Una postal característica: paisaje de plantas verdes y flores vivas flotando sobre el agua, junto al lirio acuático en Xochimilco. Se ve muy chulo, cómo no.
Sin embargo, esta planta –traída por su belleza desde el Amazonas– se ha convertido en maleza nociva. Su remoción cuesta cientos de miles de pesos por hectárea y abarca 40 mil en el país.
Un grupo de investigadores dio con una solución: a través de una biorrefinería en CDMX, convierte esta flor en enzimas, nanocristales, composta e incluso biogás y bioetanol.
El equipo trabaja desde 2009 en el proyecto para el aprovechamiento y la rentabilidad en el uso de esta planta y forma parte del Departamento de Biotecnología de la UAM Iztapalapa. Está encabezado por el doctor Ernesto Favela Torres, profesor y responsable de la biorrefinería de lirio acuático en Xochimilco.
“La sobreabundancia del lirio cambia la flora, la fauna y la vocación de los cuerpos de agua. Al estar cubiertos, no se puede pescar, no son navegables ni recreativos”, explica.
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“A las plantas hidroeléctricas les tapan las turbinas. Cuesta dinero sacarlo y hasta ahora no se obtiene ningún beneficio extra”.
Su propuesta es rentabilizar esos costos de extracción, tratando de resolver el problema sin generar otro
Cómo se extrae el lirio acuático de Xochimilco
Actualmente, una parte del lirio acuático extraído va a tiraderos o a los suelos de Xochimilco. Otra, se queda en las orillas de ríos, lagos, lagunas y presas, y provoca problemas por su descomposición.
En cambio, a través de la biorrefinería es posible transformarlo en cuatro productos útiles.
Los primeros dos son la composta y lombricomposta para la fertilización de los suelos. El tercer producto viable es un absorbente para derrames que se produce con la deshidratación del lirio y su reducción en molinos. Se usa en rastros de carnes, refresqueras, industrias de jabón y derrames de petróleo.
El cuarto producto, dice Ernesto Favela Torres, es el biogás. Todo el lirio que pudiera estar contaminado se convierte en biocombustible para generar energía y así abastecer comunidades que no tienen acceso a la electricidad.
El proyecto de la UAM lo usa para surtir la propia biorrefinería, que actualmente procesa una tonelada y media de lirio acuático a la semana con cero residuos.
“A la planta que tenemos le llamamos ‘la vitrina’, porque queremos que la gente vaya a verla y que construyan otras, chicas o grandes, no importa, para hacer de este proyecto algo económicamente rentable y con un impacto ambiental importante”, añade.
La biorrefinería se ubica en el Centro de Investigaciones Biológicas Ambientales de Cuemanco, perteneciente a la UAM, donde, además de trabajar con el lirio acuático, se llevan a cabo estrategias para la conservación del ajolote, endémico de Xochimilco.
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