A lo lejos se ve una pequeña embarcación que se aproxima a la orilla del canal de Apatlaco, en la zona sur de la CDMX. A bordo de la trajinera va Dionisio, un maestro chinampero de Xochimilco, quien no sola domina el arte de hundir el remo en las pantanosas aguas sino que también es gran conocedor de la zona y un luchador social.
“Soy campesino de nacimiento”, asegura el hombre de 66 años, quien desde principios del año 2000 trabaja para rescatar la técnica de cultivo más ancestral del Valle de México.
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Don Nicho, como le dicen quienes lo conocen, lleva en la sangre el arte de cultivar en chinampas. Así lo demuestran sus manos curtidas por la tierra y el trabajo duro.
Al hablar sobre sus orígenes, el maestro chinampero de Xochimilco relata que sus padres eran campesinos originarios de San Juan Ixtayopan -uno de los siete pueblos originarios de la alcaldía Tláhuac-, a quienes les aprendió el oficio y el gusto por el trabajo comunitario.
Cuando Don Nicho tenía 16 años se vio obligado a dejar el cultivo en las chinampas porque el lirio comenzó a invadir los canales y se convirtió en un problema para toda la zona chinampera de Xochimilco.
Tras dejar su labor como campesino, el maestro chinampero obtuvo empleo como peón, luego se dedicó a darle mantenimiento a edificios públicos, para después ser operador de maquinaria pesada.
Una vez en el retiro, Don Nicho emigró a Campeche, donde vivió siete años, pero la tierra, o mejor dicho el agua, siempre llama. El maestro chinampero de Xochimilco regresó a sus orígenes en los canales; sin embargo, llevaba consigo una misión: rescatarlos.
Fue así que desde hace 20 años forma parte del proyecto Umbral Axochiatl, organización dedicada a la conservación, restauración y rescate de esta zona lacustre, así como de las chinampas.
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“Ni yo mismo sabía en la que me metía”, dice entre risas Don Nicho, al explicar cómo inició con esta tarea que ahora se ha convertido en una de sus pasiones.
Su primera labor fue limpiar los canales, recuerda. Para eso diseñó una estrategia a través de un proyecto turístico de voluntariado. “Había mucho plástico en ese entonces, me hice la pregunta ‘¿cómo voy a invitar así al turismo?’ De ahí comenzamos con las jornadas voluntarias para retirar los tiraderos.
“Para concientizar a la gente se retomó el remo autóctono. Aquí es el deporte preferido de los xochimilcas, pero también lo utilicé de una forma para concientizar a la gente con la idea de que si a los niños les gusta nadar y practicar, entonces el primer paso era limpiar la casa”, señala, mientras observa los canales.
Ver agua sin basura es una de las acciones de las que el maestro chinampero de Xochimilco presume sentirse orgulloso, pero eso es solo el inicio del proyecto que él tiene a futuro para esta zona de la ciudad.
Actualmente, Don Nicho también forma parte de otro proyecto llamado Semillas de la Chinampa, que busca rescatar las técnicas tradicionales de cultivo, sin el uso de fertilizantes ni pesticidas. Hacerlo “a la antigua”, como dice él.
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“El trabajo no solo era limpiar y hacer voluntariado. Muchos compañeros decían ‘cuándo volveré a ver mis chinampas con elotes y hortalizas’, de ahí surgió la propuesta de hacer fertilizantes naturales”, explica.
Además de crear una alternativa ecológica para la siembra en chinampas, Don Nicho vio la posibilidad de atacar uno de los grandes problemas de Xochimilco: el lirio.
Mientras avanza por las turbulentas aguas que corren por los 183 kilómetros de canales en Xochimilco, lejos del bullicio de la zona más turística, Don Nicho observa las chinampas abandonadas, cubiertas por el pasto y la vegetación, y calcula que son cerca de 800 islas las que se encuentran sin ser aprovechadas, ya sea porque a sus dueños perdieron el interés o por la falta de recursos, por lo que se atreve a contarnos otro de sus planes para rescatar y reactivar esta zona.
De acuerdo con el maestro chinampero de Xochimilco, recuperar las semillas nativas es la segunda gran necesidad para quienes se dedican a este oficio. Por ello, él y otros cinco campesionos e investigadores trabajan en una chinampa llamada El Ranchito.
En este espacio aún no se ven enormes parcelas llenas de brócoli, acelga, elote, chiles y calabaza; sin embargo, este lugar sirve como laboratorio, pues aquí se cocina un proyecto a largo plazo para retornar a las semillas que se utilizaban antiguamente. “Estamos creando las condiciones para que la chinampas regresen”, dice Don Nicho, quien advierte: “Si se extingue el problema va ser mucho mayor, no habrá economía para nadie”.
En El Ranchito también tienen la misión de heredar esta forma de cultivo a las nuevas generaciones, por ello planean realizar talleres para estudiantes, académicos y cualquier persona que se interese en “la chinampería”.
“Esto apenas va empezando”, dice orgulloso este xochimilca, quien lamenta que los chilangos nos hayamos desconectado de las zonas rurales y del hecho de que los productos cultivados en chinampas sean despreciados, debido al mito de que se cultivan con aguas negras.
El maestro chinampero de Xochimilco reconoce la necesidad de crear un vínculo para que más gente consuma lo que se produce en esa zona, por lo que junto con su organización, planea lanzar una plataforma para que cualquier chilango pueda hacer pedidos de verduras, hortalizas, huevos orgánicos y otros productos hechos por pobladores. “Me gustaría que la chinampería se viera más allá de lo cultural, como un lugar muy estratégico para la ciudad”.
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