Texto de Georgina Romero Gaeta, colaboradora de la Coordinación para la Igualdad de Género, UNAM
Transitar hacia la igualdad de género es uno de los objetivos más importantes actualmente, lo encontramos reflejado en las agendas y normativas internacionales, nacionales e institucionales. Es un tema que debe atenderse en todos los ámbitos con urgencia porque la desigualdad produce diferentes tipos de violencias y es una de las variables que configuran otras problemáticas sociales complejas, como la pobreza y la marginación.
Atender la exclusión de género es una de las condiciones que posibilita que las personas accedan a una mejor calidad de vida y que se respeten sus derechos humanos, entre ellos, el derecho al libre desarrollo de la personalidad y el derecho a un proyecto de vida propio. Como mencionamos, todas las esferas sociales están en este proceso y es en ese sentido que en las siguientes líneas reflexionaremos sobre la igualdad de género en los próximos Juegos Olímpicos (JO).
¿París 2024, contribuirá a saldar las brechas, la exclusión y la desigualdad en el mundo deportivo?
La difusión de que se conseguirá la paridad entre las personas competidoras pulula como el mayor logro de la historia de los JO, sin duda es de celebrar este acontecimiento porque es una medida ejemplar e invitación al resto de competiciones, de todos los niveles, a mantener estas condiciones para lxs deportistxs.
Entre las expectativas del público, también se esperan alternativas para regular los casos de deportistxs cuyas corporalidades no están comprendidas en la categorización de las justas tradicionales. Sobre este tema, el Comité Olímpico Internacional (COI) se ha pronunciado en varias ocasiones, una de las más importantes fue en 2021 cuando propuso modificar sus directrices debido a que ya no eran adecuadas para su propósito, y en coherencia con esta preocupación, generó el Marco sobre equidad, inclusion y no discriminacion sobre la base de la identidad de género y las variaciones de sexo.
Es a partir de este evento que suprimió todas sus prerrogativas y anunció que cada deporte y sus órganos de gobierno, debían dictar las regulaciones internas para lxs competidorxs. El COI además llamó a promover la igualdad y evitar injusticias y en este sentido planteó que no se debe excluir sistemáticamente a lxs deportistxs en función de sus variaciones sexuales, sólo si se demuestra que unx deportistx tiene ventajas constantes y desproporcionadas en el rendimiento sobre el resto de participantxs, será razón para que no se le permita competir. Además de si se demuestra que existe un riesgo inevitable para la seguridad física de otrxs deportistxs.
Olympic history this year! 🫶
— The Olympic Games (@Olympics) March 8, 2024
Paris 2024 will see full gender parity on the field of play, the Games will have an equal allocation of 50% male and 50% female athletes competing.#IWD2024 #GenderEqualOlympics #Olympics pic.twitter.com/XqNPjZd3mN
Poner el cuerpo en juego
Las discusiones sobre los temas de igualdad sexogenérica son más complejos cuando se pone en juego el cuerpo. Porque además de la creación de propuestas éticas que operen para que exista un ambiente de respeto, el cuerpo exige el abordaje biomédico para garantizar condiciones semejantes entre las personas, en este caso, entre lxs competidorxs.
Es verdad que hembras y machos humanxs no somos iguales biológicamente. Sin embargo, es importante sostener que las diferencias sexuales no deben ser leídas desde los códigos de desigualdad. En cambio, debemos aproximarnos a la diferencia desde la pluralidad y no desde la jerarquía, desde la ética y no desde la opresión.
Las discusiones deben abonar a ampliar el margen del modelo binario de competencia. Este marco se basa en el sexo, entendido como un estado biológico de un individuo que se compone de condiciones genéticas, cromosómicas, gonadales, hormonales y fenotípicas. Sin embargo, además de mujeres y hombres cis, existen personas intersexuales que son inclasificables como hembras o machos humanos y que junto a las personas transexuales, se encuentran en lugares marginales de estas justas internacionales. Es así que uno de los debates que surgen en torno a este tema, cuestiona que si no existe un marco de competencia que considere la participación de estas personas, ¿se están cometiendo actos de discriminación?
El ethos del deporte y la igualdad
Las categorías de competencia se basan en la división por sexo, sin que sea relevante la identidad de género ni el sexo sentido. El sexo se considera uno de los criterios objetivos, junto a la edad, las discapacidades y, en algunas modalidades deportivas, también el peso. Esta categorización tiende a establecer un campo nivelado entre los contrincantes, debido a que el deporte competitivo tiene como finalidad comparar a las personas a partir del logro de la meta de la disciplina en cuestión.
Es así que a través de una regulación específica, las personas se preparan para desarrollar un rendimiento físico superior, habilidades psicológicas y estrategias creativas para conseguir dicha meta.
Ahora bien, las diferencias físicas comienzan a ser notables con el inicio de la pubertad, periodo en el que aumenta el nivel de testosterona alrededor de veinte veces más en varones que en mujeres.
En mujeres oscilan entre 0,12 y 1,79 nanomoles por litro y en hombres entre 7,7 y 29,4, lo que repercute en la masa corporal, densidad muscular, densidad ósea, el tamaño de los pulmones y el corazón, etc., estas diferencias que en algunas ocasiones son ventajas, se conservan aún después de las transiciones de género.
La situación es que hay disciplinas en las que las diferencias son tan relevantes que si las competencias fueran mixtas, las mujeres no alcanzarían a clasificar para JO, sobre todo en pruebas de velocidad y fuerza, o en las que debe predominar la potencia, etc. Es el caso de los hombres transexuales, quienes a pesar de someterse a tratamientos hormonales, no llegan a desarrollar los estándares competitivos más altos. Este es un debate muy poco popular, ¿qué opciones tienen estas personas cuando su proyecto de vida es el deporte de alto rendimiento?
Las medidas que se votaron para París 2024 son aún más estrictas y excluyentes que las que habían operado en otros ciclos olímpicos, una de ellas dicta que las personas debieron transicionar antes de los 12 años o la pubertad.
Por otra parte, ¿qué propone el COI para las personas intersexuales?, bueno, pues también se ha votado para que reduzcan sus niveles de testosterona en sangre a 2.5 nanomoles por litro. Es decir, que las personas con diferencias en el desarrollo sexual (DSD), deberán someterse a tratamientos para modificar sus cuerpos y así competir en la categoría femenil.
El discurso de París 2024 sostiene que las medidas propuestas en este certamen son resultado de debates interdisciplinares y que tienen un gran compromiso con la justicia, la inclusión y la igualdad. Es claro que los esfuerzos se centran en mantener vivo un sistema binario de competencia, mientras que faltan alternativas para que los certámenes se adecuen a los cuerpos y las vidas de personas excluidas de ese modelo. Mientras tanto seguimos leyendo historias de personas trans e intersexuales que han optado por desarrollar su proyecto de vida en el deporte competitivo y que lo buscan sin renunciar al libre desarrollo de su personalidad.