Un jarrón art nouveau descubierto en el tianguis de La Lagunilla a finales de los años 60, fue lo que despertó el interés de Ignacio Holt y su esposa Beatriz Mendivil por coleccionar todos los artículos posibles dentro de esta corriente. Mientras la colección crecía decidieron que necesitarían una nueva casa, del mismo estilo, donde guardarla. Así nació la que se conoce como Casa Holtz en 1989.

La casa, que más bien es una mansión, asoma sus acabados que pueden ser admirados desde la calle. Incluso en las banquetas de la esquina donde se encuentra el predio, también se puede apreciar un diseño de líneas que simulan listones que acompaña a la casa. Sin embargo, la mayoría e la fachada se encuentra casi oculta entre follaje, dos columnas y una reja verde es lo que se alcanza a apreciar. Para descubrir los detalles hay que mirar más de cerca.

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Rodeada por una reja modernista y una barda de protección, la entrada principal se encuentra justo en la esquina de las calles Monte Ararat y Sierra Gorda de la colonia Lomas de Chapultepec. Parado ahí se pueden observar los majestuosos ventanales decorados con aleros semiesféricos que parecen cortinas e concreto. En l a parte trasera, tres ventanas se asoman entre el follaje.

La residencia parece sacada del año 1900, lo que sorprende que en realidad pertenezca a casi final del siglo, cuando el estilo art nouveau ha pasado completamente de moda. Lo anterior también fue motivo de que su construcción fuera un gran reto, cada pieza tuvo que realizarse desde cero después de pruebas exhaustivas entre carpinteros y herreros. Para facilitar la hazaña, fue necesario crear en el interior su propio taller de carpintería, tapicería y resina. El resultado final podría ser un excelente homenaje a Hector Guimard y Victor Horta, arquitectos insignia del art nouveau en Europa.

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Si por fuera la Casa Holtz es una fantasía, por dentro se supera. A pesar de contar con el título de la residencia art nouveau más grande del mundo por el Museo d’Orsay, no se permite la entrada, por lo que existen pocos testigos que han presenciado los vitrales y la colección completa de los Holtz.

Sin embargo, se sabe que la mayoría de las piezas, curadas por la misma Beatriz, han provenido de Budapest, Lyon, Milán y París.