Vivir en la Ciudad de México es sinónimo de coexistir con los espacios de comercio itinerante en las calles, el movimiento de los marchantes, compradores y curiosos y el jolgorio de las frases de tianguis.
Pero esto no es cosa reciente: ya desde tiempos prehispánicos la costumbre de la vendimia estaba muy arraigada en nuestro territorio chilango.
La etnohistoriadora Amalia Attolini da cuenta en sus investigaciones de cómo en el tianguis de Tlatelolco, el más grande Tenochtitlan, se reunían alrededor de 50 mil personas a ofertar y comprar una gran variedad de mercancías.
No es de extrañarse entonces, que con tanta gente practicando el comercio callejero desde tiempos ancestrales, los chilangos hayamos desarrollado buen colmillo para la compra y el regateo.
Según el Diccionario de Americanismos, en nuestro país vecino Cuba, regatear es “la lucha de dos competidores por alcanzar la meta en primer lugar”.
Este diccionario menciona una segunda acepción que se utiliza en Perú, con un significado muy similar: “la pugna de velocidad de dos conductores en la carretera”.
Solo el DRAE recoge la acepción que nosotros los mexicanos reconocemos y practicamos: “Dicho del comprador y del vendedor: debatir el precio de algo puesto en venta”.
Frases de tianguis que todo chilango debe manejar
Más allá de debatir —un término que a los chilangos nos viene guango—, el regateo es un arte en el que se debe dominar un argot específico. El regateo, más que un debate, es una medición de fuerzas, un estira y afloja en el que hay que estar a las vivas para no salir trasquilado.
Desde el lenguaje se ve cuando alguien es bueno en este arte que se practica tanto en los tianguis de chácharas como en otros mercados sobre ruedas.
Por eso aquí te ofrecemos las indispensables frases de tianguis para que le entres a este menester sin miedo y te lleves esa preciada chacharita, a la que ya le echaste el ojo, a un precio justo.
Apañar/amachinar: muchos de los tianguis de chácharas y antigüedades son mañaneros, por lo que llegar temprano es esencial para asegurar las mejores mercancías. Un buen rompehielos es llegar con el vendedor y decirle: “¡Buenas! ¿Esto es todo lo que trajo o ya me ganaron y se amachinaron algo?”. En ocasiones, el vendedor no ha terminado de ponerse o hasta guarda mercancías especiales en sus cajas, por lo que es buena estrategia para salir ganón.
Bailar (1): valer. Para preguntar cuánto vale algo, basta con señalarlo en caso de no estar a la mano o incluso tomarlo del suelo, como con las chacharitas más pequeñas. Luego se pregunta: “¿Cuánto baila?” para conocer su precio.
Bailar (2): timar, engañar, estafar. En el mundo de la cháchara, hay que estar a las vivas o te puedan dar gato por liebre. Una supuesta antigüedad puede no serlo y puedes terminar pagando bastante más de lo que vale. En ese caso, el comerciante “te bailó”.
Chacharear: según el Diccionario breve de Mexicanismos de Guido Gómez de Silva, una cháchara es una “cosa de poco valor, baratija”. Este término también ha devenido en verbo: “chacharear”. Según este mismo diccionario, chacharear es “vender o comprar chácharas, baratijas”. Pero ojo: esto es relativo, pues salir a comprar chácharas no siempre resulta barato. Algunas de ellas pueden costar varios cientos o incluso miles de pesos al tratarse de antigüedades.
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Huachinango: reloj de pulsera. Es una deformación de la palabra inglesa watch. En el registro oral chilango, watch pasó a wacho (o guacho/huacho) y finalmente a huachinango. Cuando busques un reloj, pregunta por un huachinango, te aseguramos que te hará ver como un conocedor en la materia y evitará que te hinquen el diente.
Ciego: 100 pesos. Por cercanía fonética con la palabra cien, puedes ofrecer “un ciego” por algo cuyo precio original es ligeramente superior a los 100 pesos.
Curiosa: otra manera de llamarme la cháchara. “¿Cuánto por esa curiosa?” es otro rompehielos en el que el vendedor se dará cuenta de que eres entendido en el arte de la compra y las frases de tianguis.
Cri-cri: 500 pesos. Término sólo para entendidos en el mundo de la cháchara (se recomienda solo con vendedores de la vieja guardia, sobre todo en las antigüedades). “¿Me aceptas un cri-cri?” se le dice a alguien que está buscando 700 pesos por una mercancía. A veces el producto está originalmente en 600 pesos, por lo que el comprador oferta 400. Para zanjar la controversia, el vendedor contraoferta: “ya, ni tú ni yo: dame un cri-cri y llévatelo”.
Diego: Término con doble significado. En el caso de las chacharitas más baratas (juguetes u otros no coleccionables) ofrecer “un Diego” es común para referirse a 10 pesos. Sin embargo, cuando se trata de cosas de precio más elevado, puede significar también 500 pesos, debido a que Diego Rivera es el rostro representativo de los billetes de esa denominación.
Francisca: en México, el hipocorístico de Francisca es Paca o Paquita, por lo que en un juego de palabras, al acto de ir la rebusca de ropa de segunda mano (ropa de paca) se le llama también “ir a la Francisca”. El verbo “paquear” también es común y cuando llega mercancía nueva a la que no se le ha metido mano, se dice que “se abrió paca”.
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Kilito: 1000 pesos; derivado del acortamiento de kilogramo, que significa mil. Este término es muy usado en los tianguis de antigüedades y puede ser confuso para algunos. Si el vendedor te pide “un kilito”, tranquilamente puedes decirle que si ya es precio o te acepta 800. Ahora que si la mercancía está ligeramente arriba de 1000 pesos, el que ofrece el kilito por ella serías tú.
Mano/manita: este es uno de los términos más engañosos y puede sonar raro para los no iniciados. Al preguntar el precio de algo, el vendedor puede contestarte que cuesta “una manita”. Esto es una analogía con los cinco dedos de una mano, por lo que una manita pueden ser tanto 50 pesos, 500 o 5,000 pesos.
Medio: significa la mitad de un precio cerrado, que puede ir bajando de 50 en 50 o de 500 en 500. Si algo cuesta 200 pesos y crees que el precio puede bajar, al vendedor le ofertas “uno y medio” o “un inmediato” para que se baje a 100. En el caso de las antigüedades los precios suelen subir incluso a miles. Si algo cuesta 3,000, por ejemplo, puedes “ofrecer 2 y medio”.
Una milpa: 1000 pesos. Cuando se trata de precios más altos, los vendedores ponen precios iniciales un poco más elevados, pues estiman que habrá regateo, así que establecen un margen para bajarse. Por ejemplo, pueden pedirte por algo 1,300. Tú puedes revirarle, “¿qué, una milpa y se arma?” y es probable que el precio baje al menos 100 o 200 pesos respecto al precio inicial.
Milanesa: 1000 pesos. Funciona igual que la “milanesa”. Cuando te dan un precio ligeramente superior a 1000 pesos, puedes ofrecer una milanesa para cerrar el trato. “¿Qué pasó Don, amaneció de malas? ¿Cómo que 1,200? ¿Me acepta una milanesa y nos vamos recio?”.
Milagro: 1000 pesos. Se utiliza igual que milpa y milanesa.
Sor Juana/ Sor Juanita: 200 pesos. Esto se debe a que en los billetes de esa denominación está impreso el retrato de Sor Juana Inés de la Cruz, la décima musa.
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Par/parcillo: 200 pesos. El término proviene de un par de billetes de cien y el diminutivo de par, parcillo, es bastante usual. Suele ser el vendedor el que lo usa (“dame un parcillo y llévatelo), pues si el comprador lo usa puede confundirse con que se están solicitando dos mercancías o productos iguales.
Peseta: 25 pesos. Antiguamente, en México se acuñaban monedas de 25 centavos. Según la Sociedad Numismática de Monterrey estas monedas de 25 centavos se llamaron popularmente “pesetas” (no confundir con la antigua peseta española). Se cree que la palabra viene del catalán peceta, que significa “piececita”. Hoy el valor de 25 se mantiene, pero ya no en centavos, sino en pesos. Ofertar por algo “una peseta” o “una pesetita” es ofrecer 25 pesos. Un térmico muy alineado a la vieja guardia de los vendedores.
Petra: al igual que peseta, “una petra” son 25 pesos. La “petra” se usa con bastante frecuencia en los tianguis de juguetes de segunda mano. Una petra es un precio bastante usual para coleccionables de las antañas cajitas felices, solo si se encuentren en buenas condiciones. Si te gusta comprar este tipo de juguetes, seguramente escucharás este término con frecuencia.
Querétaro: una manera de iniciar el regateo es preguntar al vendedor: “¿cuánto vas a Querétaro?” es decir “cuánto vas a querer”. Ese es el pie para que él o ella te dé su primer precio.
Quinientón: 500 pesos. Más que en las chácharas baratas, el quinientón es un término que se usa más en los tianguis de antigüedades, donde los precios son altos. Lo suele usar el comprador, casi nunca el vendedor. Si una merca a la que ya le echaste el ojo está por ahí de los 700 pesos, puedes ofrecer “un quinientón”. Directo al grano.
Tostada: de acuerdo con el Breve diccionario de mexicanismos, la palabra tostón significa “moneda de 50 pesos”. Actualmente se conserva la denominación en billete de 50 pesos, pero ya no en moneda. Por cercanía fonética la palabra tostón pasó migró a tostada. Así, ofrecer “una tostada por una mercancía” es ofertar 50 pesos por ella.
Voladito: en ocasiones, ni el comprador ni el vendedor dan su brazo a torcer. En estos casos al vendedor se le puede ofrecer “un voladito”, es decir, un juego de azar con una moneda en la que la suerte determinará si el precio del vendedor es el que se respeta o la oferta que hizo el comprador.
¿Qué dices, ya te sientes más docto en el arte del regateo? ¿Qué otras frases de tianguis chilangos conoces? ¡Compártelas con nosotros!
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