Contra el piropo “muñeca”

La representación tridimensional de las mujeres tiene su raíz en las esculturas y ha evolucionado hasta las muñecas de uso sexual.

Lorena de la Peña, colaboradora de la Coordinación para la Igualdad de Género en la UNAM

Como es momento de hablar de amores, quiero compartirles una historia de amor y muñecas y de cómo estas pueden tomar el papel de la mujer para ser un alojo para personas incapaces de interactuar afectivamente con ellas.

Hay varios tipos de muñecas, pero en este texto me refiero a las muñecas como representación de mujeres. La palabra muñeca tiene varios significados, para esta historia aplican dos; por un lado, se vincula con una persona pequeña que se refleja en las pupilas y se ve pequeñita y de ahí las palabras puppet (marioneta); por otro lado, con la hembra del mono, la mona, un animal.

La representación tridimensional de las mujeres tiene su raíz en las esculturas de la antigüedad y ha ido evolucionando con el tiempo hasta las muñecas de uso sexual construidas de materiales industriales, suaves al tacto pero con la resistencia necesaria para aguantar una embestida humana; muñecas con pestañas pero inorgánicas que representan mujeres y se venden para adultos. Les invito a que descubramos el origen de esta historia en el mito griego.

Pigmalión y Galatea

Harto de las mujeres y sus vicios y luego de un largo celibato, Pigmalión, el Rey de Chipre, decidió romper esa soledad creando, de marfil blanco, el cuerpo de una mujer. Fueron las manos de un rey artista las que decidieron la figura perfecta para cada extremidad, un rostro dulce y la posibilidad de tener una compañera de lecho para no sentirse solo nunca más.

Su devoción por la escultura hoy se estudia como un trastorno psicosexual llamado Agalmatofilia. En esta parafilia, las muñecas son complacientes, agradables al tacto, a la vista y, sobre todo, a la imaginación.

Pigmalión la nombró Galatea, la cuidó, vistió y adoró hasta conmover a la diosa Venus. El milagro de Venus fue concederle a Pigmalión la encarnación de la creación mental de su Galatea con la forma que él delineó en físico y en comportamiento para amarla. 

Esta historia, escrita por Ovidio en el siglo I, recupera orígenes antiguos que mantuvieron rituales por siglos en el uso sexual de las esculturas. Es una historia que nos da pistas de fenómenos vigentes, de la representación visual de las mujeres y de nuestra configuración estética y política como sujetos.

El monumento mujer

Si la muñeca representa a las mujeres, es importante revisar qué es lo que entendemos por ser mujer a partir de este mito de Pigmalión y Galatea donde la mujer se delinea como un sujeto dócil que puede ser manipulado, contemplado y adorado no en una relación de igualdad, se establece la relación entre un sujeto y un objeto que toma el lugar de remplazo de una mujer.

Aunque estamos hablando de una parafilia, no nos referimos a casos aislados. Hay una literatura muy amplia que se refiere al fenómeno. Resalto la obra El Hombre de Arena (1817), de Hans Hoffmann que inspiró el personaje de Coppelia (1815) ballet de Arthur Saint-Léon y también atrajo el estudio de Lo siniestro (1919) en la obra de Sigmund Freud. 

A lo largo de la historia del arte y de la vida cotidiana, contamos con ejemplos como es el caso de la muñeca creada por el pintor expresionista Oscar Kokoschka, que fue manufacturada con las medidas y a semejanza de Alma Mahler, quien recién lo había abandonado.

También se conoce que varios artistas del surrealismo coleccionaban maniquíes o muñecas como objetos de afecto. Actualmente, estas muñecas pueden ser incluso intangibles, hoy en día se llevan a cabo bodas con personajes de cómic o videojuegos.

La demanda de estos productos revela que existe un sector de  personas que prefieren depositar su afecto en objetos inertes, en lugar de construir relaciones con toda la complejidad que esto implica. Que las muñecas representen una aspiración del ser para muchas mujeres, debe de preocuparnos.

San Valentín, el 8M y el piropo “muñeca”

En el marco de las conmemoraciones del amor, y en vísperas del 8m, nos invito a pensarnos como sujetos deseantes y no solamente como objetos de deseo. Es necesario que las mujeres nos reconozcamos como plenas y como libres de ejercer nuestra belleza la y nuestro ser orgánico en toda su extensión.

Julia Kristeva lo advertía en su libro Poderes de la perversión (2004) al profundizar en el tema abyección (referente a los fluidos orgánicos de los cuerpos) y cómo hay una mirada civilizatoria en el tema de representar a las mujeres lejos de sus fluidos y de sus posibilidades de ser carne, piel, sangre y de estar vivas.

Por eso rechazo al piropo “muñeca”.  La representación de las mujeres en las muñecas es compleja; por un lado, las mujeres tienden a obedecer el estereotipo que les permite poseer el apodo de muñeca por las calles y algunas se pueden sentir ufanas cuando se les dice “pareces una muñeca” sin la reflexión de sus implicaciones; por otro lado, las muñecas constituyen un personaje de la mitología moderna que constituye un escape ante el encuentro social entre dos sujetos en igualdad de circunstancias.

Este tema me atravesó de forma personal y fue mi tesis de investigación para la maestría en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM en el año 2013. Hoy, desde la Coordinación para la Igualdad de Género, trabajamos personas de distintas formaciones pero con la misma convicción: promover una cultura de la igualdad para la sociedad mexicana desde la prevención.

Desde el campo de las visualidades, nos invito a romper las representaciones de sujetos más allá de su visión objetualizada y de los estereotipos que los ubican de manera limitante. Es importante reflexionar cómo comunicamos las imágenes y también desde la vida cotidiana cómo consumimos imágenes y objetos de representación y eso cómo nos atraviesa emocional y afectivamente para poder imaginarnos en relaciones igualitarias y sanas con todas las personas.

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