La primera vez que jugó futbol americano profesional, Xóchitl Huerta estuvo a punto de rendirse. Un sábado de hace casi 20 años, la “Tribi” entró al emparrillado como la quaterback de las Amazonas, de Los Ángeles, se puso el casco y se acomodó los shoulders.
En una de las primeras jugadas, un ala defensiva la impactó tan fuerte que la hizo volar unos metros. La mariscal se levantó, sintió dolor y se fue a la banca. Ya no quería jugar.
“Era mi primera vez, el golpe me dolió pero era más la vergüenza. El coach me pidió regresar y no quise hasta que me gritó ‘¿entonces, qué haces aquí?’, eso me hizo pensar en que todo lo que hacía era por jugar, los sacrificios eran por eso y tenía que seguir”, dice.
Claudia Xóchitl Huerta es la primera mexicana que jugó futbol americano profesional en Estados Unidos, a donde llego a los 28 años, tras titularse como Ingeniera Civil por el Instituto Politécnico Nacional (IPN), sin hablar ingles y con una visa de turista que se venció al primer mes.
“La meta era probarme una temporada. Conocía a los equipos profesionales porque jugué con las Águilas Blancas y varios años nos llevaron a torneos colegiales. Yo no tenía palancas, conocí al amigo de un amigo que me dio una ubicación en Santa Ana, California, la única referencia era que él vendría en un carro azul y yo llevaría la chamarra del Poli, entré caminando por Tijuana, lo encontré y ahí cambió mi vida”, recuerda.
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Xóchitl Huerta consiguió un empleo de limpieza en un restaurante y se dedicó a investigar las fechas de los tryouts para estar presente. En cada prueba, ella se colocaba hasta atrás de la fila porque no entendía las instrucciones, así que veía lo que otras hacían y lo replicaba.
“Llamé la atención de los coaches, uno me preguntó por alguien que hablara español y me dijo que le gustaba, que quería que fuera mariscal de las Amazonas y así empecé”, cuenta.
Xóchitl Huerta, dedicar la vida al deporte
La historia deportiva de Xóchitl Huerta inició a sus ocho años, cuando cada tarde salía a las calles con su hermano mayor, Juan Ramón, para “tochear” con sus vecinos de entre 12 y 15 años.
“En la calle aprendí a lanzar, a jugar y a aguantarme porque también me regañaban y me lastimaba. En mi familia mis dos hermanos también jugaron, uno en el Poli y en otro en la UNAM y mi papá siempre nos llevaba a CU en los Clásicos. Desde chiquilla crecí en un ambiente que disfrutaba el americano, por eso se convirtió en mi vida”, asegura.
Apenas obtuvo un espacio en las Amazonas de Los Ángeles, la “Tribi” renunció a ser la quarterback titular. La razón: le disgustaba no participar en todo el juego y convenció al coach de unirse a la primera defensa.
Un par de años después tuvo problemas en el trabajo por la falta de documentos y la compañía le ofreció mudarla a Arizona, donde se mantuvo por 12 años trabajando en una compañía de seguros y en la construcción, hasta que llegó a una empresa de plomería en la que respaldaron su carrera deportiva en las Arizona Assassins.
“Hablé con la verdad, dije que era ingeniera e ilegal y me apoyaron, pagaban mis temporadas y me dejaban salir temprano. En la empresa ponían mis roles de juego y compraban los boletos de entrada porque el dinero que ganara vendiéndolos era mi sueldo como jugadora”, cuenta Xóchitl Huerta.
Las dificultades de ser ilegal las vivió en el equipo, cuando el dueño la cuestionó sobre sus papeles. Aquella vez visitarían al sheriff Joe Arpaio, el más implacable contra la inmigración irregular; sin embargo, el resto de las jugadoras la protegieron y los acosos cesaron.
“Siempre tuve problemas porque abajo del uniforme me ponía la playera de México y se veían los colores. Incluso cuando jugué en California pegué una bandera de México y otra de Estados Unidos en el casco. No me podían obligar a quitarla, hacían su coraje pero se aguantaban”, cuenta.
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A lo largo de su carrera, la “Tribi” también fue la tercera quarterback de la selección americana, la cual se conformó por las mejores jugadoras de los 62 equipos de la liga, fue cuatro veces “jugadora más valiosa” (MVP) y en 2003 llegó al Salón de la Fama de la Universidad de Nueva Orleans en flag football.
Sin embargo, en 2015 , tras lesionarse la rodilla y luego del endurecimiento de las leyes migratorias, la mujer regresó México con la idea de fomentar el futbol americano.
Profesionalizar el americano
A su regreso a México, Xóchitl Huerta se encontró con que había más equipos femeniles que cuando ella se fue del país, pero ninguno era profesional.
“He propuesto que se haga una liga para tener más chavas y hacer que compitan en los mundiales. Hay varias interesadas que están organizándose para hacer más grande esto”, dice.
Actualmente, a sus 46 años, la “Tribi” entrena a las Thunder Girls, equipo amateur de 8vs8 jugadoras que salió campeón en 2018 en la Liga Extrema de Football Arena México (Lexfa) con lo que nuevamente hizo historia y se convirtió en la primera mujer coach de la liga.
“Mi sueño es ser coach de liga mayor y dirigir a la Selección Mexicana. Me gustaría llevar a las chavas a Estados Unidos, que fueran por una temporada, motivarlas para que se preparen mejor, den el máximo y exijan aquí lo que merecen”, dice Xóchitl Huerta.