En Río de Janeiro la samba pone a bailar a 5 millones de personas durante cuatro días de carnaval. En el Mardi Gras de New Orleans las caravanas desfilan a ritmo de jazz y al menos millón y medio de visitantes se disfrazan, comen, beben y se divierten en una fiesta memorable que dura 10 días. En la Ciudad de México suena el mariachi mientras carros alegóricos, calaveras y catrinas gigantes, mil voluntarios y alrededor de 2 millones de espectadores disfrutan el Desfile Internacional de Día de Muertos para celebrar el vivo recuerdo de quienes se nos adelantaron en el camino.
El Desfile Internacional de Día de Muertos es sólo una de las actividades que conforman la tradición más viva de nuestra cultura, pues este año del 19 de octubre al 17 de noviembre incluye un desfile y concurso de alebrijes, la elaboración de una ofrenda monumental en la Plaza de la Constitución, el Festival de Flores de Centro Histórico, una procesión de catrinas y el Gran Desfile de Día de Muertos del 2 de noviembre. Además, en todas las alcaldías se organizan eventos especiales que conjugan cultura, entretenimiento y gastronomía; el combo perfecto para el turismo. El objetivo es uno: convertir a esta festividad en la más concurrida de América.
Los “buenos” de la película
El Día de Muertos es una fiesta mexicana que se celebra el 1 y 2 de noviembre, y que nombrada por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2008. Su origen se remonta a la época prehispánica, cuando los pueblos mesoamericanos rendían culto a los señores del Mictlán (lugar de los muertos) para definir el destino de las ánimas. Para ello, los vivos acompañaban a los muertos en rituales que incluían el amortajamiento del cuerpo con sus objetos personales y luego de cuatro días de compartir con él sus alimentos, bebidas y pasatiempos favoritos, el difunto era enterrado o cremado para que su alma iniciara el trayecto final hacia el descanso eterno.
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Tras la Conquista, el ritual prehispánico se fusionó con la celebración a los difuntos que se realizaba en Europa y esa es la festividad que conocemos ahora. Sin embargo, para darle aún más vida a la costumbre de reír, comer y cantar con amigos y familiares que habitan en el Mictlán ha habido una nueva reinvención, en parte, inspirada en la película Spectre (2015),de la saga de James Bond, dirigida por Sam Mendes.
“La película de James Bond iba a ser en Cancún y gracias a dos inversionistas mexicanos –Daniel Chávez, presidente del Grupo Vidanta, y Miguel Alemán, de Interjet– se cambió el rumbo de la película para fortalecer a la capital de la nación”, comenta Miguel Torruco, entonces secretario de Turismo de la Ciudad de México.
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“Resulta que en el [guion] original, el terrorista era mexicano y un político iba a ser el malo de la película, entonces también hubo ahí mano negra para que no se incluyera ese estereotipo negativo que no nos conviene a nivel internacional –agrega el funcionario–. Los primeros 14 minutos lució la gran capital de la República con todo su esplendor y su gran patrimonio histórico-cultural. Como lo he dicho siempre, las naciones que mejor conserven su medio ambiente y, sobre todo, preserven su identidad histórica, cultural y gastronómica, serán las que ganarán la gran batalla en materia turística”.
Tras el interés internacional que despertó la producción, el Desfile Internacional de Día de Muertos se ha consolidado como uno de los eventos estelares en la capital. De hecho, en 2017, gracias a las imágenes de Edgard Garrido, fotógrafo de la agencia Reuters, se llevó la portada de The New York Times y otros medios de cobertura global.
La vida es un carnaval
Para que todos los eventos relacionados con el Desfile Internacional de Día de Muertos sean un atractivo turístico e incentiven una mayor derrama económica, miles de personas trabajan todo el año en su organización y producción. Desde restauranteros y hoteleros, hasta maestros artesanos que elaboran alebrijes, carros alegóricos, esculturas de flores, así como diseñadores de vestuario.
“El Día de Muertos es la festividad cultural más importante en México. De alguna forma está evolucionando, transformándose en algo más carnavalesco. Espero sea para bien”, comenta Marco Osorio, integrante del colectivo Última Hora, creadores de los carros empujables y props gigantes del Desfile Internacional de Día de Muertos.
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Para Iván Alejandro Trejo López, empleado del IMSS y voluntario del Desfile Internacional de Día de Muertos, hay una gran diferencia entre ser espectador y parte del desfile: “es una experiencia estupenda mostrar al mundo las tradiciones de nuestro México”. Ese sentir es compartido por Irma Yolanda López Mijares, educadora bilingüe, quien ha participado cuatro veces en el desfile: “En el primero sentí nervios de no equivocarme, mucha emoción de tener a la gente cerca. Se siente mucha adrenalina y por eso estoy aquí”.
De acuerdo con Paola Félix Díaz, titular del Fondo Mixto de Promoción Turística de la Ciudad de México, la edición 2019 del Desfile Internacional de Día de Muertos se hizo más con menos, pues se realizó con el 10 por ciento del presupuesto total con el que se producía en años anteriores.
Altar a la creatividad
Otra de las actividades destacadas del Festival de Día de Muertos y del Desfile Internacional es la Mega Ofrenda, denominada “Altar de Altares”. Instalada en el Zócalo capitalino hasta el 17 de noviembre, este año fue diseñada por el artista multidisciplilnario Vladimir Maislin, para quien esta festividad popular ayuda a reconstruir el tejido social.
“Me parece interesante sublimar el miedo que todos los seres humanos tenemos a la muerte, al más allá. Es un aspecto muy importante de nuestra existencia. El Día de Muertos me gusta porque es colectivo y porque la gente se encuentra de una forma que en la cotidianidad no haríamos. Y el Zócalo es un lugar muy importante histórica y simbólicamente, tiene uso de centro de espectáculos pero también es un punto de encuentro y partida hacia varias direcciones. Yo quería recuperar eso”, comenta.
Maislin, quien ha trabajado el tema de los altares durante nueve años, realizó una instalación de cuatro altares de 12 metros de alto por 16 metros de ancho, que apuntan a los puntos cardinales. “Quiero que la gente descubra que hay muchísimas formas de representación de la identidad a través de los altares y las costumbres”, indica.
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Por otro lado, el Museo de Arte Popular (MAP) organiza el desfile y concurso de alebrijes. Un despliegue gigante de la creatividad y talento mexicanos. “Nosotros fuimos los primeros en organizar el desfile con la sociedad civil, con un interés cultural. Este año participan 250 alebrijes monumentales, cada uno realizado por unas 10 personas. Con la suma de voluntarios, el personal del museo y el apoyo de distintos sectores, hablamos que en el evento participan al menos 4 mil personas”, comenta Walther Boelsterly, director de la institución.
La convocatoria fue atendida por artesanos, artistas y creadores independientes, así como museos, galerías, hoteles, restaurantes, empresas, instituciones públicas y privadas, quienes compiten por los tres primeros lugares que se reparten un monto 60 mil, 40 mil y 30 mil pesos, además de 11 menciones especiales con un premio de 10 mil pesos.
“Estas celebraciones son un regalo de México para el mundo y queremos que todas las personas conozcan las coloridas actividades que cada año se preparan en la Ciudad de México. Como buenos chilangos que somos, nos gusta celebrar y queremos compartir estas experiencias con todas las personas que nos visitan en estas fechas”, concluye Sergio Soto Claussen, Jefe de Unidad Departamental de Gestión, del Fondo Mixto de Promoción Turística de la Ciudad de México.