Desde hace casi 15 años, todos los días una brigada de 26 personas sube y baja cerros. Los Tlalcoyotes conocen de memoria y con todo detalle un bosque que ya hasta sienten suyo. No hay paraje en el que no hayan estado. Para orientarse les bastan la ubicación del sol, las montañas y aspectos tan finos como el tipo de árboles y arbustos o las marcas en los senderos.
El trabajo de los Tlalcoyotes es cuidar una extensión de bosque de las tierras comunales de Villa Milpa Alta, en la alcaldía Milpa Alta, zona rural de la Ciudad de México colindante con Morelos. Se trata de un bosque mixto de coníferas donde abundan el oyamel, el ocote, variedades de pino, el aile, el madroño y especies herbáceas como el toronjil, el tabaquillo, el tochel y los zacates.
Su labor consiste en prevenir y combatir incendios forestales, además de realizar tareas de restauración del suelo. En la práctica también defienden las tierras de cazadores de especies endémicas como los venados cola blanca, el conejo zacatuche, los linces, el gato montés, el tlacuache y el cacomixtle, y junto con otras brigadas se han enfrentado a los talamontes, que derriban árboles para vender madera en aserraderos clandestinos.
Los Tlalcoyotes se dividen en grupos para intercalar los recorridos y visitar el bosque todos los días. No perciben un sueldo fijo sino un apoyo económico, por lo que todos combinan su labor con otros empleos, principalmente corte y venta de nopal.
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Subir al bosque no es sencillo: viajan parados en la caja de una camioneta cubierta con una lona. Todos visten una camisa roja que los identifica como miembros de la brigada, pantalón, botas, chaleco, y cargan una chamarra gruesa, pues para llegar a las tierras comunales hay que hacer un recorrido de casi una hora y, ya en el lugar, lo mismo atraviesan espacios abiertos y calurosos que lluvias repentinas y zonas montañosas llenas de neblina.
Para trabajar marcan en un mapa las zonas a recorrer y definen si se necesita hacer poda, descope de árboles, limpieza de ramas caídas o el armado de brechas cortafuego para que, en caso de incendio, las llamas no se extiendan por todo el terreno ni se generen plagas o acumulación de basura.
Todos los Tlalcoyotes tienen certificados de cursos de la Comisión Nacional Forestal, conocen los protocolos de combate, saben de primeros auxilios y poco a poco se capacitan en temas más específicos como tipos de flora y fauna, características del terreno y proyecciones de incidentes que les ayuden a tomar acciones preventivas y decisiones en caso de riesgo.
Saben que su vida está en peligro cada vez que suben al bosque, cuando circulan por caminos lodosos y cerca de acantilados, cuando encuentran a un cazador que prende fuego para que los animales salgan despavoridos o cuando la tormenta los atrapa en las partes altas de los cerros. A pesar de todo, siguen cuidando las tierras comunales. Son conscientes de que esos árboles, arbustos, cuevas, laderas y montes son la herencia natural de la última frontera de la capital.
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