¿Cómo enfrentar la inseguridad después de la pandemia?
La crisis económica y social a raíz de la covid-19 podría aumentar la ola de violencia e inseguridad en la CDMX, aseguran expertos
Por: Diana Delgado Cabañez
La pandemia por covid-19 no sólo dejará cientos de miles de muertos. Traerá consigo problemas sociales y económicos que podrían provocar un repunte de inseguridad en la CDMX, a pesar de que en el primer semestre de 2020 disminuyeron entre 18 y 90 por ciento los principales delitos que todos los días se cometen en la capital.
En junio, por ejemplo, el robo a pasajeros de Metro y Metrobús se redujo 90.7 por ciento en relación con el mismo mes de 2019. También disminuyeron los robos a negocio con violencia (83%); transeúnte (50%); casa habitación con violencia (57.9%) y hubo 18 por ciento menos homicidios dolosos, de acuerdo con estadísticas del Portal de Datos Abiertos del Gobierno de la Ciudad de México.
No por ello los números dejan de ser alarmantes: información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública indica que hasta junio se registraron 628 homicidios dolosos, 35 feminicidios, 2 mil 137 robos a casa habitación, 5 mil 157 a transeúnte y 8 mil 362 a negocio, siendo enero y marzo los meses con mayor incidencia.
“En la última década, la Ciudad de México ha duplicado sus niveles de violencia; sin embargo, proporcionalmente a su población y respecto de las tasas de incidencia del resto del país, aparece a la mitad de las tablas estadísticas como una de las entidades que ‘no están bien, pero tampoco están tan mal’”, dice Francisco Rivas, director General del Observatorio Nacional Ciudadano.
Sin embargo , enfatiza, “debemos tener muy claro que este año bajaron los delitos porque no hubo gente en las calles y los negocios estuvieron cerrados, de lo contrario, las cifrasde inseguridad en la CDMX serían más apegadas a las de años anteriores”.
El especialista en seguridad y cultura de la legalidad, Rivas especifica que la Fiscalía local también registró una baja en la cantidad de denuncias, una de las principales razones fue el miedo al contagio de covid-19, pues denunciar implica trasladarse a un Ministerio Público y estar en espera por varias horas.
El Observatorio de la Ciudad de México de Seguridad y Justicia analizó la inseguridad en la CDMX con base en la incidencia delictiva de 2019 e identificó que durante ese año la ciudad ocupó el primer lugar nacional en robo a transeúnte (17 mil 380 registros) y trata de personas (180); fue la número dos en robo a negocio (22 mil 323) y la cuarta en secuestro (175).
También fue el peor año en la historia en feminicidios (con 71 registros) y narcomenudeo (6 mil 98), y el segundo peor (sólo rebasado por 2018) en violaciones (mil 163) y casos de violencia familiar (25 mil 775).
“Si volteamos a ver la historia del país, cada que hay una crisis económica hay un aumento en la incidencia, particularmente de robos, secuestros, extorsiones y delitos patrimoniales”.
“Estamos ante el riesgo de que en los próximos meses estos se desaten porque millones de personas han perdido entre el 60 y el 100 por ciento de sus ingresos. Es un escenario donde se deja la responsabilidad absoluta a las autoridades locales mientras, a falta de estrategia, la federación pretende resolver todo con ‘abrazos y no balazos’”, dice Rivas.
Sentir el miedo por la inseguridad en la CDMX
La familia de Gustavo (como pidió ser nombrado) huyó de la Ciudad de México hace dos años. Su padre, restaurantero de la colonia Roma, fue víctima de varios delitos a pesar de las constantes denuncias, la contratación de seguridad y hasta el pago “para el refresco” a policías para que hicieran rondines extras a los que tenían calendarizados.
“En 2015 empezaron a asaltar el restaurante, En una ocasión fueron tres veces en un mes y eso hizo que la clientela bajara —cuenta el publicista de 35 años—. La segunda señal de alarma fue que los mismos dos tipos que robaban empezaron a extorsionar a mi papá con amenazas e insultos y él aceptó pagar 2 mil pesos a la semana. Los montos fueron aumentando hasta llegar a 15 mil pesos… y se volvió imposible”.
A causa de la inseguridad en la CDMX, a finales de 2017 sus padres cerraron su restaurante, vendieron los muebles a través de internet y liquidaron a los pocos empleados que quedaban. En 2019 las dos hermanas de Gustavo, ante el rumor de extorsiones en la Condesa, donde tenían una pequeña cafetería, también se fueron de la capital. El miedo y la falta de respuesta de las autoridades los desplazaron.
La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (Inegi, diciembre de 2019) reveló que 72.9 por ciento de la población mayor de 18 años considera que vivir en su ciudad es inseguro. Los lugares peor calificados son Puebla de Zaragoza, Tapachula, Ecatepec, Uruapan, Fresnillo y Tlalnepantla de Baz.
En la Ciudad de México, las alcaldías en las que los chilangos se sienten más inseguros son Iztapalapa (88.3 por ciento de la población encuestada), Gustavo A. Madero (86.2 por ciento), Tláhuac (83 por ciento), Xochimilco (83 por ciento) y Azcapotzalco (81.9 por ciento).
Por el contrario, las tres alcaldías con mejor percepción de seguridad son Cuajimalpa (46.7 por ciento), Benito Juárez (51.6 por ciento) y Venustiano Carranza (62.4 por ciento).
Los cajeros automáticos, el transporte público, los bancos y la calle son los lugares que causan mayor sensación de inseguridad en la CDMX. Asimismo, 61 por ciento de los encuestados dejó de salir con cosas de valor, 51 por ciento ya no camina en los alrededores de su vivienda después de las 8 pm y 36 por ciento evita visitar a parientes y amigos por temor a ser víctimas de delito.
María Elena Morera, activista ciudadana en seguridad pública y presidenta de Causa en Común, considera que en la capital nos hemos acostumbrado a vivir mal, a estar en una incertidumbre permanente sobre si nosotros o nuestras familias volveremos a casa todos los días.
“Cambiamos nuestra libertad por la seguridad y esto es muy grave para nuestro día a día. Trastorna nuestra calidad de vida, nuestra forma de sentir y actuar, y todo eso tiende a ir de mal en peor”, dice.
En su opinión, además de las cifras que publican los organismos encargados de seguridad y de los hechos delictivos de los que la población puede ser víctima o testigo, algo que en los próximos meses impactará negativamente en la percepción pública es el atentado que sufrió el secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, el pasado 26 de junio, cuando fue emboscado por una veintena de personas mientras circulaba por Lomas de Chapultepec.
En la agresión, presuntamente cometida por el Cartel Jalisco Nueva Generación, murieron dos escoltas del secretario y una comerciante de la zona.
“El ataque cambiará todo lo que tiene que ver con la inseguridad de la CDMX, sobre todo la percepción, pues de por sí los ciudadanos creen que el Estado no puede cuidarlos y ahora saben que si eso le ocurre al jefe de la policía, qué no nos podrá pasar a los demás. Aunque en otras partes del país han ocurrido hechos así, los grupos delictivos de la ciudad no se atrevían, pero ya lo hicieron, y en cuanto continúen las detenciones ligadas a cárteles, esto va a tener mayores consecuencias”, asegura Morera.
Urge inversión para frenar inseguridad en la CDMX después de la covid-19
La seguridad es el rubro en que más ha invertido la actual administración: en 2019 la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, presupuestó 54 mil 276 millones pesos para reactivar la estrategia de trabajo por cuadrantes, cuyo objetivo era lograr mayor proximidad con los ciudadanos y mantener supervisión y acción policial las 24 horas, lo que incluyó un aumento salarial del 9 por ciento a los elementos de la Policía.
Para 2020 el Gobierno de la ciudad destinó 23.2 por ciento del presupuesto de toda la capital a seguridad, lo que equivale a 55 mil 442 millones de pesos para salarios, contratación de nuevos policías, servicio de patrullas, sistema C5 y un proyecto de inteligencia de datos.
Aunque para Francisco Rivas el sistema de cuadrantes es la estrategia ideal para crear mapas de calor, identificar las zonas de alta incidencia delictiva y concentrar esfuerzos basados en información e inteligencia policial que podrían ponerle in freno a la inseguridad en la CDMX, asegura que sigue haciendo falta atender otros rubros, especialmente los que bloquean la procuración de justicia.
“La Ciudad de México tiene la mayor policía y, proporcionalmente hablando, la mayor fiscalía del país, pero no se dan abasto porque policías, peritos y ministerios públicos no están bien capacitados ni bien equipados ni suficientemente bien pagados para el riesgo que asumen. A pesar de ser tantos, siguen siendo insuficientes para una ciudad tan compleja como ésta”, indica el especialista.
Una limpia real de la corrupción en las instituciones; formar, capacitar a profundidad y supervisar a los nuevos elementos; promover la inteligencia policial y tener estrategias más efectivas de prevención del delito para toda la población son algunas de las medidas que Rivas considera necesarias para que todas las personas e instituciones involucradas en los procesos de justicia capitalinos trabajen juntos y de forma ordenada.
“Los gobiernos actuales hablan de limpiar la corrupción pero en los hechos no hay una sola prueba de que policías y fiscalías sean menos corruptas. Ahí está el ataque al secretario de Seguridad: alguien tuvo que filtrar su ubicación. Hay que separar de sus cargos a quien sea necesario, contratar nuevos elementos, formarlos, mantener vigilancia y pagarles bien, pero para todo eso se requiere dinero. Las condiciones de inseguridad en la CDMX no disminuyen y difícilmente lo van a hacer si no se hacen cambios a profundidad”, lamenta.
¿Guardia Nacional necesaria?
El 30 de junio de 2019 la Guardia Nacional (GN) comenzó a operar en la Ciudad de México con el despliegue de mil 350 guardias en las alcaldías Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Tláhuac.
Cuatro meses después, la jefa de Gobierno reconoció que en la capital sólo laboraban 700 de los 2 mil 700 elementos que estarían designados para reducir la inseguridad en la CDMX y únicamente realizaban labores de inteligencia.
Sin embargo, con la llegada de la covid-19, García Harfuch anunció la incorporación de 2 mil 800 elementos del Ejército, Marina y GN para patrullar las calles junto con la policía capitalina.
Ante este panorama, se espera que en los próximos meses la GN realice operativos contra el crimen organizado y recorridos de vigilancia, principalmente en las fronteras de la ciudad; sin embargo, expertos en seguridad y justicia tienen distintas visiones sobre su presencia en la capital.
Para Francisco Rivas, la GN debe acompañarse de la Policía capitalina y crear “planes quirúrgicos” definiendo prioridades, zonas de control, células mixtas, e incluir a los alcaldes, pues son quienes conocen el territorio y los niveles de inseguridad en la CDMX. Además, la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina tendría que vigilar los límites a las competencias que tendrá la GN.
Sin embargo, el Observatorio de la Guardia Nacional ha denunciado que su incorporación no va a solucionar los problemas de organización y ejecución de la policía de la ciudad, como sí lo haría la capacitación y mejora de salarios a los elementos, pues, a su parecer, la Guardia Nacional sólo se trata del Ejército pero con uniforme distinto.
“Cuando entra el Ejército quiere llevar el mando y aquí la Policía sabe mucho más que ellos en temas de proximidad, que es una condición básica por las características de la ciudad. Además, en una metrópoli que cuenta con una fuerza policial superior a la media [la ONU recomienda 1.8 policías por cada mil habitantes y aquí hay 4.5] no es necesario meter a la guardia; a diferencia de otras entidades donde hasta le dan la bienvenida. A eso le sumas que miembros del Ejército armados en las calles causan impacto en la gente, la sensación de inseguridad aumenta e incluso hace que la Policía se vea débil ante la inseguridad en la CDMX”, concluye Morera.