Por lo menos una vez a la semana alguien me pregunta: “¿Qué puedo hacer para que mis hijxs coman verduras?”, “¿qué recetas son ideales para las infancias?”, “¿cómo lograr que las comidas no sean una pelea?”, “a mi hijx, no le gusta comer nada, ¿qué me recomiendas?”.
Y yo siempre tengo las mismas respuestas: ¿Tú comes verduras?, ¿disfrutas comer?, ¿te han visto cocinar?, ¿eres aventurerx con los sabores?, ¿castigas y premias con comida?
Las respuestas anteriores indican dónde empieza el problema. México es el país con mayor índice de obesidad infantil en el mundo, uno de cada 20 niñxs, aclara UNICEF, viven con ella. Ya en 2015 la Encuesta Nacional de Niños, Niñas y Mujeres, nos decía que el 48% de lxs menores de dos años había consumido bebidas azucaradas en el día anterior a la encuesta. Dudo que casi 10 años después las cosas hayan cambiado.
Nuestra relación con la comida inicia desde casa y allí se gestan todos los problemas que tendremos a futuro. Pasa cuando hay castigos si no le gusta la comida, cuando no se le deja parar de la mesa y se le obliga a terminar, cuando se premia con dulce. Todas son actitudes terribles para esta relación infantil con la comida.
“Cuando crezcas comerás lo que quieras”, es lo que se dice a las infancias que comparan su plato repleto de verduras ―generalmente mal cocinadas y poco apetecibles― con el de adultxs, donde hay comida frita, cero verduras y cosas más antojables. Es allí cuando esas criaturas en formación aprenden que hay que sobrevivir la infancia comiendo cosas horribles para poder llegar a la adultez y comer lo que se desea.
Las y los cocineros les fallamos a lxs menores al elaborar un “menú infantil”, el cual les llena de frituras y salsas pesadas en tamaño miniatura, que no les acerca ni a una comida completa y no respeta ni su intelecto ni su paladar, pues les da lo mismo siempre en todos lados; y sí, las verduras solo están en la salsa de las pizzas o la cátsup.
¿Será por eso que pasamos la vida buscando alimentos milagro que cumplan con todo lo que nos dijeron de pequeñxs que sería crecer? Creímos que le encontraríamos el gusto a comer lo que se nos antojara, pero ya vimos que no todo nos gusta y no todo nos hace bien. Parte de madurar es entender que la comida es un fin y no un medio, y sobre todo que la comida no es un premio ni un castigo. En un país con 7.9 millones de personas que hacen una comida cada tercer día, la comida es un privilegio.