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"Miedo, impotencia y rabia": así es viajar en Metro para una persona en silla de ruedas

Vagones inaccesibles y elevadores descompuestos son obstáculos que enfrentan las personas en silla de ruedas al usar el Metro de CDMX.

“Tenemos miedo de bajarnos y que se nos vaya a cerrar la puerta”, dice Paulo Silva, un chico en silla de ruedas, desde el interior de un vagón de la Línea 2 del Metro de CDMX

Momentos antes, cuando Paulo abordó el tren asistido por dos personas que lo acompañaban, las puertas se cerraron antes de que pudiera entrar por completo y prensaron su silla.

“No es como que nos hayamos tardado”, explica.

Y en efecto: Paulo tuvo menos de 10 segundos para subir al tren. Además de que el tiempo fue insuficiente, el vagón estaba más alto que el andén, por lo que prácticamente se convirtió en un escalón que le hizo imposible entrar cuenta propia. Para ingresar necesitó la ayuda de dos personas.

Foto: Sarahi Rosas

Lo aterrador que este momento fue para Paulo únicamente es entendible poniendo en contexto su condición:

“Yo tengo una condición que se llama osteogénesis imperfecta, que también se le conoce como huesos de cristal. Si me caigo, me me rompo. No puedo arriesgarme a una caída o a un accidente, porque me fracturo”, explica.

Moverse en Metro, un reto para las personas en silla de ruedas

“Moverse en silla de ruedas por el espacio público es todo un reto”, cuenta Paulo, activista por los derechos de las personas con discapacidad y voz autorizada en temas de accesibilidad.

“Mi principal motor es concientizar a las personas sobre la discapacidad, sobre la importancia de la accesibilidad, sobre el derecho a la ciudad y a la movilidad”, cuenta.

Foto: Sarahi Rosas

Originario de Guadalajara, Jalisco, el activista se dedica a recorrer su cuidad y revisar la accesibilidad de distintos espacios: detalla si cuentan con rampas, elevadores o lugares de estacionamiento para personas con discapacidad. 

@paulo_silva234 Mi reseña de accesibilidad del Teatro Degollado ♿️ #discapacidad #inclusion #diversidad #jalisco #cultura ♬ P.I.Tchaikovsky, Swan Lake (Swan Theme) – AllMusicGallery

Aprovechando que Paulo visitó la CDMX, Chilango realizó un recorrido con él a bordo del Metro de CDMX. El objetivo era conocer los retos que enfrenta una persona en silla de ruedas para moverse en el principal sistema de transporte público de la ciudad. Esto es lo que encontramos.

De vagones inaccesibles a elevadores descompuestos: así es viajar en Metro para una persona en silla de ruedas

El recorrido inició en la estación Mixcoac de la Línea 12 del Metro, la más cercana al alojamiento de Paulo. El objetivo era llegar al Zócalo capitalino, uno de los espacios turísticos más visitados de la ciudad.

Empezamos alrededor de las 11:30 horas, un horario de baja afluencia en el Sistema de Transporte Colectivo.

Para ingresar a la estación, Paulo usó un elevador situado al exterior, a nivel de calle. Luego, en la zona de torniquetes, un elemento de la Policía le dio el acceso: para las personas con discapacidad, la entrada al Metro es gratuita. Finalmente, tomó un segundo elevador para bajar los andenes, donde empezó a encontrar obstáculos.

En la Línea 12 del Metro la separación entre los andenes y los vagones es demasiado amplia. Si Paulo hubiera intentado entrar por su propia cuenta, las ruedas de silla se habrían atorado. Por ello, fue necesario cargarlo para ingresar al tren.

Foto: Sarahi Rosas

Dentro del vagón había un espacio especial para silla de ruedas, así como un cinturón que permite sujetar la silla y evitar que deslice.

Foto: Edgar Ulises Segura

Al llegar a la estación Ermita fue necesario repetir la operación: cargar a Paulo para librar la brecha entre el vagón y el andén y usar dos elevadores para llegar al largo pasillo que conecta la Línea 12 con la Línea 2 del Metro.

Foto: Edgar Ulises Segura

El uso de los elevadores tampoco estuvo exento de complicaciones. Debido a las vallas colocadas en el pasillo del transborde, Paulo tuvo que dar largas vueltas para llegar hasta las puertas.

Además, no todos los elevadores del Metro funcionan. En la estación Zócalo, a la altura del andén, una valla de plástico color naranja impide el paso hacia el elevador.

Foto: Edgar Ulises Segura

Mientras tanto, en el nivel superior, un letrero indica que el aparato “No funciona”.

Foto: Edgar Ulises Segura

Finamente, tras quedar atrapado entre las puertas y requerir apoyo para subir y de los trenes, Paulo logró llegar al Zócalo.

“Si yo quisiera moverme solo, no puedo”

Al finalizar el recorrido por el Metro, Paulo concluyó que las condiciones del Metro no garantizan el derecho a la movilidad de todas las personas, y particularmente de las que usan silla de ruedas:

“Me quedo pensando muchas cosas, como dónde queda mi independencia. Si yo quisiera moverme solo, no puedo porque literalmente hay que brincar el vagón”.

Foto: Edgar Ulises Segura

Al respecto, calificó su sensación como “rabia e impotencia” al no poder recorrer la ciudad por sí mismo:

“El derecho a la movilidad es algo que debe ser garantizado y tristemente no lo es para todas las personas. Entonces, pues sí me da impotencia. Me da rabia que siempre tenga que estar acompañado de alguien, que no pueda usar el transporte público”.

Y agregó:

“Tampoco se trata de que estemos acompañados, sino que tengamos indpendencia y nos podamos mover libremente y dignamente. Porque si el transporte público no es accesible, entonces ¿cómo las personas con discapacidad podemos llegar al trabajo, a estudiar o con nuestras familias?”.

“México mágico”: los obstáculos para transitar las calles de CDMX en silla de ruedas

Luego de llegar al Zócalo, acompañamos a Paulo hasta el Palacio de Bellas Artes, transitando por la principal calle peatonal de CDMX: Madero.

Foto: Sarahi Rosas

Aunque salir del Zócalo recién peatonalizado fue sencillo, los cruces de Madero con otras calles presentaban baches, grietas o hasta obras que dificultaban el tránsito de Paulo.

Foto: Edgar Ulises Segura

Además, el Palacio de Bellas Artes estaba cercado por vallas que obligaron a Paulo a dar largos rodeos y subir por una rampa empinada y llena de zurcos, diseñada para automóviles y no para silla de ruedas.

Foto: Sarahi Rosas

Finalmente, para llegar al nuevo destino de Paulo en CDMX, abordamos otro sistema de transporte público: el Trolebús.

Aquí, una vez más, fue necesaria la asistencia de otros usuarios, quienes ayudaron a desplegar la rampa, empujaron a Paulo hacia arriba o volvieron a colocar la rampa en su lugar.

“La gente me ayudó, fue muy empática. Dos personas me ayudaron, pero sí vamos un poco apretados. Y el pasaje tampoco se me cobró”, explicó Paulo.

Foto: Sarahi Rosas

Para bajar, el proceso fue el mismo: otras personas tuvieron que bajar la rampa del Trole y ayudar a Paulo a descender.

Sin embargo, en este caso, se llevó una nueva sorpresa: el acceso hacia la rampa para salir de la estación del Trolebús estaba obstruido por una valla publicitaria. Una vez más, requirió asistencia para bajar de la plataforma.

Foto: Edgar Ulises Segura

“Se supone que aquí está la rampa para que pueda bajar, pero no hay espacio. México mágico”, comentó Paulo ya tomando la situación con humor.

“La movilidad es un tema de privilegios”

Al finalizar el recorrido por el Metro, el Trolebús y las calles de CDMX, Pablo enfatizó que “la movilidad es también un tema de privilegios”:

“Muchas personas tienen el privilegio de poder tener un automóvil o de poder moverse en taxis de plataforma. Pero muchas otras personas no tienen esa posibilidad y solo pueden tomar el transporte público”.

En su caso, reconoció que al moverse por la CDMX prefiere recurrir a los taxis de aplicación. “Lo que menos sea arriesgado para mí, es mejor”, comentó.

No obstante, ello es un ejemplo de la falta de igualdad en el derecho a la movilidad en México:

“Tengo qué pagar más para poder moverme”, concluyó.


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