Cada tarde, un enjambre de chavitos ansiosos de aprender los secretos de este deporte se da cita en un parque de la Escandón, para recibir clases en el proyecto Ollie School, la primera escuela de skateboarding para niños.
Hace ya 20 años que Carlos “Charlie” Haro se subió a una patineta por primera vez. La tabla era de su tío, pero desde entonces, Charlie la ocupó para hacer cualquier mandado que se le encomendaba.
Sin que nadie le enseñara cómo, aquel chamaquito de pelo claro se salía solito a surfear por las calles de Plateros y Mixcoac sobre su patineta, transcurriendo su vida sobre ruedas.
Con la patineta como eterna compañera, Charlie entró a la secundaria (se levantaba a las 6 am para patinar un poco y hacer su tarea antes de irse al turno vespertino); luego vino la prepa, donde empezó a aventurarse a descubrir el mundo, pero en ningún momento la tabla se separó de sus pies. Era el 2005 y en ese momento, Charlie conoció a otros apasionados como él; gente como Hugo Zurita, Amos Rivas y Shadi Charbel, de los mejores skaters de entonces, a través de quienes supo que este juego podía convertirse en un estilo de vida. Su estilo de vida.
En algún punto, el deporte la pasó factura: a los 18 años se rompió el brazo mientras patinaba, pero tras tomar una pausa de seis meses de recuperación, retomó la práctica con más fuerza: participó en videos, trabajó con marcas y en solo cuatro años se hizo de un nombre en el skate.
No obstante, mientras Charlie disfrutaba su pasión, una necesidad constante le hacía preguntarse: ¿qué pasaría si alguien que pudiera enseñarte formalmente este deporte?
Ollie School, la escuela de patinetas
“La idea de dar clases de skateboarding surgió hace más de diez años, cuando conocí a Raúl Mendoza y supe que él enseñaba a niños en su skatepark, La Fuente”, cuenta Charlie, acomodándose en una banca del Jardín Morelos, en la colonia Escandón. Raúl, fundador del legendario parque de patinaje de la ciudad, fue mentor de Charlie no solo como patinador, sino también como maestro. Ahí en La Fuente, el joven empezó a trabajar con niños y se dio cuenta que tenía una gran facilidad para ello.
“Tengo una relación muy chida con los niños, trabajamos bien y creo que eso es fundamental para enseñarles”, subraya.
Años más tarde, en 2015, y luego de haber dado clases a diestra y siniestra, optó por organizar seriamente el proyecto y creó lo que más tarde se conocería como la escuela de patinaje Ollie School.
Dejad que los niños confíen en sí mismos
Según cuenta Charlie, Ollie School recibe un total 120 menores a la semana, quienes cada tarde (o mañana, si es fin de semana), lo buscan junto a la rampa del Faro del Saber Escandón, en el Jardín Morelos. Ahí, Charlie y su plantilla de cinco instructores, a quienes él mismo enseñó a enseñar (“porque no cualquiera puede ser buen maestro”, dice), trabajan con niños y niñas de entre 3 y 13 años.
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“Creo que el 80% de quienes entran a la clase no saben ni siquiera pararse en la patineta. Después de meses de trabajo, su cuerpo se comienza a transformar y entienden que son más fuertes y capaces de lo que pensaban. Empiezan a confiar más en ellos mismos”, explica.
Aunque la meta de la clase es aprender a patinar, la lección va mucho más allá: “les enseñamos a que pierdan sus miedos, se vuelvan más seguros y sepan cómo relacionarse con otros niños”, cuenta Charlie.
Al ver las clases, uno fácilmente advierte que el skate es el pretexto perfecto para ayudar a los chicos en su desarrollo. Con firmeza y paciencia, los instructores le explican a los niños y niñas a acomodar su cuerpo, tomar impulso para saltar y aterrizar en la tabla; y a todos, sin importar si lo logran al primero o décimo intento, se les apoya por igual.
“Creo firmemente que el skateboarding es para todos, desde que naces hasta que mueres”, remata.
Ollie School
Dónde: Jardín Morelos (Av. Progreso esq. Agricultura, Col. Escandón)
Cuándo: Lunes a viernes, 16:30; sábados y domingos 10:00
Cuánto: $80 – $100 (el costo de la clase incluye préstamo de patineta y casco) *Se debe reservar con anticipación