La violencia infantil tiene muchas capas. Pienso con rabia y con dolor en las niñas que han sido violentadas y son incapaces de defenderse porque son nenas chiquitas. No deberían estar en esa situación.
“La violencia extrema que padece nuestra niñez es visible, aunque cerremos los ojos. Esta no sucede de un momento a otro, es un proceso: la mayoría tienen historias desgarradoras de violencia sistemática desde su nacimiento”, escribe Frida Guerrera.
La UNICEF dice que “los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a una vida sin violencia, explotación o abuso de cualquier tipo”, pero la realidad nos plantea otro escenario, uno muy doloroso: una crisis mundial de violencia, migración forzada, explotación laboral y abuso sexual.
Mientras escribo esto confirmo con dolor que el infanticidio es una realidad: “Durante 2019, ciento cincuenta niñas menores de 17 años fueron asesinadas, la mayoría en casa por sus padres, padrastros, vecinos o primos”. Tenemos que actuar hasta que nadie se atreva a violentar a ningune niñe.
Pienso en la niña Fátima; en Brenda, de 4 añitos; en Melissa, de 14, y en tantas niñas que no volvieron a sus casas; pienso en sus desconsoladas familias. En Alan, de 12 años, asesinado por defender a su madre, víctima de feminicidio. Pienso en Juan Pablo, joven otomí de 14 años que fue rociado con alcohol y quemado dentro de un salón de clases en Querétaro. Y ni hablar de la pederastia ejercida por sacerdotes, con miles de víctimas en el absoluto secretismo.
Leo que México es el segundo lugar mundial en turismo sexual infantil. Veinte mil niños y niñas han sido víctimas de la prostitución con turistas. Las principales ciudades: Tijuana, Cancún y Acapulco. Los responsables detrás de la prostitución infantil son extranjeros, pero en algunos casos son los familiares quienes venden las caricias de sus hijes al mejor postor. El hotel con niñe incluide cuesta entre 200 y 2 mil dólares. Esto debe parar, tenemos que hacer algo para detenerlo, es inhumano. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué abandonamos así a nuestras infancias?
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Nuestra obligación es protegerlxs de la violencia infantil
Les niñes están expuestes y desprotegides. Son vulnerables y nuestra obligación es protegerlxs. ¿Es posible cambiar las cosas? Quiero pensar que sí: son justamente les niñes y jóvenes quienes pueden lograrlo y nos toca estar cerca, acompañarlxs, darles confianza y brindarles las herramientas para que cesen las violaciones a sus derechos humanos.
Iniciemos en casa: erradiquemos la violencia verbal, los gritos, las expresiones que disfrazamos de cariño pero que lastiman y las etiquetas que desde el amor cuestionan y estigmatizan: gordito, chaparra, negrita… Pongamos atención, dialoguemos en lugar de chantajear emocionalmente. NO GOLPES ni nalgadas, y ojo: anular las emociones de nuestres hijes e ignorarles también es violencia.
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