¿Hay una nueva normalidad en las relaciones sentimentales? La contingencia no sólo cambió rutinas y nos encerró en casa sino que también puso a prueba a las parejas. Tal es el caso de Julieta y Lucía, quienes terminaron sus relaciones amorosas y experimentaron una separación en la pandemia.

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El pasado 14 de febrero no fue un día de amor o celebración para Julieta*. Contrario a quienes salieron a festejar a San Valetín, ella y su pareja cortaron tras más de 10 años de noviazgo. “Desde un año antes tuvimos problemas de confianza y otras broncas que fueron creciendo hasta que él creyó que lo mejor era cortar”, recuerda la joven.

Como Julieta y su novio vivían juntos desde hace cinco años, el rompimiento no implicó una separación inmediata. En los días siguientes, ambos discutieron, gritaron, recordaron los momentos que vivieron juntos. Decidieron darse una última oportunidad.

Todo fue inútil. Un mes después, la pareja decidió no seguir más. “Descubrí que cortamos porque empezó a dudar lo que sentía por mí, supe que estaba interesado en alguien más”, dice Julieta, de 28 años.

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Tras romper, la pareja decidió compartir el departamento hasta finales de marzo, en lo que él buscaba un lugar para mudarse. Mientras el amor se esfumaba, la emergencia sanitaria por covid-19 tomó fuerza en México y obligó a la pareja a vivir juntos, sobre todo por la necesidad de compartir gastos, pues el sueldo de cada uno se vio afectado.

Estar encerrados en casa complicó aún más la separación. “Al principio fue difícil. La ruptura me afectó y verlo diario me hacía tener esperanzas de seguir juntos, pero en el fondo sabía que no sería así”, relata Julieta sobre los primeros días tras la separación en la pandemia.

Más que preocuparse por la crisis sanitaria, Julieta sólo tenía cabeza para pensar que ella era la responsable del rompimiento. “Me costó mucho trabajo dejar de pensar que yo lo había hecho mal y que todo fue mi culpa”, confiesa la joven.

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Separación en la pandemia: convivir o volverse locos

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Fotos: Leonardo Pérez.

Mientras Julieta notaba cómo el interés de su exnovio por otra persona crecía, ella tenía que seguir conviviendo con él todos los días, debido al encierro por la cuarentena.

Con tal de relajar el ambiente, Julietatrataba de compartir actividades como cenar o ver películas con su ahora compañero de casa, pero varias noches terminaron en peleas.

En situaciones como la de Julieta, cuando la pareja arrastra problemas, es común que convivir todo el día deteriore aún más la relación, señala la psicoterapueta Patricia Solís Hernández.

Por ello, la especialista recomienda “tener buena comunicación, hablar tranquilamente, expresar los miedos, los desacuerdos y establecer que van a continuar juntos un tiempo y que lo mejor es que ambos estén bien”.

Otra sugerencia de la especialista es acordar reglas de convivencia, evitar agresiones, gritos y groserías; establecer que cada quien tendrá su espacio y no hablar de cosas negativas.

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Tras varios días de peleas, poco a poco Julieta y su exnovio dejaron de lado sus problemas y se enfocaron en la salud de ambos. “Las conversaciones cambiaron, eran para planear cómo hacer la despensa, qué desinfectantes comprar, cómo limpiar. Nos preocupábamos por el otro y, pese a la ruptura, seguimos sintiendo un cariño especial por el tiempo que anduvimos”, señala.

Fotos: Leonardo Pérez.

Juntos por los hijos

Otro caso de separación en la pandemia es el de Lucía*. Ella terminó su matrimonio de casi cinco años en abril cuando la contingencia sanitaria estaba en su punto máximo. Aunque en dos ocasiones anteriores se había separado de su esposo, ésta, para ella, fue la definitiva.

A pesar de que ambos decidieron ya no estar juntos como pareja, optaron por vivir en la misma casa, pues su situación económica se complicó por la contingencia, ya que Lucía se quedó sin empleo. Otra razón por la que decidieron continuar viviendo juntos fue para que su esposo pudiera ver a su hija de dos años.

Asimilar que ya no serían pareja fue lo más difícil para Lucía en los primeros días después de la separación: “Eso complicó la convivencia, pues a veces se nos olvidaban las razones por las que decidimos ya no estar juntos y el hecho de vivir en la misma casa hace que no termines de desprenderte de esa persona”, dice.

Lucía también tuvo dudas de su decisión e incluso pensó en volver a intentarlo; sin embargo, ella y su exesposo decidieron cambiar el rumbo de su relación y reconocer que lo único que los une es su hija. “No queríamos que nuestra hija viera que peleábamos todo el tiempo, eso nos obligó a llevarnos mejor y a tener una relación más sana”, recuerda.

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En ambos casos, Julieta y Lucía sufrieron la separación sin tener oportunidad de salir a distraerse, puesto que la crisis sanitaria les negó esa posibilidad.

Julieta señala que ella comenzó a fumar más después del rompimiento, además de que cada fin de semana aprovechaba para tomarse unas cervezas o una botella de vino, con tal de olvidar el encierro y el mal momento amoroso que estaba pasando.

La psicoterapeuta Patricia Solís señala que en situaciones como la contingencia en la que no se puede recurrir a otro tipo de distractores, se puede optar por otras opciones. “Trabajar en uno mismo, cuidar la alimentación, realizar juegos de mesa, ver películas y hacer terapia escrita son cosas que pueden ayudar”, sugiere.

Tres meses después, ambas jóvenes tratan de ver el lado positivo de su separación en la pandemia, pues consideran que convivir con sus exparejas les ayudó a verlos como amigos y aprender a disfrutar la vida sin ellos a pesar de que viven juntos el encierro.

*Los nombres reales fueron cambiados por petición de quienes participaron en este reportaje.

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