quinteros, colaboradora de Comunicación en la CIGU, Coordinación para la Igualdad de Género UNAM

El 8 de marzo (8M) es una fecha para recordar y resignificar las luchas de las mujeres, como el acceso al voto, a la educación, a la representación política, a un trabajo digno, por mencionar unas cuantas; derechos que no han estado en discusión para el género opuesto. 

Sin embargo, en el 8M no podemos dejar de pensar y evocar a aquellas mujeres que hoy no están con nosotras, porque un día salieron de casa, pero ya no volvieron con sus familias; fueron a estudiar y no regresaron para graduarse; se acostaron soñando en un mañana en el que no pudieron despertar; salieron con su pareja y “se perdieron” en un terreno baldío o en una cisterna. 

Marzo llega y lleva más feminicidios que días. Según el Observatorio Nacional de Feminicidios Registrados en Medios de Comunicación de ONEA, tan solo en enero de 2024 se registraron 75. El mismo Observatorio anotó, en 2023, más de 800 feminicidios en todo el año. Cifras del Observatorio Nacional del Feminicidio afirman que más de 3,000 mujeres, jóvenes y niñas son asesinadas al año en México. Datos oficiales hablan de 11 feminicidios al día, y cientos de estos asesinatos no llegan a convertirse en expedientes. 

En octubre de 2023, el relator especial sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias de Naciones Unidas, Morris Tidball-Binz, afirmó ante la Asamblea General que “El feminicidio es una tragedia mundial de proporciones pandémicas”, pues cada año, decenas de miles de niñas, mujeres, incluidas las mujeres trans, son asesinadas en todo el mundo por razones de género. En América Latina y el Caribe, en 2022, según registros administrativos, 4,050 mujeres de 26 países de la región fueron víctimas de violencia feminicida (CEPAL, 2023). 

Mujeres y colectivos feministas se unieron a la marcha para exigir la igualdad de sus derechos y un alto a los feminicidios en la CDMX. Foto: Cuartoscuro
Mujeres y colectivos feministas se unieron a la marcha para exigir la igualdad de sus derechos y un alto a los feminicidios en la CDMX. Foto: Cuartoscuro

Somos una generación que ya atravesó una pandemia por el COVID-19, sabemos lo que significa que nuestra libertad esté coartada y que nuestra vida esté amenazada frente a un enemigo que nos impedía, entre tantas cosas, la interacción social, la libre movilidad, el habitar el espacio público. El covid nos quitó la tranquilidad e instauró el temor de que si le tendíamos la mano a alguien, podríamos terminar en una tumba. La violencia feminicida es otra pandemia, más silenciosa, más atroz, y aun así no la miramos y hablamos de ella con la rigurosidad necesaria. Es una pandemia que amenaza a mujeres, jóvenes y niñas; es a quienes ataca.

Muchas personas se recuperaron del covid, otras viven con las secuelas que dejó; sin embargo, como sociedad no nos hemos recuperado de la violencia feminicida, que incluso antecede al covid. Para Christelle Taraud, autora de La historia mundial del feminicidio, los asesinatos por razones de género son también una pandemia y es una de las primeras violencias que ocurrió en la humanidad y que ha durado desde la prehistoria hasta nuestros días.

Una protesta feminista en la CDMX. Foto: Cuartoscuro

¿Qué podemos hacer frente a la violencia feminicida?

Taraud señala que el feminicidio es un crimen, colectivo, de masas y del Estado con tendencia genodiciaria por lo que debemos tomar conciencia individual y colectiva, para luchar contra el sistema patriarcal y alcanzar una humanidad en común. 

Otro de los caminos es la sensibilización del fenómeno, en la cual el rol de los medios de comunicación es vital para evitar los sesgos de género en los titulares o la revictimización y exposición de las mujeres afectadas en los contenidos mediáticos.

Recuperar la memoria de quienes ya no están para reparar y redignificar ha sido la lucha incesante de las colectivas, de las madres buscadoras, de mujeres que marchan, que cantan, que nos recuerdan que todas somos Claudia, Esther, Teresa, Ingrid, Fabiola, Valeria, Debahni, la madre que llora por sus muertas, la hermana que escribe sobre el verano invencible de Liliana, las morras de Sonora o que marchan en Reforma, porque todas, unidas, no queremos una asesinada más, por que todas #NosQueremosVivas.

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