La llave del orgasmo
Por: Juan Meneses
¿Cómo lo logro?
Pistas no faltan para determinar el poderoso influjo de la palma de la mano deslizándose sobre un cuerpo desnudo. Es un tópico científico pero también una afirmación aceptada, que la piel es el mayor de nuestros órganos (dos metros cuadrados nos recubren). Ella en sus posesiones, alberga el tacto, y sólo éste tiene la llave del orgasmo. A los hombre les excita la simple visión de los pechos de una mujer , unos labios grueso; ellas se turban más con un susurro, un jadeo, a veces un olor; pero nada de eso es capaz de desatar el maravilloso calambre que, que nace en la zona sacra de la médula espinal, el latigazo del clímax.
Las caricias en las caras internas de los muslos, en las zonas púbicas y perineales desatan un torrente de sangre que llena de ajetreo los capilares de los cuerpos cavernosos que conforman el pene, la vagina y el clítoris, e irrigan el cuerpo de la pareja hasta pintarla del llamado rubor del sexo.