Este texto, Río Tula, forma parte de una serie de contenidos sobre el agua en la Ciudad de México, los cuales son realizados por Isla Urbana con el apoyo de Oxfam México.
En esta ocasión presentamos una más de las Historias de Agua realizadas en colaboración con Oxfam México. En esta ocasión nos vamos a centrar en algo que muchas veces, como individuos y como sociedad, no se ve -o no se quiere ver- y por lo tanto no se habla ni se señala: nuestros desechos.
Cuando comenzamos con la investigación de esta pieza la idea se tenía muy clara: las aguas residuales que generamos en la ciudad están contaminando el Río Tula en el estado de Hidalgo, cuerpo de agua con con el que se riegan grandes campos de cultivo donde se siembran los alimentos que más tarde consumimos en la CDMX, este proceso de manejo de aguas ha acuñado el coloquial nombre de “El Río de la Venganza” porque como dice la gente de la zona “ustedes nos mandan su caca y nosotros les regresamos verduras”.
Sin embargo, después de realizar el recorrido por los distintos puntos que se observan en el video y platicar con la experta en el tema la Dra. Cristina Siebe del Instituto de Geología, quien tiene más de 30 años estudiando el fenómeno, nos queda claro que no es una situación sencilla. Por el contrario, es un caso sumamente complejo, donde -como en muchas situaciones-, lo económico y el resto de los intereses, se contraponen; una situación donde es difícil hablar de buenos y malos, es más bien el resultado de una serie de circunstancias y acciones que se han hecho, o dejado de hacer, durante siglos y que ahora toca dar solución a gobiernos, sociedad e instancias correspondientes actuales. Precisamente uno de los objetivos de este material es mostrar la complejidad del sistema, más puntualmente, hablar de un tema que muy poco se y a quien impacta, de ahí el nombre que adquiere esta entrega: Río Tula: la historia que desconocemos sobre los desechos del Valle de México
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Como todos sabemos la Ciudad de México y el Área Metropolitana consume una cantidad enorme de agua, y es en mantener el abasto de agua potable a la población donde se ha centrado el foco de atención, sin embargo, poco reparamos en que toda el agua que ingresa a la red de distribución de agua potable del Valle se utiliza en los millones de hogares, se ensucia y se va por sus coladeras y escusados. Tampoco pensamos mucho en lo que le sucede al agua de lluvia que cae en las calles, que termina ensuciándose a nivel de pavimento e ingresando al drenaje. Pero una vez que el agua sucia desparece de nuestra vista, nos olvidamos de ella, no tenemos idea de su destino ni de sus implicaciones.
Precisamente de lo anterior es que surge el interés para realizar esta investigación ¿qué pasa con el agua contaminada que generamos en la ciudad y el área metropolitana? ¿a dónde se va? ¿quién trata con ella? ¿qué le sucede? Para aumentar la complejidad, imaginemos la cantidad de desechos y aguas negras que producimos más de 22 millones de personas todos los días. Cuesta trabajo dimensionar.
Para la elaboración de esta pieza realizamos un recorrido por cinco puntos clave para entender a dónde van nuestros desechos. El recorrido comenzó en el Valle de México donde habitamos más de 22 millones de personas: resulta inimaginable pensar en los desechos que generamos tal cantidad de personas, pero toda esa materia existe y se genera todos los días.
El siguiente punto fue la Planta de Tratamiento de Atotonilco (PTA) la cual aún no se encuentra operando al cien por ciento y donde ingresarán las aguas residuales que son expulsadas del Valle a través del Túnel Emisor Central, y en próximas fechas también recibirá el agua del Túnel Emisor Oriente, una mega obra que aún se duda de su pertinencia y que ha generado polémica por los millones de pesos invertidos y los largos años de retraso. Aún no se sabe cuáles serán las capacidades reales de tratamiento de la PTA pero existe el temor de que no tenga la capacidad de tratar toda el agua proveniente del Valle, además de que no se sabe qué pasará con los lodos y biosólidos que se generen, los cuales potencialmente podrían ser materia fértil para sembrar. Aún no se sabe si se venderán u otorgarán a campesinos, bajo qué criterios y cuáles serán los costos de transportación. Una enorme incógnita de millones de pesos.
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Más adelante llegamos a la ciudad de Tula, una urbe con poco más de cien mil habitantes la cual es atravesada por uno de los ríos más sucios del mundo: su Río Tula. Esta pequeña ciudad cuenta también con una alta concentración de refinerías y fabricas, todos estos factores abonaron para que en 2006 la ONU la declarara la ciudad más contaminada del mundo. Un título que le pesa a sus habitantes, a quienes los abuelos les contaron cómo pasaron de tener un río y cuerpos de agua en los que había vida, flora y fauna; a ser un entes naturales moribundos donde se alojan los desechos de los chilangos.
Después arribamos la Presa Endhó, también llamada de manera coloquial como la fosa séptica a cielo abierto más grande del mundo. Esta presa, a donde llegan todas las aguas negras de la CDMX, se ha convertido en un inmenso tanque de sedimentación del agua saturada de residuos orgánicos, residuos químicos, metales pesados y un sin fin de elementos y compuestos que han llevado a las autoridades a declarar la presa en estado de emergencia de salud por parte de la COFEPRIS desde 2016, y emergencia medioambiental por parte de la SEMARNAT este 2019. Cabe señalar para el anecdotario que fue precisamente el día en que acudimos a grabar el material para esta entrega que se realizó esta segunda declaratoria, lo que nos ayudó a reforzar la pertinencia de la creación de estos materiales.
El Valle del Mezquital. Por último, conocimos este valle, donde se cristaliza el recorrido de las aguas residuales de la CDMX y sus alrededores. Es ahí donde toda la materia orgánica vertida en el agua encuentra un sentido útil: regar los inmensos campos donde se siembran miles de toneladas de alimento que después llegará a la Central de Abasto, el principal punto de distribución del país. Es aquí donde quizá entra el punto más controvertido de todo lo relacionado con el tema del Río Tula y en el que se profundiza en el video.
Esperamos con esto abonar a una conversación que creemos no se ha llevado a cabo en forma y en la que deben estar involucrados los afectados, estudiosos del tema y autoridades correspondientes. La duración de este material audiovisual es más extenso que del resto de las entregas, y aún así se tuvo que dejar fuera una gran cantidad de información. Una de las reflexiones con la que nos quedamos el equipo es que el tema del Río Tula y nuestros desechos que ahí se vierten, dan lo suficiente como para generar un largometraje documental sin problema alguno.