¡Súbale al Microbús del Rock, hay lugares (y buenas rolas)!
Imagínate esto: sales de la escuela o del trabajo y de repente pones un pie en tu unidad de transporte y ¡voilà!, te encuentras ya en un antro móvil.
Pero no cualquier clase de antro: uno especializado en música rock, misma que no solo sale de los altavoces, sino que brota de las pantallas en forma de los videos musicales más icónicos de este género.
Esto es exactamente lo que ocurre en El Microbús del Rock, como ya ha sido bautizado por los usuarios. Este micro recorre el sur de la ciudad, específicamente en la ruta 34 que va de Santo Domingo Coyoacán (muy cerca de CU) al Metro General Anaya.
Rueda repartiendo acordes y buena vibra a su paso. Para saber más de este atípico medio de transporte, platicamos con José Eduardo Cortés, Lalo, para los cuates, quien junto con su padre, tuvo la idea de este proyecto que tiene ya varios años rodando.
Más de 70 mil invertidos para “enchular” el Microbús del Rock
“La idea fue sobre todo de mi papá, quien en casa siempre escuchó música rock. Así es como a mí me fue inculcando el gusto por estas bandas que ahora son el soundtrack de este microbús, me dice con orgullo el buen Lalo. “Sin pensarlo se convirtió en una actividad de padre-hijo. La música nos ha unido desde siempre”.
Cuando le preguntamos cuánto les ha costado transformar este microbús en un templo del rock sobre ruedas, lo duda. “Sería difícil calcularle, procuramos siempre irle metiendo cosas nuevas para traerlo siempre al 100″.
“Ahorita, por ejemplo, queremos cambiar ya las cubiertas de los asientos. La parte de la estructura de madera donde está la pantalla la hicimos nosotros a mano. ¿Para qué íbamos a pagar por algo que a lo mejor no nos iba a gustar?”.
“Así que le echamos mano entre los dos, para dejarlo justo como nosotros queremos. A ojo de buen cubero sí son más de 70,000 pesos en sonido e imagen, pero el trabajo que hemos hecho nosotros mismos no lo puedo valuar”.
Al cuestionarle cuál es su banda favorita no duda en decirlo: son los Rolling Stones, es por eso que la unidad tiene el techo interior cubierto de la bandera británica.
Además, tiene un cuadro con la imagen de “sus satánicas majestades”, así como varios stickers y adornos que son alusivos a esta banda.
“Los Rolling Stones son lo máximo. Hace años cuando vinieron a México y tuve el chance de verlos en vivo, yo simplemente no lo podía creer. Era un sueño que tenía desde niño y el poder cumplir algo así es algo indescriptible”.
“Nos encanta el rock, pero no discriminamos en el Microbús del Rock”
La ruta 34 que recorre el sur de la Ciudad de México, es una zona de escuelas por excelencia. Y es por eso que diariamente (al menos antes de que la pandemia interrumpiera las clases presenciales) al Microbús del Rock suben alumnos de todos los niveles: desde primaria hasta universidad.
Para Lalo es una manera de compartir con las nuevas generaciones el gusto por el rock, justo como su papá lo hizo con él. “Hay mucha creencia de que los microbuseros somos cumbiamberos o que nos gusta la banda o el reggaetón.
“Aquí no discriminamos, al final todos escuchamos todo tipo de música en las reuniones o en la calle. Pero, en este micro, lo que se escucha es rock. Y no hemos tenido ninguna queja. Procuramos poner la música a un volumen moderado, disfrutable”.
“A veces los señores o señoras grandes se acercan y me imagino que me van a pedir que le baje el volumen a la música. ¡Cuál es mi sorpresa cuando me preguntan cómo se llama la canción porque les gustó o de plano me piden que le suba! Aquí al cliente lo que pida, ja ja, ja”, cuenta Lalo, divertido.
Conductor de micro por vocación, DJ al volante por ocasión…
Para este guerrero de la selva de asfalto, la música debe ser un disfrute. Y el gusto por el rock lo lleva incluso en la piel. “Para mí son la mejor banda. Hasta me los tatué en uno de mis brazos y también en el pecho”.
Y ni tardo ni perezoso, me muestra sus tatuajes: el del antebrazo y el del pecho, que incluso tiene las palabras ‘Rock n’ Roll’. Pero no solo le gusta esta banda, todo el género le fascina. “Me encantan sobre todo los clásicos: AC/DC, Gun’s and Roses, The Doors”.
Cuando le preguntamos si se aceptan sugerencias de rolas, lejos de ofenderse, dice que es algo que disfruta mucho. “¡Claro que sí! Mucha gente me pregunta que si no tengo tal o cuál rola y no tengo problema con complacerlos.
Mira pa’ qué te alcanza con 300 pesos en estos tianguis de mezclilla
Muchas veces la gente viene cansada de trabajar, o los chavos vienen todos estresados de la escuela. A mí no me quita nada ponerles alguna canción que les mejore su día.
Además, como te dije, trato de que el volumen el Micro del Rock no sea tan alto, o de no poner rock demasiado pesado. Se trata de que la gente lo goce. Uno desde su chamba puede hacer la diferencia”.
Pandemia versus rock: cómo han cambiado las cosas con la covid-19
Al ser la ruta 34, una ruta de escuelas y al estar suspendidas temporalmente las clases presenciales, las cosas han cambiado para ellos: no precisamente para bien.
Sus ingresos se han reducido a la cuarta parte, por lo que esperan que la pandemia les permita trabajar con normalidad.
“Antes de todo esto (la pandemia) teníamos planes para hacerle algunos arreglos a la unidad. No hemos podido cambiar las vestiduras, por ejemplo. Además de los ingresos, se extraña que los chavos se suban a la unidad, contagian su buena vibra”.
Así como a Lalo no le importa que le pidan complacencias, tampoco le molesta que le tomen fotos o videos a su unidad y las suban a sus redes sociales.
“Mucha gente de la ruta ya nos conoce. Por ejemplo, si hay un micro antes, nos esperan a nosotros. No importa que el otro esté más vacío, se esperan a viajar con nosotros”.
“Toman fotos y videos y no me molesta, es parte de la experiencia del viaje. A veces me dicen: “vi tu unidad en el Face” y me da risa, porque aunque no lo hacemos por que se haga famoso sino para que se disfrute, es chistoso que te conozcan”.
Si quieres viajar en el Microbús del Rock, no dudes en buscarlos en la base que se encuentra en el Metro General Anaya, del lado que va del centro al sur, que es donde inicia la ruta 34.
Ahí podrás encontrarte a Lalo (o a su papá), echarte un buen rockcito, disfrutar de los videos clásicos que ponen en la pantalla o hacerte una foto para el Insta o el Face. ¡No olvides el cubrebocas y el gel antibacterial para viajar seguro y a disfrutar de los clásicos del género!