Las estafas en la CDMX están a la orden del día. Acá van algunos ejemplos de las situaciones más comunes que han desbancado a los chilangos.
ESTAFAS EN LA CDMX
¿Dónde quedó la bolita?
Una pequeña pelota salta de un vaso a otro y aunque la víctima cree seguir cada uno de los pases del estafador, quien es apoyado por uno o dos cómplices disfrazados de espectadores, nunca adivinará cuál es el vaso correcto.
Una estafa común bajo la apariencia de un juego inocente.
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Me encontré dinero
Un hombre se acerca a otro y le dice que acaba de encontrar un fajo de billetes gordos. El siguiente paso es meter el paquete de dinero en el bolsillo del incauto, pedirle que cuente la suma en un sitio privado y que deje algo de valor como garantía de que volverá. El estafador aprovechará la ausencia para huir, mientras la víctima descubre que el fajo es solo un montón de periódico escondido entre algunos billetes falsos.
La habilidad para mentir, la avaricia y la rapidez de la situación son los motores de esta estafa en la CDMX.
El teléfono roto
Dos personas chocan en la calle y una deja caer un teléfono que probablemente ya estaba dañado. Después, el supuesto afectado reclamará dinero a cambio del teléfono roto, y como lo más probable es que reciba una respuesta negativa, llamará a un grupo de cómplices cuyos “métodos persuasivos” incluyen golpes y amenazas.
Necesito ayuda
La vulnerabilidad es una forma de provocar la empatía de los demás. Mientras más fibras emocionales se despierten en el otro, y mientras menos se tenga a la mano un detector de mentiras (a.k.a. colmillo), es más probable que la víctima caiga.
Son comunes las historias de personas que fingen haber sido asaltadas, encontrarse en un momento de apuro o hasta tener alguna discapacidad.
Una de las más típicas: alguien apurado y con un mal gesto dice que necesita hacer una llamada, pero cuando recibe el teléfono huye con él o contacta a una persona coludida que pronto llegará para quitarle dinero o ponerle un cuatro al alma buena que prestó su ayuda.
Robo de tarjetas
Las recomendaciones de no tener contacto con desconocidos al utilizar un cajero automático no son gratuitas.
Por lo común, el modus operandi implica la presencia de un distractor, cuyo trabajo será aprovechado por su secuaz, quien estará a cargo de intercambiar la tarjeta verdadera por una falsa en el momento en que la persona que hace la operación quita la vista del cajero.
También hay estafadores más directos: actúan con agilidad, por lo que la víctima no reacciona a tiempo, o insisten amablemente para que se les permita intervenir en la operación.
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