✊💜 Nuestras reflexiones tras el paro nacional

Un oleaje feminista sacudió a la Ciudad de México. Miles de mujeres protestamos al unísono contra las violencias de género. “Y la culpa no era mía…”, “calladita no me veo más bonita”, “ni una más, ni una más, ni…

Un oleaje feminista sacudió a la Ciudad de México. Miles de mujeres protestamos al unísono contra las violencias de género. “Y la culpa no era mía…”, “calladita no me veo más bonita”, “ni una más, ni una más, ni una asesinada más”, “América Latina será toda feminista”. Al estruendo de estos gritos, cánticos y tambores siguió el silencio, una ausencia que paradójicamente nos visibilizó. Hace unos días compartimos con ustedes, nuestros lectorxs, que nos uniríamos al paro, ahora queremos compartir nuestras reflexiones tras el paro nacional.

Lo que nuestra ausencia dejó. El Metro registró una disminución del 40% de afluencia de usuarios. De acuerdo con un análisis de BBVA, el impacto económico de #UnDíaSinNosotras podría alcanzar los 34 mil 571 millones de pesos. Varias sucursales bancarias tuvieron que cerrar debido al paro: Citibanamex solo tuvo personal suficiente para abrir el 30% de sus sucursales, mientras que BBVA solo pudo operar el 40% de sus oficinas.

¿También te uniste al paro nacional? Queremos escucharte. Puedes escribir unas líneas a [email protected].

Una ola feminista sacudió a CDMX: ‘¡se va a caer!’

Irasema Pineda, editora general de Chilango. com

reflexiones tras el paro nacional
Foto: Lulú Urdapilleta

Dediqué el día a repensar muchas cosas, pero destaco dos: ya para la noche vi algunas películas (coincidentemente de mi adolescencia) y me sorprendió poder analizarlas ahora con otros ojos, más consciente y capaz de detectar machismos normalizados que en una época me hicieron reír o que veía como algo sin importancia.

La segunda fue sobre nuestro trabajo en Chilango. Cuando lanzamos «#NoMeDigasGuapa», en mayo de 2017,  no teníamos la audiencia y el alcance que tenemos hoy. Ahora –que llegamos a mucha más gente– hemos tenido que repensar cómo responder a los mensajes de odio cuando hablamos sobre feminismo o género. Bloqueamos a usuarios que hacen comentarios misóginos y no lo vamos a dejar de hacer, no por censura, sino porque no queremos darles eco. Por supuesto, tratamos de hacer todo con perspectiva de género, ¿pero ha sido suficiente?, ¿lo estamos haciendo bien? Sin duda, no es suficiente y queremos (debemos) hacerlo mejor, cada día trabajamos en establecer la ruta para concretarlo.

#Feministlán: Un día sin nosotras, los porqués de este paro nacional #9M

Karen Andrade, coeditora de Noticias

reflexiones tras el paro nacional
Foto: Ilse Huesca

Desperté con una sensación de inquietud, preguntándome “¿qué debía hacer en este día de paro?” Le di un repaso a las fotos y videos de la marcha que enviaron mis compañeras y sentí mucha tristeza, pero también esperanza por las niñas que sé que vivirán en un país más justo, sin miedo de salir a la calle solas, a ser acosadas o violentadas.

Cuando mi hija despertó, de inmediato se acordó que este día estaría dedicado para nosotras, que nos quedaríamos en casa porque todas las mujeres haríamos un equipo para demostrar lo importantes que somos.

Jugamos, reímos, nos disfrazamos, comimos juntas como pocas veces. Cuando terminó el día, le di las gracias por acompañarme este día, me dio un abrazo y me dijo “te amo, mami”.

Las mujeres en Chilango nos unimos al paro del #9M

Cristián Winters

relfexiones tras el paro nacional
Foto: Sol Arvizu

El lunes no me despertó la alarma, sino los pájaros. Al agotamiento de marchar un día antes se sumó a la curiosidad de saber cómo sería ciudad sin nosotras. Desde mi balcón vi un Polanco irreconocible: pasivo y sin tráfico, prácticamente solo hombres en las calles. Pese a la convocatoria de no consultar sitios en internet ni redes sociales como parte del paro, consulté algunos medios digitales. Encontré fotos de vagones vacíos, las taquillas cerradas y los hombres beneficiándose de ello. Sentí coraje. Imaginé a los hombres en sus oficinas comiendo pizza y diciendo albures en nuestra ausencia. Me permití consultar redes sociales sin dar likes y me sorprendí al ver mi timeline de Twitter repleto de opiniones de hombres. Las escasas mujeres que opinaban lo hacían desde una postura feminista: el porqué decidieron no parar. Leí un artículo de un amigo en el que confesaba su machismo de antaño y su texto me dio esperanza en que algunos nombres sí estaban usando el día para reflexionar. Mi uso de WhatsApp se limitó a hablar con amigas. Todas estábamos igual: encerradas, curiosas, emocionadas, reflexivas.

#YoSíTeCreo: ponen tendederos con denuncias en marcha del 8M

Karla Almaraz, reportera de Noticias

reflexiones tras el paro nacional
Foto: Lulú Urdapilleta

Gran parte del día estuve en casa pensando sobre la marcha y la violencia de género. Me di cuenta de que aveces pienso que esa violencia nunca me va a pasar, pero no es así. Pensé en mí, en mi mamá, en mis amigas y en todas las mujeres que me rodean. Me dio pánico el solo imaginar no volver a vernos. 

Luego salí a recorrer las calles. En la zona centro de la CDMX se notó más la ausencia de mujeres que en la periferia. En Cuajimalpa, donde vivo, la afluencia de gente era apenas menor que la habitual, pero eso sí, había muchas con prendas o moños morados. En el centro comercial Santa Fe se notaban menos personas, más silencio y algunos locales cerrados con carteles alusivos al paro.

Al final volví a casa y revisé Twitter. Me encontré con muchos comentarios hostiles respecto al paro. “No había tráfico y llegué temprano a mi trabajo, háganlo más seguido”, “yo sí fui a trabajar, las del paro son unas huevonas”. Y me di cuenta que seguimos viendo todo desde un lente externo, pensando que la violencia de género no va a alcanzar a alguien de nuestra familia, o a nosotras mismas. 

Abigail Camarillo, reportera de Entretenimiento

reflexiones tras el paro nacional
Foto: Ilse Huesca

Cuando surgió la convocatoria del paro nacional, no estaba segura de que marcara una enorme diferencia. Sin embargo, después de la marcha del 8 de marzo me queda claro que cada acción cuenta, no importa qué tan grande o pequeña sea.

El lunes fue muy especial, sobre todo porque me di tiempo de escribir y de reflexionar todo lo que viví durante la marcha, pues fueron muchas emociones para digerir. Pero no solo era importante pensar en ello, sino también en el objetivo de este paro. Hasta hoy he sido de las afortunadas que han regresado a casa y que pueden ver de nuevo a su familia, novio y amigos. Pero mañana podría no ser así. Espero que nuestra ausencia haya evidenciado la urgencia de hacer un cambio.

Michelle Galeana, reportera de Entretenimiento

reflexiones tras el paro nacional
Foto: Sol Arvizu

Cedí a mis impulsos y entré a Twitter para ver qué era lo que estaba pasando, si había novedades del paro o si estaba pasando completamente desapercibido. Encontré de todo, desde chicas que fingían su desaparición -algo que me pareció de muy mal gusto-, hombres reflexionando acerca de la ciudad vacía y los trolls que pedían un par de mujeres cada semana. El paro me dejó un sabor agridulce: por un lado me di cuenta del poder de convocatoria de las mujeres pero también de que ya no debemos “desaparecer” ni acallar nuestras voces, no les podemos dar ese privilegio a quienes aún creen que la violencia de género no existe. Ya estuvo bueno de permanecer calladas. Esta es otra de nuestras reflexiones tras el paro nacional.

Sthefany Mandujano

reflexiones tras el paro nacional
Foto: Margot Castañeda

En la mañana salí al mercado a constatar que los locales que anunciaron su cierre así estuvieran. Con un cartel pegado en la cortina con la consigna “ni una más”, dos establecimientos de productos de belleza no abrieron. Camino a casa de mi madre, en Aragón, pasé por el metro Tacuba donde impera el comercio informal; ahí, donde las mujeres dependen de su salario del día, es impensable parar las actividades económicas. Eso nos lleva a reflexionar acerca de la desigualdad y desventajas laborales que enfrentan las mujeres, la brecha salarial que históricamente ha puesto a las mujeres en desventaja ante sus empleadores y parejas.

Diana Delgado, reportera Chilango impreso

reflexiones tras el paro nacional
Foto: Lulú Urdapilleta

Una de las reflexiones tras el paro nacional es que a pesar de estar conscientes del paro y haber tenido la posibilidad de ausentarnos de los espacios de trabajo, queda claro que en el hogar y las tareas de cuidado siguen a cargo de las mujeres y eso nos deja otra responsabilidad, sobre todo, a las más jóvenes. 

Si bien el activismo en la esfera pública ha ganado terreno y prueba de ello fue la marcha multitudinaria del 8M, siguen faltando conquistas en los ámbitos privados e íntimos. 

Hacer que las madres de familia, las abuelas, las mujeres que se dedican al hogar cada vez asuman mejor las luchas feministas, que conozcan los derechos que por años les han sido negados y que sepan que pueden ser parte de los movimientos. No olvidemos esos microuniversos que son parte fundamental de nuestra sociedad.

Ilse Huesca, fotógrafa y coeditora de Redes sociales

Reflexiones tras el paro nacional
Foto: Ilse Huesca

La violencia e inequidad de género nos atraviesa a todas sin importar clase social, raza y edad. Dentro de casa y en las calles.

Pensé en mi hermana, una mujer que aún dentro de su propio privilegio no pudo parar. Trabaja sin horarios, muchas veces sin descanso. La desobediencia civil que convocó este 9 de marzo no la pudo alcanzar porque muchas otras personas más dependen de ella.

No sé si haya sido algo grande o pequeño; simbólico, mucho; histórico, el tiempo se encargará de hacérnoslo saber. Este paro me hizo experimentar la desconexión del mundo pero a su vez la fuerza tan grande que conlleva la unión de muchas personas por una misma causa, repleta de dignidad, hartazgo y por supuesto amor.

Voy a parar, marchar, documentar y gritar todo el tiempo que sea necesario hasta que este mundo nos valore, nos respete y nos deje de matar, violar, abusar. Este paro me motivó a seguir.

Margot Castañeda, editora de Gastronomía

reflexiones tras el paro nacional
Foto: Sol Arvizu

Parar el 9M me dejó muy claro que mientras más mujeres independientes y autónomas existamos, el patriarcado se verá desafiado e incluso quebrantado. No solo por lo económico sino por lo emocional. Me di cuenta de lo mucho que me ha costado no necesitar de ningún hombre, no solo para comer y pagar la renta (porque las mujeres ganamos, en promedio, 11 por ciento menos que los hombres), sino para sentirme completa conmigo misma en mi casa, en mi territorio, con mis reglas (porque se creía que mujer que no necesita de un hombre está “condenada a la soledad”). Vencer la idea del proveedor único (el esposo, el padre o el hermano) tanto en lo económico –el que paga– como en lo emocional –el que “protege”–  no ha sido fácil; de hecho, es una lucha constante, pero hasta ahora voy de gane. Por eso, hacer labores no remuneradas en mi hogar no representa una desigualdad de género porque no lo hago para nadie más que para mí. Mi ausencia, en ese sentido, no significó nada. 

Sin embargo, reflexioné mucho sobre las condiciones en las que trabaja Antonia, quien limpia mi casa todos los viernes. Le pago $300 por una jornada de cinco horas, está inscrita al seguro social, le pago un mes de aguinaldo cada año y no tiene vacaciones pagadas. No es justo y no es suficiente. Además, en las otras casas donde trabaja le pagan $200 ó $250 por jornadas de hasta 8 horas. Es abusivo, inaceptable. Así no le alcanza para mantener a su familia y, por lo tanto, necesita entrar al círculo vicioso del “proveedor”. El padre de sus hijos les paga la mayor parte de la vida pero el precio, para Antonia, es alto, pues depende de él y, por lo tanto, se somete a muchos de sus actos violentos.

Mi conclusión es que si estoy exigiendo mejores condiciones para mí, debo ofrecerle mejores condiciones a ella, porque en la desigualdad comienza la discriminación y en la discriminación se manifiesta la violencia contra la que estamos luchando las feministas. Las mexicanas estamos entre las mujeres que más trabajo hacemos sin cobrar –igual que India, Turquía y Portugal–. Quizá yo no soy parte de esas mujeres pero sí soy parte del sistema si las malas condiciones laborales que le ofrezco a la mujer que trabaja en mi casa abonan a la idea del proveedor único. Me siento muy independiente pero eso no significa mucho si no ayudo a que mis mujeres lo sean también.

Aunque mi ausencia no significó nada, significó todo. Me dio oportunidad de descansar mis ideas, mis rabias, mis miedos y mis dudas. Parar me ayudó a tener claro un siguiente paso. Parar fue una forma diferente de estar presente en esta lucha feminista.

Paola Alín, coeditora de Gastronomía

reflexiones tras el paro nacional
Foto: Lulú Urdapilleta

Parar este lunes fue una pausa necesaria, no solo porque necesitaba tiempo para digerir todo lo que vi, escuché y sentí en la marcha del 8M, sino porque había reflexiones urgentes por hacer en mi vida privada. Al iniciar el día no lo sabía.

Me descubrí en la necesidad de limpiar mi casa; sí, ¡limpiar! Un hogar que comparto con Bob desde hace casi tres años. Ya llevaba un tiempo reflexionando acerca de las labores de cuidado que asumo: cuidar a los perros, darles sus medicinas, alimentarlos (esto sí es más trabajo compartido), entrenarlos y regar las plantas. Parecerá poco pero fue fuertísimo reconocer que son cosas que él prácticamente no hace, ¿pooooooor? Al final del día hablamos, aceptó sus omisiones y acordamos seguir luchando para hacer de nuestra relación un lugar más seguro para mí. Como dice Bell Hooks, “love is an action, never simply a feeling”.

Regresé a la oficina y encontré en mi escritorio una sticker con la leyenda “qué bueno que estás aquí, contigo estamos complet@s”. Si ello no hubiera ido de la mano de la presentación —la semana pasada— de un protocolo contra el acoso, la frase no hubiera tenido mucho sentido. Aún hay pendientes, pero confío en que está la voluntad de crear en la empresa en la que trabajo un ambiente cada vez más seguro y equitativo para nosotras.

La marcha, los gritos, el paro, la expresión de nuestro descontento lo está tirando.

Fernanda Scovino, realizadora de video

Marcha del 8M. Foto: Chilango.

Demostrar mi ausencia fue mas difícil de lo que pensé. No usé redes sociales y solo hablé con dos personas durante todo el día. Me fue imposible no mover un dedo en todo el día; hice la limpieza de la casa y escribí un guion, después siguió la ansiedad porque me quedé sin cigarros. Decidí no salir a comprar.

Lo que más me marcó el 9M fue que tuve una discusión importante con mi roomie. Él fue a cubrir a una chica que hizo el paro, así que no podía llegar a pasear al perro después del trabajo. Mi respuesta fue “pues el perro tendrá que esperar a que llegues, yo le doy de comer para que ya no salgan tan tarde, pero no voy a salir del departamento hoy”. Él se molestó y me dijo que ya comprendía la situación y que no tenía nada que demostrarle a él, recalcó que el perro estaba sufriendo por mi paro. Pues sí, si yo no estuviera aquí él sufriría, ese es el punto de todo esto.

Sol Arvizu, fotógrafa

Foto: Lulú Urdapilleta

El #8M fuimos primavera y brillamos como el sol, tan bonitas de negro, verde y morado. La conmoción, el coraje, la rabia y las lágrimas que corrieron por nuestros rostros al ritmo de cánticos, gritos y testimonios desgarradores.

Silencio al día siguiente. El paro fue como tomar un respiro y descansar de ellos. Un nueve de marzo en un lugar seguro, sin sentirme agredida, acosada y amenazada. Un nueve de marzo perfecto para reflexionar sobre mi papel y el de todas las mujeres que existimos, pero ¿qué pasaría si realmente desapareciéramos? Seguramente un caso.

Lamentablemente para muchos hombres aquí seguimos y seguiremos al pie del cañón, dándolo todo y así será siempre. Mujer, nunca te/me dejaré caer.

@chilangocom

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