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Los feminismos comunitarios: un tejido de luchas y diversidades

Es necesario mirar al feminismo comunitario como una de las luchas que más críticas y propuestas tiene en torno a esa diversísima conflictividad social.

Celeste Cruz Avilés, colaboradora de la Coordinación para la Igualdad de Género UNAM

Dentro de la gran cantidad de reivindicaciones y luchas sociales se pueden recuperar los más amplios espectros de conflictos sociales, dentro de estas reivindicaciones es necesario mirar al feminismo comunitario como una de las luchas que más críticas y propuestas tiene en torno a esa diversísima conflictividad social.

El nombre puede darnos ciertas coordenadas para pensar las reivindicaciones, los orígenes y las luchas que se van plantando esas mismas reivindicaciones. En este sentido los feminismos nos plantean las reivindicaciones de las mujeres en torno a nuestras vidas y nuestros derechos, las posibilidades de vivir vidas libres de violencias, de tomar nuestras propias decisiones en torno a lo político, económico y social en general, de ser escuchadas en los aportes históricos hechos a la humanidad en la ciencia y la tecnología, a participar en la vida pública, a cuestionar y transformar en la vida privada.

¿Qué es el feminismo comunitario?

Históricamente el feminismo comunitario tiene sus orígenes en las prácticas, cuestionamientos, reflexiones y reivindicaciones desde los pueblos originarios en el mundo, particularmente en América Latina podemos pensar como ejemplos en los feminismos comunitarios en los pueblos Aymara en Bolivia (Masacre del Gas en 2003) y Maya en Guatemala, con orígenes en contextos particulares pero que coinciden con el hecho de que nacen en la lucha de los pueblos indígenas hacia el colonialismo, el racismo y el capitalismo, pero en los que se critica al patriarcado.

El patriarcado es ese sistema de opresión y dominación que se cierne sobre las mujeres de modo que les impone su voluntad que hace mella en nuestros cuerpos, en nuestra salud física, mental, emocional, en nuestro bienestar y autonomía política, económica. 

El patriarcado que se critica es el que viene desde los grandes lugares de la globalización, pero también desde los pequeños lugares de los pueblos y comunidades, también desde lo indígena, desde lo originario y las actitudes, pensamientos, conductas, relacionamientos, inercias que son violencias patriarcales no solo hacia las mujeres.

Las feministas comunitarias se definen entonces feministas por los reconocimientos y profundas críticas a las violencias patriarcales que viven desde las formas globales de lo racista, pero también desde las formas particulares en sus pueblos y comunidades, cómo se viven éstas violencias en sus cuerpos, cómo se viven éstas violencias incluso al interior de las mismas luchas que intentan liberar, emancipar a los pueblos originarios del racismo por ejemplo.

La otra palabra que aquí nos convoca es la de “comunitario” que evoca a colectividades de muy diversa índole, pero que particularmente tiene la connotación de colectividades indígenas, originarias de los territorios. 

Imagen: Shutterstock

Desde este lugar se reflexiona y se critica a los países que colonizaron y a los procesos de colonización, a la deshumanización y los crímenes de lesa humanidad, a la imposición de formas, religiones, a las guerras y enfermedades, a las economías que produjeron y las disparidades entre regiones, países, en general a sus efectos hasta la actualidad.

De este modo, las discusiones y críticas que plantean las feministas comunitarias se van tejiendo o interseccionando desde la cuestión de las violencias patriarcales con las violencias de orden colonial o racista, pero también consideran las violencias que se ciernen sobre las clases trabajadoras, es decir, luchan contra el patriarcado, el colonialismo y el capitalismo.

Reivindican formas de ser y de hacer, como dice Adriana Guzmán: “No podemos ser feministas en soledad”, el feminismo se piensa y se hace desde los cotidianos de las mujeres de los pueblos, desde su pensar y su sentir personales, pero también colectivos.

Este hacer implica deconstruir, descolonizar para ser anticoloniales, para ser antipatriarcales es decir, destruir el patriarcado, pero también luchar contra otras opresiones y violencias que no sólo son patriarcales y atañen a lo comunitario.

Las luchas de los feminismos comunitarios

Una tercera forma de feminismos comunitarios son aquellos que son construidos por las mujeres afrodescendientes, hablando de territorios y formas diversas de colonización, formas de racismo que jerarquizan la importancia de la vida incluso en la diferencia más mínima en términos de tonos de piel y origen ancestral.

Los feminismos comunitarios son entonces un tejido diverso, colorido en los que trama y urdimbre son de una complejidad muy grande porque sus aportaciones visibilizan y permiten dar cuenta de aspectos muy particulares de las violencias, opresiones de las que somos víctimas todas las personas, pero que son sutiles y no fácilmente identificables. 

Otro elemento importante es que además de plantear críticas es que existen propuestas que vienen y se encarnan en la vida misma y los haceres de las feministas comunitarias, desde la defensa del territorio y del ambiente, desde el ejercicio de las diversidades sexo-genéricas, desde el habla de las lenguas originarias, desde la reivindicación de prácticas culturales específicas.

Estas propuestas podemos pensarlas en todos los aspectos de la vida social y personal, porque tienen que ver con el actuar, con maneras de caminar que vienen desde la reflexión colectiva sobre lo vivido en los cuerpos y lo que históricamente se ha combatido.


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