Chilango

Don de lengua

 

Dylan conoció a Vivian mientras hacían una fotonovela erótica, ella, como él, es parte de la minoría de escort mexicanos y tiene sus opinión sobre las inmigrantes argentinas: «el cliente mexicano piensa: de pagar 2 mil pesos a una mexicana, mejor pago 3 mil a una argentina que habla bonito… y pues es muy triste que vengan a nuestro país a llevarse la lana.» La diferencia es notoria: mientras las importada Kary y Angelina pueden atender hasta a seis clientes en un día, para Vivian tres en una semana significan una buena racha, no obstante que cuenta con una carrera en letras que le permite dar un servicio especial: «de repente un cliente me está platicando de alguien y le digo: él está actuando como tal personaje de tal obra o ese es un personaje complejo… claro, con virtudes y defectos, pero su vida es una farsa.»

Y sí es como esta estudiosa de la obra de Molière, García Lorca y su predilecto Shakespeare encontró al fin la forma de ejercer su profesión, ya que al egresar de la UNAM se topó con una oferta de trabajo raquítica que la obligó a explorar otros territorios. Participó como extra en las películas La cigüeña se equivocó (con María Elena Velazco, alias la India María) y Más que alcanzar una estrella (con Ricky Martin y demás Muñecos de Papel). Luego vio un anuncio de periódico en el que solicitaban edecanes y decidió llevar sus fotos, aunque no esperaba descubrir lo que encontró. Se trataba de una agencia que también contrataba chicas para ofrecer servicios escort.

No era una decisión fácil para Vivian que había recibido una educación conservadora y cuya vida sexual hasta entonces había sido más bien pasiva. «Antes de empezar a trabajar sólo tuve dos novios, con los cuáles empecé a tener relaciones, hasta después de los dos meses de salir con ellos. Mi primera relación la tuve a los 22, con mi primer novio y estaba enamorada. Pero bueno me fui abriendo de criterio hasta que ya.»

Ahora tiene más de tres años dedicándose a esto pero no ha abandonado su afición por las letras. Quiere revelarse próximamente como escritora. «De conocer tanta gente y vivir tantas historias, fácilmente puedo escribir un libro —asegura—. He escrito ya algunas cosas que me gustaría ver con editoriales propuestas para publicar.»

Antes de despedirnos saca una tarjeta de presentación, anota al reverso sus datos actuales y me la obsequia “por si se ofrece”. Junto a su fotografía —donde aparece vestida en lencería, botas altas, lentes oscuros y sombrero de cowboy— se lee: «Vivian, artículos de piel».