Luis Tamayo se inició en los servicios de seguridad hace más de veinte años, cuando un amigo suyo lo invitó a trabajar en un concierto de Los Tigres del Norte en Naucalpan. Ese evento lo acercó de improviso a una de las escenas musicales más complicadas para el negocio, dada su naturaleza eufórica. Después de enfrentarse a ese público pasaron seis meses para que se convirtiera en coordinador de seguridad de aquella agencia.
El rockstar de la seguridad
El oficio lo afinó con los consejos de Lalo Tex, su amigo: “Muñeco, si quieres trascender y lograr algo en la vida: humildad. Nunca trates mal a alguien, nunca seas grosero, siempre ten una sonrisa y buen trato”.
Pero a veces eso no es suficiente para contener un problema o librarse de un saldo rojo: “Mira esta cicatriz: fue por defender a unas chicas; me dieron un tubazo directo en la frente y desperté en un hospital —comenta Luis Tamayo—. En otra ocasión, en un concierto de Sin Dios, me tocó ver cómo se le salieron las vísceras a un chavo al que picaron; no pude hacer mucho, imagínate intentar controlar a 2 mil punks”.
Con todo, esas experiencias no han sido las más violentas que haya vivido Luis Tamayo, nuestro rockstar de la seguridad. “Una vez, antes de que saliera el grupo al escenario, me tocó ver desde el escenario cómo un tipo se acercaba a dispararle a otro, que se desplomó frente a mí. Enseguida me dieron la indicación de partir inmediatamente. Son problemas que te sobrepasan. Subimos al grupo a un camión y nos fuimos”.
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Luis Tamayo cuenta que le han pedido autógrafos, porque tuvo una banda de punk en la que su locura era la protagonista: tocaban con pañales o con calcetines en el pene, dependiendo de la ocasión.
También estuvo dos años en la radio, y gracias a sus amistades dentro de la lucha libre casi se convierte en luchador. Aunque incluso salió en un comercial del FIFA Street 2, su fuerte siempre ha sido la seguridad. Sus labores de protección no se limitan a conciertos: Luis Tamayo ha trabajado en exposiciones, fiestas privadas, producciones de televisión y productoras de porno mexicanas. De hecho, lo bautizaron como “Dr. Corazón”, por la confianza que despertó en las actrices, que encontraban en él un apoyo emocional y psicológico cuando le confiaban algún problema.
El rockstar de la seguridad no entiende en qué momento alcanzó la fama, pero tiene muy claro que la amabilidad ha sido fundamental y que a través de ella ha conseguido, por ejemplo, que Enrique Bunbury le regalara para su biografía el título Los restos del naufragio, libro que inmortalizará los mejores momentos de la vida de Luis y su evolución personal. Él, antes de ser Luis Tamayo, ya había caminado bastante.
“Antes de que comenzara todo, tuve una adicción muy fuerte a las drogas; vivía abajo de un puente —recuerda—. Un día estaba en un camellón y se me acercó un señor a decirme: ‘Si no cambias, te pasará lo mismo que al chavo de allá; ese ya no amanece’. La epifanía dicha y hecha: en la madrugada lo mataron”.
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Esa y otras anécdotas fueron el parteaguas; tras erradicar su adicción, se encarreró en un trayecto que lo ha acercado a nuevas alternativas y oportunidades laborales, como decirle que sí al concierto de los Tigres del Norte hace 20 años para más adelante poder colaborar con los Misfits, Ska-P, María José, Charles Ans, Control Machete, Panteón Rococó, Silverio, Caifanes y muchas, de verdad muchas, celebridades más.