En los 90 esta fuente en la Plaza Rufino Tamayo parecía conducir el agua de manera horizontal desde el piso. Flores de los colores favoritos del pintor flanqueaban El Ballet de Londres, una de sus famosas pinturas. Todo un agasajo visual.
Una franja asimétrica, en el cruce de cuatro avenidas principales, al sur de la Ciudad de México le fue suficiente a Teodoro González de León para realizar una ilusión óptica en honor a Rufino Tamayo.
La Plaza Rufino Tamayo se encuentra sobre Insurgentes Sur, esquina con Río Becerra y Av. San Jerónimo, la estación de metrobus más cercana es Doctor Gálvez. La ilusión óptica de la plaza Rufino Tamayo desapareció por falta de cuidado y abandono.
El homenaje arquitectónico al pintor oriundo de Oaxaca fue inaugurado entre 1990 y 1991. Para poder ver la ilusión óptica es necesario llegar al puente de color rojo que está situado sobre la pequeña colina, mirar de frente y directo hacia la fuente.
La obra se percibe más profunda de lo que realmente es, debido al fondo de la fuente original, que actualmente luce abandonada. En ella se aprecia la reproducción de un mosaico: en realidad es una acuarela de Tamayo, la obra es una escenografía del Ballet de Londres.
La perspectiva de la construcción hace que los trazos coincidan con la arquitectura De la Fuente. Es como si fuera un ‘escenario’ para que la obra luciera en todo su esplendor. De hecho, el diseño de la Plaza Rufino Tamayo ganó una mención de honor en la Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito, Ecuador en 1991.
Los elementos arquitectónicos que los expertos alaban de la plaza, se destacan por contar con elementos como; un talud de tierra recubierto de vegetación que actúa como fondo, la pérgola que da luz y sombra a voluntad o las bancas-asientos, una serie de jardineras. La fuente monumental conformada por siete marcos independientes que crean la ilusión óptica es lo más destacado de la plaza.
Al inaugurarse la Plaza Tamayo, en aquellos años, la cascada de agua que caía sobre los mosaicos y luego que por inercia bajaba por los marcos ofrecía un espectáculo visual sin igual: formaba un espejo de agua al centro, parecía que el agua fluía horizontalmente por el piso. Toda una obra destacada. Digno homenaje a Tamayo.
En nuestros días, en las inmediaciones, se puede apreciar el paso de personas en situaciones de calle que se han apoderado del parque: el deterioro de los mosaicos es evidente. El agua no fluye más en vertical.