Cultura, arte, parques y comida deli: De paseo por Azcapotzalco
Aunque es una zona de la ciudad que no suele figurar mucho, Azcapotzalco tiene muchos lugares increíbles y vale la pena darnos una vuelta.
Por: Paola Loera
¿Qué tan bien conoces Azcapotzalco? La verdad es que es una zona que no suele figurar tanto, sin embargo, está llena de grandes hallazgos gastronómicos, lugares culturales, parques públicos y mucha historia. Eso sí, también tiene sus áreas no tan chidas, pero esto ocurre en cualquier lugar del mundo, la cosa es hacerle caso al sentido común. Lo que podemos asegurarte es que te va a sorprender todo lo que puedes hacer en este rincón norteño de la ciudad.
Entre sus construcciones del siglo XIV, árboles floreados, los edificios llenos de mosaicos de colores y su historia hay mucho por deshilachar, un día no basta para conocerla. Pero no te preocupes, nos hemos lanzado a rodar una parte de Azcapotzalco para armar una guía de principiantes. En el camino nos encontramos gente que nos platicaba acerca de la alcaldía y sus lugares favoritos, así que quedó muy chida. ¡Ámonos a pasear por Azcapo!
Una visita al hormiguero
Si no vives en la zona probablemente desconozcas que Azcapotzalco significa en náhuatl “en el hormiguero”, algunos relatos de historiadores mencionan que se debe a la gran cantidad de personas que vivían ahí, otros aluden al mito en el cual Quetzalcóatl bajó en forma de hormiga para entregar granos de maíz a la humanidad. Lo que sí se sabe es que Azcapotzalco fue una gran ciudad desde la época teotihuacana, aquí se asentaron grupos de tepanecas.
Aunque esta civilización tiene alrededor de 2 mil años, aún es posible ver posible ver algunos vestigios de este pasado prehispánico en la zona. En el corazón de la alcaldía, por ejemplo, se encuentra la Parroquia de Azcapotzalco, donde se encontraron algunas piezas y se cree que debajo de esta se halla una importante pirámide. Justo como lo que ocurre en el Zócalo de la CDMX.
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A un par de calles se encuentra el Paseo de las Hormigas, un proyecto en el cual se han encontrado vestigios de lo que se cree fue un barrio residencial. Llegar aquí es complicado, ya que el área se encuentra acordonada y el comercio ambulante rodea la zona. A decir verdad, aún no nos perdemos de mucho, en este momento los arqueólogos e investigadores se encuentran escarbando, como si estuviera en obra negra, pero se pretende dejar esta zona abierta para un mayor acercamiento al pasado prehispánico.
Cultura para todos
Para todos los visitantes y vecinos de la zona se encuentra la Casa de Cultura, una de las más grandes de la ciudad y con decenas de actividades diferentes. Desde que llegas aquí te sorprendes con el imponente inmueble, una casona ecléctica porfiriana que ocupa casi toda la cuadra. Este inmueble albergó el Ayuntamiento durante la época Porfirista, pero en 1991 pasó a ser un sitio dedicado a la divulgación del arte y la cultura.
Aquí hay salas de exposiciones, enormes murales y un jardín de rosas, además, se ofrecen talleres de teatro, pintura, música e incluso meditación a muy bajo costo ¡Yay! La única mala noticia es que debido a la pandemia estos se suspendieron, incluso la entrada a la Casa de Cultura está sumamente limitada. Según el policía, con el cambio al semáforo verde se reanudarán actividades y se podrá visitar el complejo cultural, por ahora sólo nos queda esperar. ‘En veces’ la vida no es como queremos.
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Un encuentro artístico y sabroso
Después de tanta vagancia a uno le comienza a rugir la tripa, por lo que nos dirigimos a la Nueva Santa María, una colonia residencial de los años 50, en la cual han abierto varios proyectos muy interesantes. La parada obligatoria es Encuentro Santa María, un sitio que surgió para dar a conocer a los pequeños negocios que estaban surgiendo en el barrio. Poco a poco se corrió la voz y llegaron creativxs de Santa María la Ribera, Clavería, Tacuba y más zonas aledañas, de esta forma se convirtió en un punto de encuentro de expresiones gastronómicas, pictóricas y demás piezas norteñas.
Llegamos a Encuentro Santa María para probar el pan de muerto oaxaqueño -ese que tiene un alfeñique con forma de cabeza- de Taller Sirop, pero nos sorprendimos con la enorme variedad de panes y galletas que tienen. Muy delicioso todo. También hay chocolate oaxaqueño de un señor que se pone a vender en el Parque Revolución, café libre de agroquímicos, salsas, prints y hasta pasta fresca.
Después nos dirigimos a un clásico de la zona, un café poco convencional que no pierde su magia pese al paso del tiempo: Minichelista. ¿Qué hace tan especial a este lugar? Que es un lugar con una personalidad que dista al imaginario de lo que es una galería o un café. El espacio es una casona de finales del siglo XX llena de murales y piezas artísticas que toman elementos de su entorno para crear algo estridente y nuevo. Cada rincón es una oportunidad para descubrir algo nuevo y pasarla muy a gusto, ya que te hacen sentir parte de la familia.
El parque del gobernador supremo
La última parada fue para relajarse y ver el atardecer, porque sí hay lugares para disfrutar de la puesta del sol en la ciudad. Colindando con el Estado de México se encuentra un enorme diseñado por el arquitecto mexicano Mario Schjetnan y nombrado en honor a un importante gobernador mexica. El Parque Tezozómoc es un lugar que se disfruta en familia, como cuando vas a Chapultepec, sólo que aquí no es tan concurrido.
Este lugar tiene 17 hectáreas de áreas verdes y un lago donde podrás ver algunos patos, aves y peces; también hay algunas canchas, una pista y un teatro al aire libre, pero por la pandemia apenas están regresando las funciones. Este lugar de esparcimiento es un icono de Azcapotzalco, antes de la construcción del Parque Bicentenario, este era el principal pulmón de la alcaldía y punto de reunión, aunque hoy en día muchos vecinos están volteando al nuevo espacio recreativo, este sigue siendo un consentido.
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5 datos muy curiosos de Azcapotzalco
- Delegación floreada
Los enormes árboles de flores naranjas que cubren la delegación se llaman Tulipanes Africanos. Pueden ser considerados una plaga, pero también son el hogar de cientos de colibríes que aprovechan el polen de sus flores. Si se te acerca uno, pide un deseo.
- José Antonio “El Chintololo” Urdapilleta
En la plaza de la Delegación Azcapotzalco se encuentra una peculiar estatua dedicada a uno de los vecinos más queridos del barrio: el arqueólogo y cronista José Antonio Urdapilleta. “El Chintololo” se dedicó al estudio y rescate de las tradiciones de la delegación. Bien chido él.
- Los de Azcapotzalco son… ¿nalgones?
A los nacidos en Azcapotzalco se les conoce como “chintololos”, que viene del náhuatl chintli, asentaderas, y tololontic, redondo. Según el arqueólogo José Antonio Urdapilleta esto se traduciría algo así como los de las asentaderas redondas o nalgones. ¿Alguien confirma?
- El príncipe de Azcapo
Otro de los ex vecinos más queridos de este barrio es José José, quien vivió durante su infancia y juventud en la colonia Clavería. Tras su muerte se colocó una estatua del Príncipe de la Canción en el Parque de la China.
- El pozole más famoso de México
Una de las creaciones más populares que le ha dado Azcapotzalco a Chilangolandia es el pozole de la Casa de Toño. Por ahí de 1985, Toño decidió dejar la escuela y comenzar a vender pozole afuera de su casa, de ahí consiguió un local y el resto es historia. Aún puedes comer en la primera sucursal de este restaurante.