El manicomio femenil de Donceles: extrañas caras en sus puertas
La leyenda del Hospital del Divino Salvador es tan amplia como las historias de fantamas en la calle de Donceles. Te contamos su historia.
Por: Redacción mn
Aunque ya no es un manicomio, la leyenda del Hospital del Divino Salvador para mujeres dementes, sigue vigente. Ya sea por las historias que rodean este lugar, los tratamientos médicos para enfermas mentales de aquellos días, propios del siglo XVIII, o las leyendas de fantasmas y aparecidos en la calle de Donceles.
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¿Quién fundó el Hospital?
La historia del Hospital del Divino Salvador, también llamado Hospital de la Canoa u Hospital para Mujeres Dementes, comienza con los esposos Sáyago, en el siglo XVII. Este fue el primer albergue para mujeres “enajenadas” en la llamada Nueva España.
Fue a inicios de 1687 que la señora de Sáyago solicitó a su esposo el permiso para albergar y, sacar de las calles, a tres mujeres -entre ellas su prima María de la Concepción- que por haber perdido la razón vagaban por las calles de la ciudad. A María se unieron, Beatriz de la Rosa y Francisca Osorio, dos mulatas dementes.
En aquellos días la casa de los Sáyago, sirvió como refugió para estas enfermas. Al percatarse de la situación, el arzobispo Francisco de Aguiar y Seijas, cedió al matrimonio un inmueble en 1690. La pareja tendría que hacerse cargo de pagar la renta, dar vestido y comida a las mujeres.
Al nuevo hospital mental ingresaron, de acuerdo a registros en documentos, 55 mujeres, de las cuales murieron 26 y mejoraron 29. Al final del nuevo siglo -en esta primera etapa- hasta 1730 cerca de 300 mujeres habían ingresado en la casa.
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¿Cómo funcionaba el manicomio?
La sede del Archivo Histórico de la Secretaría de Salud aún conserva en el pórtico de su entrada la siguiente inscripción: “Real Hospital del Divino Salvador. Para Mugeres, Dementes”.
Con el paso de los años y, la llegada del siglo XVIII, el hospital seguía atendiendo a mujeres con procedimientos, que por aquellos años, se consideraban de punta.
En el hospital se aplicaban tratamientos a las pacientes, que en otros países de primer mundo habían tenido éxito, por ejemplo; se acondicionaron dos habitaciones, una pintada de rojo, color que se creía podía animar a pacientes melancólicas; otra habitación totalmente azul en la que se apaciguaba a las furiosas.
Las habitaciones, como recoge este documento del INAH, estaban iluminadas con cristales de colores coincidentes, que eran colocados con el objetivo de aplicar el tratamiento de luz a las pacientes.
El hospital pasó por varias administraciones y, remodelaciones, para atender la demanda de pacientes que alimentarían la leyenda del Hospital del Divino Salvador. Al final de sus días llegó a contar hasta mil internas, enclaustras en espacios pequeños y en condiciones nada higiénicas.
Toda clase de tratamiento médico se aplicaba a las internas; purgantes, antiespasmódicos, revulsivos y baños fríos de pies, duchas calientes y aplicación de agua, en otras formas. El lugar fue fundado gracias a la caridad, pero esta ya no podía sostenerlo.
En 1897 una noticia del nosocomio se coló a los diarios; una paciente había muerto mientras permanecía amarrada a un sillón. La Patria de México
fue el diario que hizo la denuncia por maltrato a las pacientes.
Leyenda del Hospital del Divino Salvador
La gente que pasa fuera del lugar, nunca imaginaría los horrores que sucedían dentro del Divino Salvador. Durante el Porfiriato (1910) las pacientes fueron trasladas al hospital de La Castañeda: el nuevo manicomio de México.
El Divino Salvador fue cerrado y, atravesando varios cambios importantes en su administración, lo que comenzó a alimentar la leyenda del Hospital del Divino Salvador. Una de las historias más populares es la de los rostros tenebrosos en su fachada.
Esas caras de hombres y mujeres, que aparentemente sufren, tienen un origen muy peculiar cuando se levantó el edificio no existían. Se dice que el arzobispo Francisco de Aguiar y Seijas era tan misógino (lo puedes leer en este libro) que no toleraba solo ver caras de mujeres, por ese motivo también hay caballeros en la fachada.
La carga de historias, decesos y hechos que durante 200 años resguardó el edificio lo convierte en un hervidero para historias de fantasmas y leyendas. Por ejemplo, se dice que un su interior se colocaron varios nichos con vírgenes para tratar de frenar las apariciones fantasmales en los patios y antiguas habitaciones de las enfermas.
También, se dice, que es otro de los edificios chilangos a los que se les ha realizado un exorcismo (recuerda que el primero fue esta fábrica de papel), las personas aseguran que la carga del lugar es muy fuerte.
Otros capitalinos aseguran que de su interior emanan lamentos y gritos desgarradores, nadie puede constatar la veracidad de las historias, ya que los relatos suceden de noche, cuando el Centro se queda vacío.
Actualmente, el inmueble permanece cerrado a los ojos curiosos. En el número 39 de la calle de Donceles, se albergan documentos originales del hospital, fotografías de cuando fue manicomio y objetos relacionados con la salud mental.
Durante años las leyendas acerca de La Casa de los ahorcados ubicada en el número 66 en la misma calle y la masacre de Donceles 98, han alimentado el miedo y las historias de fantasmas. ¿Donceles es la calle más embrujada en el Centro?
Para consultar:
Donceles 66 y su legado arquitectónico
Historia general de las cosas de la Nueva España, editorial Porrúa