¿Por qué somos feministas?

Para quienes construimos nuestra identidad alrededor de la igualdad de género, nos referimos a ser reconocidas como personas de igual valor y condición social que los hombres. 

Texto de: Pamela Lalama Quinteros, colaboradora de la Coordinación para la Igualdad de Género UNAM.

Las feministas no nacen, se hacen.

– Bell Hooks

Hasta ahora —y digo hasta ahora porque los antecedentes feministas datan desde el siglo XVIII—, hay quienes todavía creen que la igualdad de género está asociada a una idea de mimetismo entre hombres y mujeres, de ser lo mismo o de ser idénticos. Hay quienes creen también que el feminismo implica que las mujeres están en contra de los hombres. 

Para quienes nos llamamos feministas o construimos nuestra identidad alrededor de la igualdad de género, nos referimos a la adquisición de un lugar de ser reconocidas como personas de igual valor y condición social que los hombres. 

Ser feminista, además, es una manera de habitar el mundo, es una forma de ver la vida, generalmente lo hacemos con gafas violetas, lo que implica, por ejemplo, darse cuenta de las situaciones de discriminación que viven las mujeres, de la violencia que se ejerce hacia ellas, del sexismo y del machismo que existen en las sociedades, de que la desigualdad que le atraviesa a una persona puede no ser la misma que vive otra no solo por su género, sino por su etnia, su clase, su orientación sexual. 

Y cuando nombramos estas condiciones, nombramos también a los feminismos. No somos una ni somos cien, somos millones de mujeres de diversas partes del mundo cuyas diversas voces convergen en la búsqueda y consolidación de la igualdad como bandera común y aún así experimentamos diversas formas de desigualdades. 

Las mujeres afrodescendientes en México

Hace unos días, el 25 de julio, se conmemoró el Día Internacional de las Mujeres Afrolatinas, Afrocaribeñas y de la Diáspora. 

En 2020, apenas cuatro años atrás, por primera vez en México, el Censo de Población y Vivienda incluyó una pregunta sobre el autorreconocimiento de las personas afromexicanas o afrodescendientes. A nivel nacional, 2 millones 576 mil 213 personas se reconocieron como tal, esto es, el 2% de la población total de México. De esta cifra, el 50.4% son mujeres. 

Pensar en la igualdad de las mujeres afro implica considerar que la desigualdad que las atraviesa también tiene una condición étnica, una deuda histórica de visibilidad, de acceso a servicios y de garantía de derechos. Según la Secretaría de las Mujeres de CDMX, las mujeres y niñas afromexicanas han vivido por mucho tiempo sin políticas públicas con enfoque de derechos humanos y perspectivas intercultural y de género. 

Hace unas cuantas semanas, en el programa radiofónico de la CIGU, Violeta y Oro, Sandra Lorenzano conversaba con Bárbara Abadía-Rexach, académica, activista afroboricua, antirracista y antropóloga afrofeminista. Para ella, nombrarse como afro y construir identidades tan diversas es una forma de afirmarse políticamente; además, es un proceso de autosanación, por la discriminación que ha atravesado en su vida. “Cuando pensamos en una mujer negra, no la pensamos en esos espacios. Para mí, afirmarme como una persona negra, afrofeminista, afro todo, es una forma de reclamar un espacio que nos ha sido negado y por el que siempre se ha estado luchando”, señaló. 

Foto: Coordinación para la Igualdad de Género en la UNAM

Mirada interseccional

Atender la igualdad de género desde una mirada interseccional es uno de los caminos para incluir todas las voces del feminismo y construir sociedades igualitarias. Fue justamente Kimberlé Crenshaw, jurista, académica, activista afro, que teoriza sobre la raza americana, quien habla de la interseccionalidad como una perspectiva analítica y política que permite responder a las formas en las que el género se cruza con otros ejes de desigualdad y cómo esos cruces contribuyen a experiencias particulares de opresión.

Una misma persona puede experimentar varias formas de discriminación y es la perspectiva interseccional la que permite ver, nombrar y dar respuestas para transformar estas realidades en busca de inclusión, respeto, oportunidades, igualdad de derechos y bienestar. 

Hemos mencionado a las mujeres afro, también recordemos a las indígenas, quienes, según Inmujeres, al 2022, constituyen más de seis millones en México. Ellas, por sus condiciones de vida, no logran superar la primaria e ingresar a la secundaria (6.9 años de escolaridad en promedio). 

Mencionemos también a las mujeres migrantes en tránsito, cuyas redes de apoyo las vuelven más vulnerables y cuya seguridad física no está garantizada. En México forman parte del 20% de la población en tránsito irregular. Las mujeres transexuales, quienes, según la Consamin (2023), son la población de las diversidades que experimentan más violencia en el trabajo.  

¿Por qué somos feministas? Es la capacidad que tenemos de ponernos en los zapatos de otras personas lo que nos permite relacionarnos y entendernos. Hoy hemos nombrado a unas cuantas. Una deviene feminista por su propia historia y porque la historia de las demás no nos es ajena. 

Foto: UNAM

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