“Tacos Culeros. No están buenos, pero te quitan el hambre“, reza una lona de vinil que de inmediato se robó la atención de los transeúntes y luego de los internautas. Lo primero que uno se pregunta al leer un cartel como este es: “¿Qué lleva a alguien a bautizar su propio negocio con un adjetivo tan despectivo?”, y aún más importante: “¿De verdad esos tacos estarán tan culeros como presumen?“.
Como no hay persona más motivada que un gordo catador de tacos, me decidí a investigar donde se encontraban estos taquechis que se hicieron tan virales en redes sociales precisamente por lo peculiar de su toldo. Y así fue como llegué a Iztapalapa, una zona de la ciudad que se caracteriza por ser pícara y dicharachera.
El genio detrás de este peculiar concepto
Frente a la Unidad Habitacional Militar El Vergel me topé con el puestecito en cuestión. Aprovechando que era el último día de la vacunación, decidieron instalarse temporalmente aquí, aunque no es su ubicación habitual. Muy culeros, muy culeros; pero tenían varios comensales echándoles diente. Son precisamente varios brigadistas de la vacunación del Gobierno de la CDMX los que están saboreando estos taquechis.
En la parrilla se encuentra Daniel Amaro Castillo, de 32 años, quien no deja de palear y voltear la carne. A pesar del nombre que podría desalentar a cualquier, parece que más bien funciona como psicología inversa, porque no deja de llegar gente a echar el taco. Cuando le pregunto por qué decidió nombrar a su negocio así, ni tardo ni perezoso se suelta a contarme la historia:
Antes de tener mi propia taquería le ayudaba a uno de mis tíos en su taquería; él se dedicaba a vender puros de cecina. Un día me llevé una cacerola con suadero, que era especial para mí. No tardó en llegar un compa y me dijo: “¿qué tal el suaderito?, ¿me vendes uno?” y yo por no querer venderle el suadero, que era mío, le contesté: “nel, estos no los vendo, están culeros”. Cuál fue mi sorpresa cuando me contestó: “no importa, échame tres”. Y ni modo, tuve que venderle de mi comida. Y luego ya cada que pasaba ese cliente me preguntaba: “¿ahora no traes de los culeros?”. Se me hizo cotorro y de ahí agarré el nombre.
Tiempo después le vendieron su propio carrito para preparar carne y cuando estaba escogiendo el nombre para su changarro, decidió hacerle honor al cliente que los bautizó por él. “El mexicano a todo le encuentra. Cuántos no le decimos a los tacos de dudosa procedencia pero que igual están ricos, ‘los de muerte lenta’. Siempre andamos que con el suaperro, que el taco de gato. Si por ingenio no paramos, y por ganas de chambear tampoco”.
¿Y sí están culeros los tacos de este puesto?
Tragón que se respeta no perdona la oportunidad de catar unos tacos, y menos cuando se promocionan de manera tan peculiar. En el puesto hay de bistec, de longaniza, de enchilada y campechanos. También hay unos especiales, a los que Daniel ha bautizado como los “culerones”. Estos llevan bistec, longaniza y enchilada. Me pido dos para empezar, y veo con agrado que además del taco llevan su buena ración de papas y frijolitos.
“Cuidado con las salsas, que están bravas. Pero las hago así para que pidan chesco”, me dice Daniel. Y sí: la salsa de habanero está fuerte, pero bien rica. Después de unas tres mordidas tengo listo el veredicto: los tacos culeros, NO ESTÁN CULEROS. De hecho están bastante buenos, para mi gusto.
¡Ay, qué curada! Tacos estilo Tijuana en Taquería Lindavista.
“Dame uno, pero que esté bien culero, ¿eh?”, dice Migue Barbosa, un cliente que se acerca a probarlos. Después de dos probadas, ofrece su opinión: “yo creo que sí son de perro fino, porque están buenos. Además ya no saben a cal, están bien lavaditos”, comenta entre risas. Daniel sigue sirviendo y gritando: “¡Tacos culeros, tacos culeros!, ¡Puro perro fino, de la Condesa y Santa Fe!”. El humor le ha funcionado y la gente sigue llegando curiosa a su puesto. “No creí que hacerle a la mamada llegara a tanto”, dice divertido. ¡No cabe duda que no hay hombre más sincero que un buen taquero!
Tacos y tacones: la cocinera drag que celebra la diversidad.
¿Cuándo y dónde probar los Tacos Culeros?
Lunes: Calles 19 y 8, colonia López Portillo.
Miércoles: tianguis Avenida 1 (cerca del Reclusorio Oriente).
Horarios: desde las 8 de la mañana hasta que se acaben.
¿De qué hay?: Bistec, longaniza, enchilada, campechanos y “culerones”.
Precio por taco: $20.