Estas chilangas abrieron espacios en trabajos "de hombres"
¿Mujeres en trabajos de hombres? A un lado, patriarcado. Estas cinco mujeres trabajadoras han sido un parteaguas en su profesión.
Por: Daniela Barranco
¿Mujeres en trabajos de hombres? A un lado, patriarcado. ¿Cuántas mujeres has visto conduciendo un camión de transporte público o dirigiendo la obra en un edificio?, ¿conoces a alguna proyeccionista de cine?
Aunque son trabajos que todas las personas podemos hacer, hay chambas que han sido ocupadas principalmente por hombres.
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La idea de que hay mujeres en trabajos de hombres poco a poco ha cambiado. Datos del Censo 2020 del Inegi indican que el número de mujeres trabajadoras aumentó de 33.3 a 40.9% en la última década.
Pese a ese incremento, aún es complicado que ellas ocupen puestos directivos. Solo una de cada 10 mujeres (16%) ocupa un rol de este tipo.
En esta ocasión te presentamos las historias de cinco chilangas que han sido un parteaguas en su profesión.
Algunas de estas mujeres trabajadoras comenzaron a derribar barreras de género en los 80, pero también hay otras que empezaron a cambiar la historia hace apenas cuatro años.
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Era un mundo de hombres
Nadia Tapia es una de las primeras mujeres conductoras del Metro; sin embargo, ella empezó a derribar ideas mucho antes de pilotar un convoy. Cuando iba a entrar a la universidad, la joven de 19 años necesitaba conseguir un empleo.
El primer obstáculo que enfrentó (y venció) fueron las ideas de su padre en contra de las mujeres trabajadoras. Para él, las mujeres debían quedarse en casa. “Afortunadamente mi mamá hizo todo para que yo pudiera trabajar”, cuenta a Chilango.
Tras entrar al Metro como taquillera, Nadia leyó una convocatoria para conductores de la limusina naranja. El aviso no especificaba género, así que se inscribió junto con otras mujeres.
“Nos mandaron a volar. Dijeron que solo era para hombres. Nos reunimos y empezamos a presionar. Pedimos que revisaran los estatutos para mostrar que no había una prohibición específica. No había pretexto. Nos inscribimos muchas, la mayoría jóvenes”.
Pero el camino no fue fácil. “Era un mundo de hombres”, dice.
En ese entonces, las autoridades no querían que hubiera mujeres trabajadoras en el Metro y les pusieron trabas: en el curso, exámenes más rigurosos y sesiones con psicólogos.
Nadia y sus compañeras superaron los obstáculos y se convirtieron en las primeras conductoras del Metro en 1982 (en Madrid, fue en 1984).
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La mujer que lleva 40 años de trayectoria en la institución recuerda bien su primer día como conductora. “Todos, empezando por mis compañeros, me veían con escepticismo y rechazo. Otros no se querían subir. Fue difícil para nosotras”, cuenta y agrega que se esforzó al triple para ganarse un lugar.
En ese tiempo tuvo que aguantar miradas, rechazo, burlas y acoso tanto de usuarios, como de sus compañeros. “Piensan que invadimos su espacio”, dice.
Cuando recuerda sus inicios como conductora, Nadia señala que en ese tiempo ni siquiera había baños para mujeres. Tampoco había uniformes para ellas ni el calzado necesario. La única equidad era en el salario.
Tres años después, llegaron más mujeres trabajadoras al Sistema de Transporte Colectivo: las primeras técnicas en electricidad y electromecánica.
40 años después, Nadia confiesa que, en su momento, no se dio cuenta de lo que ella y sus compañeras lograron.
“Para mí fue un trabajo común y corriente. No lo vi hasta muchos años después, cuando entrevistaron a una mujer policía y dijo que ella pensó que se puede alcanzar lo que quiera luego de ver a las primeras mujeres conductoras”.
Después de ser una de las primeras conductoras de la limusina naranja, Nadia se convirtió en una de las primeras jefas de estación. También trabajó como inspectora, ocupó cargos administrativos y ahora está al frente de los Cendis.
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Tostar café también es de mujeres
Dedicarse a tostar café es una labor poco conocida y si eres mujer es aún menos visible.
Sí es común ver a mujeres baristas, pero no a tostadoras. “Si acaso conozco a tres en CDMX”, dice Yarismeth Barrientos, tostadora y una de las dueñas de Café con Jiribilla.
Esta mujer comenzó a tostar café hace apenas cuatro años. En ese momento también empezó a empoderarse: “Es un campo de hombres y de pronto sí te hacen de menos, aunque seas barista o tuestes, se interesan muy poco en lo que tenga que decir”, reprocha.
A pesar de que tiene experiencia, cuando Yarismeth sale a algún lugar solo preguntan la opinión de su esposo, un reconocido barista y tostador.
Incluso, esta mujer ha escuchado a varios de sus compañeros decir que ella solo está ahí por ser novia de un barista.
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Ser mujeres en trabajos de hombre —o que se piensan que son solo para ellos— ha obligado a Yarismeth a ser “ruda y estricta”.
“Me marca mucho que cuando un hombre es exigente es alguien a quien le gusta hacer las cosas bien, pero cuando una mujer es exigente, eres una perra. A mí me gusta hacer las cosas bien”, asegura.
Su trabajo habla por ella: Café con Jiribilla es reconocido como un buen café de especialidad en la ciudad.
Yarismeth piensa que una asociación de tostadoras en la ciudad sería una buena opción, aunque por el momento serían muy pocas.
Eso sí, considera que debería de haber más mujeres tostando café y ofrece su apoyo a las chicas que quieran aprender.
“Si hay alguna mujer interesada en tostar café, aquí estoy para encaminarla, aconsejarla y acompañarla. Si hay otras que están a punto de rendirse, no lo hagan, sí se puede”.
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Cuando te digan que no puedes, demuestra que sí
Quetzalli Alvarado jugaba futbol en la UNAM, cuando pensó en convertirse en árbitra profesional.
Aunque no faltó el clásico comentario de “eres mujer”, ella decidió demostrar que podía arbitrar. Y lo hizo.
“En esa época eran medio renuentes (a que hubiera mujeres). Es bien chistoso porque aceptan que una mujer esté en las bandas como asistente, pero ya como árbitro no tanto”, cuenta.
Para el año 2000 comenzó un curso de arbitraje. Al final le preguntaron si quería ser profesional. Ella aceptó y llegó a tercera división.
Tras conocer a dos árbitras internacionales, Quetzalli decidió llevar su carrera a otro nivel: ha dirigido partidos en Mundiales, en eventos de Concacaf y hasta en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012.
Aunque cada vez hay más mujeres en trabajos de hombres, aún faltan oportunidades. En la Federación Mexicana de Futbol hay 38 mujeres árbitras en distintas divisiones, quienes representan a 8% del total de árbitros.
Luego de más de 20 años, actualmente Quetzalli se encarga de capacitar a los árbitros, sobre todo de la Liga MX. Por eso les dice a otras mujeres: “Cuando les digan que no pueden, demuestren que sí. No se compren eso de ‘eres mujer’, ¿eso qué tiene que ver?”.
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Mujeres trabajadoras que lo están haciendo bien
Tomar fotos de conciertos es como querer entrar al Metro en hora pico: hay que buscar un buen lugar y aguantar empujones.
Lulú Urdapilleta sabe bien cómo es este trabajo. Ella se dedica a tomar fotos de conciertos desde hace aproximadamente 12 años.
Desde niña le gustó la fotografía. Tomó cursos en el Centro de la Imagen, pero sobre todo ha sido autodidacta.
Sus inicios ocurrieron en pequeños foros al aire libre, hasta que la invitaron a una gira nacional con Los Bunkers.
En aquel entonces la mayoría de fotógrafos eran hombres, solo había unas ocho mujeres.
Actualmente, Lulú reconoce que hay más mujeres tomando fotos de conciertos y que sus compañeras “lo están haciendo muy bien y destacan varias de ellas”.
En su experiencia, Lulú ha tenido las mismas oportunidades que un fotógrafo, pero su trabajo ha inspirado a otras chicas.
Incluso, confiesa, algunas compañeras que comienzan en este trabajo le escriben por Instagram para pedirle consejos.
De las canchas a la Fórmula 1
Generalmente en las canchas se ve a hombres: jugadores, técnicos y hasta fotógrafos, pero hay chicas que se han ganado un espacio.
Eloisa Sánchez es una de ellas.
A lo largo de su carrera ha cubierto desde partidos de futbol hasta eventos internacionales como la Fórmula 1 o los juegos Panamericanos de Lima.
Su chamba como fotógrafa de deportes comenzó de manera casual.
Ella siempre tuvo el hobby de la fotografía, luego se profesionalizó, pero jamás pensó en dedicarse al mundo deportivo.
Hace cinco años, tras comenzar a tomar fotos de productos para una agencia, le ofrecieron dedicarse a la fotografía deportiva.
No sabía nada de ese tipo de foto, pero aceptó. Empezó a ir a partidos para practicar y aprendió rápido.
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Para ella representó una buena oportunidad laboral; sin embargo, después se enteró de que le ofrecieron ese puesto para cubrir la cuota de género de la agencia.
Aunque asegura que en la agencia la cuidaron mucho, cuenta que en el ramo siempre hay comentarios sexistas. “Cuando hay que cubrir un evento, hay lugares donde prefieren no mandar a mujeres, porque hay que pagar otro cuarto o donde prefieren no arriesgarlas”, cuenta.
Durante su carrera, Eloisa ha visto que hay más chicas tomando fotos de manera amateur, sobre todo gracias a la liga femenil de futbol.
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