Es triste pero cierto, según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) las y los chilangos diariamente tiramos a la basura cerca de 13 mil toneladas de comida mientras que casi el 15% de la población que habita en esta bella y monstruosa urbe presenta alguna carencia alimentaria.
Es importante comprender que el desperdicio de alimentos no solo se refiere al alimento que termina en la basura, sino que contempla todos los recursos que se utilizaron para la producción —el agua, la tierra, la energía, la mano de obra y el capital—, entonces la cifra es todavía más escandalosa. Este despilfarro genera emisiones de gases de efecto invernadero que contaminan todavía más el aire que respiramos. Todo suena terrible, pero ¿hay remedio?
¡Claro!, el cambio no será una cosa sencilla y mucho menos se hará en solitario. Este cambio de paradigma de desperdicio alimentario depende de dos grandes acciones: olvidarse de lo perfecto y hacerse cargo de lo evidente.
Llevo 13 años dando clases de cocina a personas de todos los niveles de conocimiento culinario y preguntan siempre: cómo puedo aprovechar mejor mis ingredientes, gastar menos dinero y cocinar mejor.
Te comparto los puntos que considero importantes para mejorar tu relación con los ingredientes y así evitar su desperdicio:
Hazte cargo de las frutas y verduras que no se ven perfectas —estéticamente hablando— pues hay una mayor probabilidad que terminen en la basura. Las frutas hermosas y las no tanto, son igual de nutritivas.
Compra productos que estén en temporada, son más baratos y generalmente son producidos a nivel local o regional y no requieren de una importación para satisfacer la demanda fuera su tiempo de cultivo.
Prepara una lista de cuánto, cuándo y qué vas a cocinar, esto te ayudará a tener una guía.
Revisa tus hábitos. Si siempre se te echa a perder el apio, la lechuga o la piña, probablemente no sea algo que disfrutes mucho comer y puede ser que los compres porque aprendiste que siempre había que tener eso en el refrigerador. Prepara una lista de las cosas que disfrutas y las que no.
Congela, congela, congela. La congelación es uno de los métodos de conservación más nobles y eficientes que existen. Casi todo puede congelarse, así que congela restos de comidas, verduras o frutas que ya maduraron y no usarás pronto o las proteínas animales que compraste en gran volumen, pero usarás más adelante.
Utiliza las cáscaras comestibles, semillas, tallos y hojas de tus alimentos. Prepara un chimichurri con los tallos del perejil, un tepache con la cáscara de la piña y unas naranjas cristalizadas con su cáscara. Casi todos los ingredientes tienen más de un uso, experimenta.
Te propongo empezar por un cambio a la vez, para que la transición y el apego a estas nuevas conductas sean consistentes. Con un solo ingrediente que salves de ser desperdiciado al día, ya hiciste un cambio y gracias a ti, el planeta y esta ciudad tienen futuro.
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Sobre la columnista Mariana Orozco…
La chef Mariana Orozco da clases de cocina desde hace más de 12 años. Su pasión por la cocina, que nace desde su familia, la llevó a dejar la carrera de medicina y optar por estudiar gastronomía en la Universidad Anáhuac del Sur. Su amor por la cocina la ha llevado a grabar Gastronomicast junto a Antonio Sampere y a colaborar en distintos medios. Actualmente es vocera de varias causas y estilista de alimentos para marcas. Es autora del libro Cocina mucho, desperdicia poco y ahorra más, ganador del premio Gourmand World Cook Book Awards en la categoría Mejor libro de comida y cero desperdicio.