Chilango

Estamos hasta la madre: vecinos de Narvarte-Del Valle se quejan de la inseguridad

Foto: Cuartoscuro.

La noche del 5 de mayo pasado, María cerraba los ojos cuando el teléfono timbró. «Jefa, nos están asaltando», murmuró una voz y, de inmediato, la llamada terminó. Así se vive la inseguridad en la Narvarte-Del Valle.

«Estamos de la fregada», dice María, antes de contar que justo cuatro meses antes de esa llamada, en enero de 2018, forzaron la cortina de uno de sus locales de comida.

María vive en la colonia Narvarte. Tiene dos locales de comida. Ella toma aire. Quiere hablar sobre la inseguridad en la Narvarte-Del Valle y recuerda el asalto a uno de sus locales. Ese día ella trabajó en uno y luego fue a darse una vuelta por el otro local. De ahí se fue a las 10 de la noche, una hora antes del cierre.

Tres asaltantes llegaron a las 22:55 horas. Pistola en mano, se llevaron la ganancia del día y las pertenencias de comensales y empleados. «Hasta la cocina se metieron», recuerda. Para las 23:00 horas el asalto había sido consumado.

Esa noche de principios de mayo, un segundo empleado se comunicó minutos después de las 23:00 horas: «estamos bien», dijo y relató que fueron encañonados por los asaltantes. «Qué feo tener que decir: gracias por no matarnos», reclama María, quien desearía que todo acabara con el asalto.

«Levantar una acta es un vía crucis. Ya habían robado partes de mi carro y sabía de qué trataba, que no ocurriría nada. Fui a la agencia Octava, frente a Parque Delta. Nadie atendía. Llegamos antes de las 12, salimos después de las tres de la mañana», acusa.

«Ojalá ahí terminara», insiste. Tras interponer la denuncia, la policía de investigación ha llegado en tres ocasiones al negocio. Según María, los policías aprovechan la ocasión para ordenar hamburguesas que no pagan. «Ya instalé alarmas porque ya entraron, por la noche, a cafeterías cercanas. Así es la inseguridad en la Narvarte-Del Valle. ¿Ya nos tocaba o qué está pasando?», cuestiona.

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Cuando Gerardo Santiago dice que antes de la ola de inseguridad en la Narvarte-Del Valle, esta era una zona tranquila, titubea. Pareciera que habla de un tiempo que no volverá. Gerardo, vecino de toda la vida de la Narvarte, asegura que la delincuencia incrementó desde hace unos años, cuando inauguraron Parque Delta. Desde entonces, los asaltos a mano armada no paran, asegura.

Multisistemas de Seguridad Privada, empresa que ofrece servicios de guardias de seguridad, advierte en un informe que Parque Delta «se ha convertido en una zona de riesgo» por el número de asaltos y que «en los últimos meses la plaza se amplió, lo que ha ocasionado un incremento en el número de visitantes».

La glorieta de Etiopía es otro foco rojo, agrega Gerardo. «Es por la cantidad de bancos, gente y negocios. Los delitos ocurren por la mañana», asegura.

Hace dos años, los vecinos comenzaron a inconformarse cuando se dieron cuenta de que los asaltos a casas, comercios y transeúntes aumentaban. «Las cosas ya no pintaban bien desde hace cuatro o cinco años. Las colonias Buenos Aires y Doctores son cercanas y, primero, el robo de autoparte se disparó. Somos un imán para quienes vienen a surtirse», dice Gerardo.

Ante la ola de inseguridad en la Narvarte-Del Valle, los vecinos convocaron a reuniones en una banquita en el cruce de las calles Rébsamen y Morena. Ocho vecinos comenzaron a hablar sobre el problema en julio de 2016.

«Sin planearlo mucho, nos convocamos y pegamos avisos en algunos puntos. Ya era muy común que vaciaran los departamentos, los asaltos y los robos de carro. A diario escuchabas una historia. No sabíamos si los mandos policiacos estaban coludidos. Nunca se aparecen, no nos pelan», reclama Gerardo.

La primera idea fue crear un grupo de Whatsapp que nombraron Del Valle-Narvarte Unidas. Al menos serviría para continuar en contacto. Convocaron a otras juntas y poco a poco se sumaron más vecinos; así surgieron también los grupos Alarma Vecinal y Alertas, aunque más tarde desaparecieron. En cambio, el chat Del Valle-Narvarte Unidas suma actualmente 200 personas.

La pregunta era cómo combatirían la inseguridad en la Narvarte-Del Valle. A alguien se le ocurrió: silbatos potentes. Si alguien sonaba uno, los demás saldrían y avisarían por WhatsApp si veían al delincuente.

«Para concientizar a la gente, imprimimos flyers con información sobre los planes. Acordamos reportar solo las emergencias en el chat. Claro que hay paranoia y a veces se informa sobre cualquier cosa sospechosa, pero lo evitamos. Ser precisos nos ha funcionado, pues estamos en contacto con el mando de la policía de la delegación. Aunque hemos creado una comunidad participativa, eso no basta contra la inseguridad en la Narvarte-Del Valle», sostiene Gerardo.

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La noche del miércoles 27 de junio se escucharon seis balazos en la colonia Del Valle. El saldo fue de un hombre y un menor de tres años asesinados. Otra mujer resultó herida pero sobrevivió. Según los testigos, las víctimas fueron interceptadas por un vehículo color negro, cuando circulaban por las calles Pilares y Juan Sánchez Azcona.

A Juan Pablo Tanabe, quien vive en el centro de la Del Valle, este tipo de noticias ya no le sorprenden. Juan Pablo comenzó a convocar a los vecinos cuando asesinaron a dos personas cerca de su casa. Ocurrió en enero de 2017. Ya no solo eran asaltos. «Unos 15 días después, los vecinos comenzamos juntas vecinales y una agenda para la seguridad de todos. Se creó un grupo de WhatsApp para estar en contacto», recuerda.

Los vecinos colocaron estampas en sus vehículos para identificarse entre ellos y compraron silbatos para sonarlos en caso de asaltos.

«Solicité a la delegación la instalación de alarmas vecinales y luminarias para la seguridad de la cuadra», cuenta, aunque, reconoce, eso ha resuelto poco.

Hace poco, la organización Semáforo Delictivo lanzó su reporte del primer trimestre del año sobre delitos de alto impacto en el país, con base en información oficial. Destacó que la Benito Juárez sufrió mayores atentados contra ciudadanos. En los primeros tres meses del año se registraron en la demarcación 264 robos a casa habitación, 465 a negocio y 90 de vehículos. Además de dos violaciones y tres homicidios. Desde hace al menos dos años, los números han ido en aumento. «Podría ser peor el dato oficial, pero no todo se denuncia», señala Juan Pablo.

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María intenta resumir la inseguridad en la Narvarte-Del Valle. Según ella, el ambiente delictivo empeoró en 2017, y se agudizó este año. Sostiene que en la calle Quebrada han asaltado seis veces una cafetería; que en Monte Albán otra cafetería fue robada cuatro veces en menos de seis meses; que asaltaron una pizzería en Esperanza… Ella vive en crisis nerviosa desde el asalto y prefiere no decir los nombres de los negocios.

El modus operandi es el mismo: tres o cuatro sujetos, con armas en mano, se van contra clientes, empleados y el encargado de la caja. Son jóvenes de 20 a 30 años, con gorra y lentes oscuros.

«Ocurre más entre las siete y a las 11 de la noche, pero también al mediodía. No hay hora específica. Nunca antes tuvimos esta inseguridad en la Narvarte-Del Valle. Hay que cuidar el dinero, llevártelo. No sabes cuándo te toca», dice María.

María es integrante del grupo de Whatsapp Narvarte-Del Valle y formó otro con los dueños de negocios cercanos al suyo. Eso le genera un poco de alivio. «Me ha acercado a otras cafeterías de la zona. El dueño de la que asaltaron seis veces tiene sus denuncias y no pasó nada. Los empleados le renunciaron por el miedo», cuenta.

Uno de sus locales cierra más temprano ahora. En sus dos negocios, ya colocó cámaras, alarmas y cuatro candados. «Nunca en mi vida había estado tan desesperada. Pierdes seis horas de venta a la semana, unas 24 al mes. Y cerrar temprano no es garantía. ¿Doy por perdido mi negocio?». Las ventas, calcula, bajaron 20 por ciento en los últimos meses.

Estrés, dice, es la palabra que define a su vida actual. Antes del asalto, María ya había charlado con sus 15 empleados sobre qué hacer en un caso así. Estaban alertas, pero todo se olvida cuando ocurre en verdad. «Ahora nos organizamos más. Si vuelven, no hay que oponerse. No hay que arriesgarse. Como yo, la mayoría tiene familia», dice.

Lo peor, agrega, es que los mismos policías dicen que tienen las manos atadas ante la inseguridad en la Narvarte-Del Valle, pues, con la reforma al código penal, no pueden hacer mucho, que el asalto a mano armada ya no es delito grave.

«Los vecinos dicen que uno debe contratar seguridad. Tenemos las alarmas y cámaras pero ese no es el problema de raíz. Ahora, con la incertidumbre, todo mundo me parece sospechoso. De inmediato reporto al chat, aunque digan que soy una paranoica», lamenta.

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Gerardo Santiago camina por las calles de la Narvarte y cuenta «la tragedia» de una mujer y su cafetería, en el cruce de las calles Sánchez Azcona y Morena. El año pasado, antes del temblor del 19 de septiembre, el negocio fue asaltado ocho veces. Lo cerró para siempre. Ya no podía pagar la renta.

Sánchez Azcona es una calle a la que hay que prestarle atención, dice, pues es la vía que se convierte en Monterrey, donde empieza la colonia Roma, en la Cuauhtémoc, la delegación más peligrosa de la ciudad.

Mientras transita por Morena, Gerardo indica que en esta calle había un local donde reparaban bicicletas. «Los asaltaron y provocaron que no duraran ni cinco meses».

Por su cuenta, vecinos han puesto luminarias y cámaras en Pestalozzi y Rébsamen, pero hay casos en que los delincuentes arrancan las cámaras. Otro plan es colocar alarmas vecinales.

«Hay mucho descontento. Gente harta, hasta la madre, son las palabras correctas. Son quienes quieren vigilar. No tenemos mando policiaco suficiente en la colonia», dice.

Ante la inseguridad en la Narvarte-Del Valle, hay quienes proponen tener bates en casa, o incluso una pistola, confiesa Gerardo, pero, por el momento, los vecinos que vuelven a su casa de madrugada, avisan si ven algo sospechoso y solicitan apoyo policiaco.

En respuesta a la inseguridad en la Narvarte-Del Valle, cerca de la calle de Morena, en noviembre pasado, un vecino colocó una lona con mensaje a los delincuentes. «Si te vemos, te madreamos». No duró muchos días: 12 policías llegaron a retirarla.

«Incluso resguardaron un rato la zona para que nadie la pusiera de nuevo. Por eso la gente no denuncia, no hay confianza. Son cinco horas perdidas en el Ministerio Público. Y por eso los datos oficiales no reflejan la realidad», reitera, resignado, Gerardo.

Inseguridad en la Narvarte-Del Valle y en toda la CDMX

Los problemas de inseguridad en la Narvarte-Del Valle son una muestra de lo que ocurre en la Ciudad de México. Durante 2017, el robo con violencia fue el delito que más creció en la capital del país, pero no es el único dato preocupante. La CDMX ocupa el segundo lugar a nivel nacional por robo a transeúnte y en tercer lugar por robo a negocio, de acuerdo con datos del Observatorio de la Ciudad de México en su reporte anual.

Los datos de 2017 del estudio destacan que cada 19 minutos se cometió un robo con violencia; cada 25, un robo a transeúnte, y cada 30, un robo a negocio.

Respecto a los robos con violencia, el Observatorio de la Ciudad de México, detalló que el 23% ocurre entre las 19:00 y las 22:00 y casi la mitad de ellos (48.8%) se comete entre lunes y miércoles.

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Los datos del primer semestre de este año no son alentadores. Las demarcaciones Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo son las más peligrosas de la ciudad. De acuerdo con cifras oficiales, ambas concentraron la mayor tasa de denuncias de delitos que se cometen con violencia, como homicidios dolosos, robos a transeúnte, ataques con armas de fuego y violaciones.

El foco rojo es la delegación Cuauhtémoc, donde, en el primer semestre del año, se registró una tasa de 253.5 delitos de alto impacto por cada 100 mil habitantes. El segundo lugar fue para la Miguel Hidalgo, con una tasa de 232.2 delitos de alto impacto.

El tercer sitio en cuanto a la tasa más alta de delitos de alto impacto es para Azcapotzalco, con 165.2 casos por cien mil habitantes, mientras que la Venustiano Carranza presenta una tasa delictiva de 162.9 casos de alto impacto por cien mil habitantes.

En el quinto sitio aparece Iztapalapa, con una tasa de 160.8 delitos de alto impacto. Después está, Xochimilco, con una tasa de 159.3 ilícitos de alto impacto; Gustavo A. Madero, con 149.8 delitos; Iztacalco, con 144.7; Benito Juárez, con 130; Tláhuac con 119.1; Coyoacán, con 102.8; Tlalpan, con 91.8, y Álvaro Obregón, con 90.9 ilícitos.

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