Oficialmente, la última persona en ser sepultada en el panteón de San Fernando, ubicado en la Colonia Guerrero, fue el expresidente Benito Juárez en 1872. Sin embargo, una muy extraña tumba apareció después del cierre de este cementerio.
En el patio menor del panteón resalta el nicho con el nombre de una famosa bailarina estadunidense, Isadora Duncan, quien murió en 1927, es decir, 55 años después de Juárez. Y esta no es ni siquiera la parte más extraña.
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Isadora fue conocida como la ‘madre de la danza moderna’, también por bailar descalza y por crear coreografías orgánicas con la música de Mozart y Chopin. Bailó y llevo sus coreografías a todo el mundo, excepto México.
La bailarina falleció a los 50 años en Niza a causa de un trágico accidente automovilístico durante un paseo. No fue un choque el que acabó con su vida sino que fue estrangulada al enredarse su chalina con una de las ruedas traseras del auto en el que viajaba.
Sin embargo, a pesar de haber sido enterrada en París en el cementerio Père-Lachaise, al cabo de dos años, su nombre a pareció en el nicho 19 del entonces abandonado panteón de San Fernando en la Ciudad de México.
Cómo llegaron los restos de Isadora Duncan a la CDMX
Una de las leyendas cuenta que un millonario banquero mexicano, amante de Isadora, había traído los restos con permiso de la familia; otros dicen que fue un poeta enamorado. Pero la versión más popular envuelve al entonces presidente Plutarco Elías Calle.
Se dice que Elías Calles estuvo enamorado de Isadora y que a escondidas ordenó traer los restos de la bailarina desde París. Los habitantes cercanos decían verlo todos los sábados a las seis en punto.
Los rumores llevaron a despegar el mármol de la tumba, en la cual solo había polvo y así destruyendo el mito. Hoy en día este nicho se considera como un homenaje más que una sepultura.
Desde 2006 el cementerio se convirtió en museo, así que puedes asistir de martes a domingo a visitar la “tumba falsa” de Isadora Duncan.
Con información del libro “Ciudad de México Insólita y Secreta” de Mario Yaír T.S.