Los héroes civiles que levantaron la ciudad de los escombros
Rescatistas, voluntarios, médicos, vecinos, cocineros. Ellos salieron a las calles sólo para ayudar a los afectados y levantar la ciudad de los escombros.
Por: Redacción
Rescatistas y bomberos voluntarios, binomios caninos, médicos, estudiantes, cocineros, vecinos. Todos los que tenían manos libres y tiempo disponible se ofrecieron para ayudar en lo que fuera posible. La ciudad no ha dormido. Cientos de personas han salido a las calles, exactamente como hace 32 años, para solidarizarse con todas las víctimas y afectados. Es gracias a ellos que mantenemos la esperanza. Es gracias a ellos que, luego del 19S, seguimos en pie.
Con información y fotos de: Dulce Ahumada, Diana Delgado, Mariana Limón, Xanath Lastiri, Caterina Morbiato, Jesús Pacheco, Carlos Acuña y Daniel Ojeda
David Castillo Cortés, bombero voluntario
«Alrededor de las dos de la tarde comencé a ayudar aquí. Yo soy bombero paramédico, siempre he sido bombero, como voluntaria, en Atizapán de Zaragoza. Nunca he cobrado un solo peso y me gusta que así sea. Tengo 23 años, desde los 18 años soy voluntario. A este punto ya estuve en cuatro edificios derrumbados: los dos de Álvaro Obregón, el de Monterrey esquina con Viaducto. Y ahora aquí, en Bolívar con Chimalpopoca. ¿Que cuál fue el momento más crítico? No sé, mi hermano, a estas alturas cada minuto ha sido crítico. Me tocó rescatar cuerpos, sí, en cada uno de los derrumbes. Algo muy importante que a mí me enseñaron es hablar poco y actuar mucho. Este es mi instinto, mi instinto de bombero. Estar aquí. Pasando sueño, hambre, frío, lo que sea. ¿Por qué? Porque la vida de otra persona vale lo mismo que la mía, nada más por eso. ¿Que cómo sentí de ver la ciudad así? Si te digo la verdad, lloré. Lloré».
Rescatista anónimo
«Llegué a las nueve de la noche, el mismo día del temblor. Fui hacia la avenida Medellín y San Luis Potosí, en la Colonia Roma. Se perdió toda esperanza de vida ahí, debido a que los topos ya no encontraron señales. Entonces nos venimos para acá, en lo que es Niños Héroes de Chapultepec y, bueno, pues estuvimos trabajando desde las tres de la mañana hasta ahorita que son las cuatro de la tarde. No perdemos la esperanza de vida. Seguimos haciendo silencios en la espera de escuchar que haya un pedido de auxilio. Seguimos trabajando hombro con hombro, codo con codo todos juntos: sociedad civil, protección civil, marina, ejército. Todos coordinados con la esperanza que tenemos de encontrar a nuestras familias, a nuestra gente».
Carlos Díaz, rescatista
«He participado en los rescates de la escuela desde el día del terremoto. Ya son casi 48 horas aquí. El corazón es el que me mueve, mi país, la hermandad con la gente, hay que hacer todo lo necesario mientras se pueda. Estoy sorprendido de la solidaridad de tanta gente y de la unidad de todos, sobre todo de los jóvenes».
Roberto Alonso, rescatista
«Tengo 29 años. A mí me tocó salvar a José Luis Ponce, un hombre de 67 años que quedó bajo los restos del edificio que colapsó aquí, en la calle de Coquimbo, la tarde del martes. Soy parte de un grupo de rescatistas de León, Guanajuato, llamado USAR. Yo tengo 15 años de servir a la comunidad en este tipo de eventos: mi padre me inculcó la profesión. Pero este fue mi primer rescate en una estructura colapsada. Lo más difícil es la impotencia de entrar a un edificio y no poder sacar a alguien rápido, esa tardanza de saber que no puede salir».
Ricardo Peña, vecino
«Yo vivo aquí, en frente de la fábrica, y me tocó estar aquí porque estaba arreglando el cofre de una camioneta. Primero tembló y sentimos la sacudida hacia arriba. Nos pusimos en medio de la calle. Toda los empleados del Aurrera nos pusimos sobre los camellones. En el momento en que se cae la fábrica, me vino a la mente la escuela primaria. Yo quise ir a ver cómo estaba. Cuando me di la vuelta, el temblor ya había acabado y fue entonces que vi cómo se vino abajo el edificio. Levantó una nube de polvo que tapó todo. Todos corrimos y el cielo se puso oscuro por unos 30 segundos. Oscuro, así, oscuro. Muchos nos tapamos la boca y nos regresamos corriendo para la escuela. ‘¡Los niños, los niños!’, gritaban algunos. La mayoría de los maestros ya los habían desalojado. Quedaron sólo unos cuantos niños atrapados. Al parecer pudieron sacar a todos. Desde entonces me dediqué a acarrear escombro, hasta la noche. Ya en la madrugada me metí a bañarme, a dormir un poco, y aquí estamos de nuevo».
Emanuel Jardón, vecino
«Yo había llegado de trabajar, iba a recoger a mi hijo a la escuela. Cuando llegué ya estaba el polvadero de todo el edificio, la casa de mi padre está al lado y quedó bastante afectada. Llegué y fue cuando vi que sacaban a mi vecina del tercer piso. Desgraciadamente cuando llegó al hospital, falleció. La hija de ella tenía una estética en planta baja pero gracias a dios no estaba, se había salido. La mayor parte de la gente se había salido del edificio. Hace rato apareció una persona que estábamos buscando: un niño con capacidades diferentes, él estaba en la escuela y su papá estaba trabajando. No sabíamos ni en dónde estaban, para nosotros estaban desaparecidos y cuando los vimos llegar fue un alivio. Nos hemos organizado. Montamos un centro de acopio en mi casa. Improvisamos: clasificamos el medicamento y mis hermanas clasifican la comida. Recibimos agua, cobijas, medicamento. Tenemos de todo para el dolor de espalda, de los pies. Todos andan ya cansados».
Beatriz Fuentes, voluntaria
«Traer comida es un apoyo que quisimos brindar. Ahora nosotros tenemos la posibilidad porque el sismo no dejó fracturas en nuestra vivienda. Pensamos que dar de comer es nuestra forma de aportar ayuda. Vamos a estar aquí hasta que se pueda».
Alfonso López, vecino
«Estoy aquí desde las dos de la tarde del día del sismo. Ahora son las cuatro de la tarde del miércoles. No he dormido desde entonces. Me tocó ayudar a la parte de socorro a sacar cuerpos, pero eventualmente me cansé, la verdad, supongo que por el estrés. Entonces me bajé a la parte del refugio a administrar víveres, acomodar y coordinar aquí. Durante la noche cubrimos nada más cuatro personas y ya en la mañana tuvimos el recibimiento de muchas más que nos están ayudando. La mayoría de los voluntarios son principalmente civiles y pues esto es un equipo, es de todos».
Eduardo Sarza Escamilla, Rafael García y Doris, binomios caninos
«Ella es Doris. Está capacitada para detectar 10 aromas, cuerpos vivos, cuerpos muertos y cualquier tipo de substancia tóxica. Ella es una pastor belga malinois. Estamos trabajando desde ayer, martes, hasta hoy que ya es casi mediodía y ella necesita descansar. En esta jornada ella detectó cuatro cadáveres en la fábrica caída, en la calle de Bolívar, y ayudó a rastrear a otras dos vivas. No se sabe cuántas personas siguen adentro, calculamos que unas 20 personas vivas».
Jorge Zamora y Walkiria, binomio canino
«Llegamos para ayudar a cinco personas que continuaban atrapadas bajo los escombros en el edificio de Coquimbo y Lindavista. Ella ya ayudó a rescatar a cuatro personas en el 286 de Álvaro Obregón y estuvo también en la fábrica de la Obrera. Venimos de trabajar duro toda la noche y llegamos para ayudar aquí, pero afortunadamente ya hay otros canes ayudando. Ella tiene 11 años y pertenece al grupo Edukando al mundo, en Nicolás Romero, Estado de México. Trabaja en alta montaña y sabe detectar droga y armas. Vamos a seguir echándole ganas todos».
Rodrigo Estrella y ‘Yona’
«Ahorita vamos a entrar otra vez en el cambio de turno, se detectó a otra persona (en calles de la colonia Roma). ‘Yona’ encontró a cuatro personas, tres sin vida y una con vida. Tiene dos años con dos meses. Su papá estuvo el primer día en Álvaro Obregón, nos tocó rescatar a una persona y detectar a dos más, tuvo que saltar por un ducto y terminó golpeado. Ella, es su primera brigada y ha reaccionado superbién. Yo los entreno, tengo la escuela para la Policía Federal. Tenemos un vínculo muy fuerte (…) Ella y yo somos uno».
Baltazar Sánchez, rescatista voluntario
«Vengo desde Los Reyes La Paz. Caminamos unas tres horas hasta acá. Valió la pena, pudimos rescatar a una persona que se encontraba atrapada en Belisario Domínguez 38».
Jonathan
«Yo llegué de Naucalpan. Llegué de Nicolás Romero. Caí acá porque no tenía nada que hacer en mi casa, la neta. Entonces le dije a mi jefe: ‘órale, nomás póngame los 40 varos pa’l pasaje’. Yo trabajaba, era comerciante, vendía dulces y luego, en una fábrica de hule. Aquí nos pidieron ocupar las palas, las herramientas. ¿Quién sabe ocuparlas?, preguntaban, y pues ‘órale, yo le entro’, les decía. Ya como sea, todos los de protección civil nos ocuparon a nosotros, los jóvenes. No fue por compasión pues. Fue por ocuparme, por hacer algo, por ser útil».
Noelia García, rescatista voluntaria
«Desde las 6 de la mañana llegué a Copilco, en frente del Seven, a un centro de acopio. Recogimos medicamentos, alimentos, víveres. Después se juntaron todos los chicos de la UNAM, todos los estudiantes e hicimos bolsas para las brigadas que se fueron a distintas partes. Al terminar nos llevaron los de la última brigada, pero no recuerdo los puntos ahorita. Vengo como de cinco diferentes porque terminamos lo que hace falta y nos vamos a otro lado que necesite ayuda. La verdad ahorita, yo ya no sé ni por dónde ando».
Laura Longino Reyes, vecina
«Estamos repartiendo la comida aquí para la gente que está sin comer, sin agua. Queremos ayudar a nuestros hermanos y hay que apoyarnos en estos casos ya que las autoridades, realmente, no ofrecen apoyo real. La ayuda llegó pero de los vecinos que somos de aquí, de esta calle. Pero las autoridades, cuando las víctimas son importantes están, y nosotros no somos nada, así que nosotros mismos podemos seguir adelante solos. Aquí traigo consomé. Estuvimos cocinando entre varios vecinos y estamos regalando la comida para que tengan un pan para llevárselo a la boca porque mucha gente se quedó sin techo, por esto ahora estamos aquí preparando y regalando la comida».
Jesús Carmona Rodríguez, brigada de incendios
«Estoy a punto de cumplir 24 horas continuas de apoyo. Tengo 27 años. Ahora voy a mi casa, en Ixtapaluca, para regresar por la noche, que es cuando la mayoría de los brigadistas necesitan descansar. Desde que avisaron, tras el sismo, que se interrumpían actividades en el edificio de la SEP donde trabajo, aquí a dos cuadras, me uní a las labores de rescate en la fábrica. Estoy en una brigada de combate de incendios, por eso me tocó estar al pendiente de que no se saliera de control el corte de varillas, que se hace con oxicorte, con gas. También me tocó sacar escombros, bajar cuerpos. Hasta ahorita, mediodía, me había tocado ver sólo cadáveres. Después llegó la primera persona que rescatamos viva. Esta vez sí nos unimos como sociedad, algo que no me había tocado ver antes. Espero que siga así el apoyo».
Xóchitl Clemente y Karen Jiménez, médicas
«Estamos trabajando desde las 12 de la noche de ayer (martes). Hemos estado en diferentes centros, tanto en la Condesa como en Tlalpan, y otros. Nos hemos transportado en motos y camiones. Hemos ayudado a quitar escombros, a empaquetar medicamentos. También atendimos a las personas que lamentablemente perdieron a sus niños en la escuela Enrique Rébsamen. Las ayudamos ya que se les bajaba la presión, perdían el conocimiento de dónde estaban, ese tipo de situaciones. La brigada salió de un grupo de quiroprácticos, pero ayudamos tanto en medicina general como en nuestra rama. Ahorita, cuatro de la tarde, nos faltan medicinas y elementos quirúrgicos».
Álvaro “N”, vecino
«Desde el martes me tocó ayudar con el flujo vehicular. Desde que vimos cómo se desplomó el edificio. Avisar a los camiones y camionetas a dónde debían llevar la comida, los medicamentos, según la necesidad de los sitios afectados. Yo estaré acá hasta que las fuerzas me lo permitan. Aquí estaremos. El rescate no terminará pronto».