Historias de fantasmas y brujería en cementerios chilangos
Las historias de brujos y fantasmas en cementerios de la CDMX abundan en el imaginario de los chilangos. Te contamos las más aterradoras.
Por: Jesús Campos
El cementerio es uno de los espacios lúgubres por excelencia. Desde hace siglos, existen relatos de personas temerarias que irrumpen por la noche el camposanto y encuentran de frente a seres sobrenaturales que les exigen un pago muy alto por su osadía.
También se sabe de brujos que llevan a cabo sus rituales dentro de ellos por ser considerados lugares donde abundan energías de naturalezas desconocidas.
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Leyendas en cementerios de la CDMX
A continuación reviviremos algunas de estas terribles historias que tuvieron como escenario nuestra capital.
Mujeres de blanco en San Isidro
El fantasma por excelencia de las últimas moradas es la mujer de blanco. Un ser sobrenatural nombrado de muchas formas en distintas tradiciones a lo largo del planeta.
Banshee en el folclore inglés, Dama Branca en Brasil y en México Llorona, Xtabay o Siguanaba.
Generalmente estas temibles fantasmas se aparecen a los hombres para castigarlos porque ellas, en vida, fueron víctimas de la violencia ancestral a las mujeres por parte del machismo. Pero curiosamente cuando el escenario son los camposantos no cumplen con esta misión.
En el Panteón de San Isidro por ejemplo, en la alcaldía de Azcapotzalco, se ha visto a este espectro rondar por las tumbas llorando y desaparecer súbitamente.
Existen historias de gente que relata que van tras ella y los conduce a la lápida donde está grabado su nombre. Pero las apariciones no solamente ocurren dentro del camposanto sino fuera de él.
Muchos relatos de taxistas aseguran que en avenida San Isidro han llevado a una joven en la noche justo frente a las puertas de la morada de los muertos.
Ahí, ruega que se le espere porque va a pedir dinero a sus padres para pagar y al dirigir sus pasos a la puerta del cementerio desaparece.
Generalmente, los conductores deciden marcharse del lugar cuanto antes, no sea la de malas y, en verdad, salgan los parientes a saldar la cuenta.
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La niña fantasma de Facundo
El ejemplo clásico de fantasmas de cementerios en la historia reciente chilanga lo protagonizó el actor de televisión Facundo, hace ya más de quince años.
Su irrupción al camposanto en la madrugada fue grabada para el programa Incógnito. Durante buena parte de la transmisión, se pueden apreciar cómo mientras camina, el comediante maldice y reta a los espíritus que supuestamente ahí habitan.
No cree en ellos y lo grita a voz en cuello. Armado con una cámara casera, imitando la célebre película de La bruja de Blair (1999), muestra que, entre las tumbas postrado frente a una lápida, hay un ser vestido de blanco con largos cabellos que está rezando.
Aterrado pregunta:
—Amiga, ¿cómo te llamas? ¿Amiga?
El ser voltea su rostro y el efecto de la cámara hace que los ojos brillen de forma impactante. Facundo corre y maldice, pide ayuda a sus compañeros pero nadie acude a su llamado.
El actor nunca ha explicado si el espanto fue realizado por el equipo de producción, o si simplemente juega con las interpretaciones de los que lo vimos.
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Hace unos meses en el programa de YouTube La Cotorriza, Facundo comentó que aún no se explica cómo sucedió y duda que sus compañeros planearan la aparición, ya que no se tenía contemplado como locación el cementerio al que acudió.
Sea verdad o mentira, la niña fantasma quedará dentro del mundo sobrenatural de la ciudad fantástica.
Santería y brujería en los cementerios chilangos
En la mayoría de las ocasiones, los muertos son temidos por la sociedad y bajo ninguna circunstancia se quiere tener contacto con ellos. Pero hay diversos rituales religiosos de diferentes credos que requieren partes de huesos humanos para que surtan efecto.
Se cree que producen que el espíritu del muerto quede a merced del sacerdote o brujo que llevó a cabo el ritual y obedezca cada mandato que se le haga, sea bueno o malo.
De ahí que todos los panteones chilangos de zonas populares, como el de Guadalupe Hidalgo en la Martín Carrera, tengan fama de ser lugares donde la profanación de cadáveres se haga de forma usual.
Ya sea pagando por ellos a la misma gente que trabaja en el sitio o por medio de la irrupción al cementerio por las noches, el saqueo de restos humanos se lleva a cabo con diversos fines rituales.
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El santero y el robo de huesos
La santería es la religión que más fama tiene de llevar a cabo estos saqueos, aunque esta aseveración no es del todo comprobable.
Los mismos devotos de este credo aseguran que se les confunde con una variante también de origen africano conocida como Palo Mayombe. Sin embargo en México, desde que la prensa en 1989 asoció el caso de Adolfo de Jesús Constanzo, el Narcosatánico, se generaliza que todos los creyentes de Elegua y Yemayá realicen estas acciones.
Un ejemplo de esto lo encontramos en el panteón de San Nicolás Tolentino en Iztapalapa, donde detuvieron a tres personas vinculadas al crimen organizado, que llevaban en un costal restos humanos. Inmediatamente fueron señalados como santeros.
La brujería y los panteones
Desde la brujería se sabe que se llevan cabo estos rituales. Las brujas y nigromantes durante siglos fueron los profanadores de cuerpos por excelencia y de otros elementos tomados de los cementerios.
La tierra de panteón es uno de ellos. Al ser alimentada por restos humanos, causa efectos negativos cuando es utilizada en pociones. Hay historias de personas a las que se les ha dado de comer este tipo de polvos para que enfermen, les vaya mal en negocios o incluso mueran.
Quizá el hechizo más conocido realizado en los cementerios son los amarres. Prácticamente no existe un solo camposanto chilango que no tenga este tipo de brujería.
Si uno busca en la red, encontrara cientos de videos donde muestran bultos o botellas enterradas en tumbas que tienen dentro de ellas muñecos de trapo con fotografías y aceites; cartas escritas a mano que decretan el enamoramiento e incluso animales muertos como el colibrí.
A pesar de lo que se cree, este tipo de elementos mágicos son muy antiguos y los encontramos en documentos de la inquisición, donde principalmente mujeres llevan a cabo magia amorosa. Al parecer el amor y la muerte están ligados desde tiempos inmemorables.
Enterrar a los muertos es uno de los primeros rasgos principales que llevó a cabo la humanidad cuando generó cultura. El miedo a que el cadáver fuera devorado por un animal carroñero hizo que comenzaran los entierros entre homo sapiens e incluso neandertales.
También, la podredumbre del cuerpo fue completamente traumática y sumamente peligrosa. Por ello, los cadáveres fueron vinculados de inmediato con enfermedades y se les comenzó a asociar con ser portadores de muerte para los vivos.
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A pesar de que han pasado miles de años y actualmente estemos invadidos de ciencia y tecnología, el miedo al mundo de los muertos sigue presente en nuestra sociedad, ya sea por relatos de mujeres y niños que aparecen en panteones, o brujos que profanan tumbas para lograr a toda costa lo que quieren.
Nos estremece la incertidumbre de saber si hay vida después de la muerte y, mientras no tengamos la certeza de ello, procuramos dejar en paz a los que ya se fueron. No sea que los molestamos de más y nos vengan a contar de viva voz qué es lo que nos depara el destino.
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