En la esquina que forman la calle de Moneda y la Avenida Insurgentes en Tlalpan, se encuentra desde 2008 uno de los monumentos más tristes de la Ciudad de México: el monumento al perro callejero. Su nombre no esconde ningún secreto, está dedicado a los lomitos abandonados y de la calle, y, tal como ellos, la estatua también permanece en el olvido.
El monumento retrata a Peluso, un perro rescatado por Patricia España, fundadora del santuario para perros Milagros Caninos, que falleció tan solo cinco días antes de que la estatua fuera inaugurada en julio de 2008. Peluso recibió los cuidados de Patricia hasta sus últimos días, pero el abandono y maltrato previo fue tan grave que le provocaron insuficiencia renal, moquillo y sordera.
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La artista Girasol Botero fue la encargada de representar a Peluso y a todos los perros abandonados de nuestra ciudad, lo cuales ascienden a un millón 200 mil, de acuerdo a la estimación que la Brigada de Vigilancia Animal de la Secretaría de Seguridad Ciudadana realizó este año. El abandono suele provocarse después de temporadas como Navidad o San Valentín, en las que familias recurren a las mascotas como regalo, pero que posteriormente se aburren al hacerse conscientes del trabajo de cuidado que conllevan.
Sin embargo, lo que en ese entonces fue un intento por concientizar a los chilangos que adquieren mascotas y después desisten de cuidarlas, resultó irónicamente en una metáfora de esta misma situación. Hoy el monumento al perro callejero, que por cierto se encuentra en un lugar muy poco frecuentado de la alcaldía, se encuentra vandalizado, rodeado de maleza, y así silenciando esta placa que lleva las que serían las últimas palabras de Peluso.
*corre por tus kleenex*
Mi único delito fue nacer y vivir en las calles o ser abandonado.
Yo no pedí nacer y a pesar de tu indiferencia y de tus golpes,
lo único que te pido es lo que sobra de tu amor,
¡Ya no quiero sufrir, sobrevivir al mundo es solo una cuestión de horror!
¡ Ayúdame, ayúdame por favor!
Peluso
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Solo mirar la estatua de bronce de 89 kilos y resulta impactante, cada detalle realista de la estatua no deja otra alternativa más que reflexionar. Las costillas saltadas, la patita lastimada y la expresión cabizbaja de Peluso es algo que se queda grabado en el corazón de cualquier transeúnte.
Visita el monumento de Peluso que se encuentra entre el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía y el Deportivo Vivanco en la Avenida de los Insurgentes Sur y cuenta su historia. De paso entérate de qué otras maneras puedes apoyar a más lomitos abandonados informándote con Milagros Caninos y otras organizaciones.