Ed y Lorraine Warren son todo un hito en cuanto a investigación paranormal se refiere. A pesar de ser llamados charlatanes, lograron meterse en la cultura popular de occidente y convertirse en un referente obligatorio para todos aquellos que gustan del terror y sucesos sobrenaturales.
La Ciudad de México, al ser un lugar donde conviven cientos de historias fantásticas, tiene algunas que seguramente pudieron ser parte de sus archivos. Aquí te contamos las más escalofriantes.
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Historias de muñecas poseídas, casas embrujadas y casos paranormales
Si algo ha permanecido en el imaginario de todo niño (y no tan niño) es la existencia de entes o seres sobrenaturales que habitan casas, objetos y hasta los juguetes más enternecedores.
Los muñecos diabólicos
Casi igual de vieja que la humanidad es la creencia acerca de muñecos antropomorfos que poseen atributos sobrenaturales o atrapan espíritus dentro de ellos.
En ocasiones, tienen fines benéficos como las estatuillas de santos o dioses. Su labor es protegernos contra el mal y ayudarnos a encontrar el equilibrio espiritual. Pero hay otras figurillas que, al contrario, son elaboradas con el propósito herir o acabar con la vida de su portador.
En los archivos Warren encontramos la famosísima Anabelle, una muñeca de trapo que, en los años setenta del siglo pasado, fue regalada a una chica por su cumpleaños.
Se cuenta que el juguete comenzó a moverse solo, iba de un espacio de la habitación a otro y era hallada en distintas posiciones. Poco después, presentó sangrado en partes específicas de su cuerpo: espalda, pecho y manos, como si alguien la castigara.
Las dueñas de la muñeca comenzaron a recibir ataques y se dieron cuenta de que Anabelle estaba poseída por un demonio. Lo demás pasó a la pantalla grande como una de las películas que más miedo han provocado en los últimos tiempos.
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En México tenemos un acervo considerable de figuras endemoniadas. Desde las que son usadas en la santería como objetos por los cuales infringes daño a las personas, hasta antiguas muñecas de celuloide (las famosas muñecas de sololoy) hechas en los años cincuenta, que en casa nadie quiere por su realismo macabro.
Pero la más antigua de todas las que conocemos es de trapo y está relacionada con un pacto demoniaco novohispano.
La muñeca del pacto con el demonio del AGN
Este caso lo protagonizó el religioso Francisco Xavier Palacios en 1782. Había entrado a la vida religiosa desde muy joven, aunque se hallaba perdidamente enamorado de una mujer mayor que él: Josefa Sosa.
Su intenso amor hizo que quisiera abandonar los hábitos, pero su enamorada se negaba rotundamente ya que estaba casada y esto traería terribles problemas. En términos actuales: aquella dama novohispana no quería que se le juntara el ganado.
Desesperado por la negativa de su amante, Francisco intentó suicidarse un par de veces, pero hasta eso le salió mal. Solo le quedó una opción: pactar con el demonio.
Cuenta el relato que el religioso pidió al Maligno que le ayudase a salir del monasterio y que pudiera gozar sexualmente a todas las mujeres.
El demonio accedió a su petición y le dio unos polvos con los que podría escabullirse del convento cuando quisiera y acceder de forma carnal a la mujer que los tomara. Finalmente el diablo dio instrucciones a Francisco para que Josefa le hiciera una muñeca de trapo para adorarlo.
Pero conforme el tiempo pasó, la desesperación en la que vivió a causa del pacto demoniaco fue tanta que él mismo se entregó a la Inquisición y confesó lo que hizo.
La muñeca aún existe y se encuentra en el Archivo General de la Nación. Investigadores como Alfa Lix Cano han comentado que realmente la figura servía de fetiche al religioso.
En el expediente inquisitorial se narra que la misma Josefa Sosa testificó ante el Santo Oficio que esa figura la hizo para que su amante la pudiera recordar en sus días de encierro en el convento.
No obstante hay quienes no entienden de razones históricas y perjuran que la muñeca esta poseída gracias a un pacto demoniaco que tiene más de dos siglos.
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La Pascualita
Es el maniquí más famoso de México. A pesar de vivir en Chihuahua, tiene una estrecha relación con la capital chilanga. Se dice que doña Pascualita Esparza Perales de Pérez la adquirió tras una visita al Puerto de Liverpool ubicado en el Centro Histórico.
La estatua de cera se convirtió en una sensación gracias al realismo de sus facciones, principalmente de sus manos, de tal suerte que la gente llegó a comentar que era en verdad la momia de la hija de la señora Pascuala y no un maniquí como se pensaba.
Muchos aseguran que la figura, siempre vestida de novia, a veces sonríe y cambia la expresión de su rostro.
Solo una vez ha desaparecido la Pascualita y fue para traerla de vuelta a la Ciudad de México; sin embargo los chihuahuenses juran que el maniquí que regresó a su estado no es la original porque las manos han cambiado. ¿Se habrá quedado en tierras chilangas?
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La casona de Fidel
La historia de este escalofriante predio es más que digna para el archivo de los Warren. Fidel, un joven politécnico, vivió la locura y el desenfreno de los años setentas.
Comenzó a experimentar con nuevas formas de religiosidad hasta que un día dio con rituales satánicos. No se sabe el porqué vivía con sus abuelos, pero fueron ellos los que vieron con preocupación la transformación de su nieto de un buen estudiante a un ser retraído y lleno de odio.
Cuenta la leyenda urbana, que el joven acabó con su vida por medio de un ritual llevado a cabo justo en la alcoba de los abuelos, donde se suicidaría con una cadena en su habitación.
Este relato escaló la fama gracias al mítico programa de la Mano Peluda, conducido por Juan Ramón Sáenz, en una de las emisiones inolvidables para toda una generación que vivió miedo el conductor en vivo durante su transmisión.
La casa Negra de la Roma
Muchas personas confunden la Casa Negra de la colonia Roma con la Casona de Fidel pero son distintos sitios. La primera está ubicada en el predio justo en la esquina de Álvaro Obregón e Insurgentes, y es digna de los archivos de Ed y Lorraine Warren.
Los inicios míticos de este lugar se sitúan al principio del siglo XX, cuando supuestamente fue un hospital informal para los infectados de tifoidea que para esos años eran muchísimos.
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Ya para la época cardenista, el predio sufrió un terrible incendio. La leyenda cuenta que muchos de los enfermos internados ahí murieron y sus almas quedaron atrapadas en el sitio.
Tras ser reparada, gracias a su excelente ubicación, el sitio fue vendido rápidamente a una familia de apellido Mondragón, pero al poco tiempo murieron en el predio por causas desconocidas.
Nadie puede asegurar que esto sea cierto, lo que sí es que actualmente el número 191 de la colonia Roma se encuentra vacío. Muchos de los que se escabullen en la casa para experimentar el miedo a lo desconocido cuentan los cambios de temperatura, gritos y movimientos de objetos que se dan ya entrada la noche.
Al final, las historias paranormales invaden las calles chilangas: casas embrujadas, muñecas diabólicas y endemoniados que no le piden nada a las que encontramos en el acervo de los Warren.
Seguramente que tú sabes de alguna que es más terrorífica que las que relatamos, ¿nos la cuentas? Seguro que la incluiremos en otra entrega de los relatos de la ciudad fantástica.