Podemos con todo: chilangos exitosos en un año de pandemia
Estas historias de éxito en la pandemia nos muestran a quienes se reinventaron y crecieron a pesar de las dificultades que trajo el 2020.
Por: Colaborador
Vía: Diana Delgado Cabañez y Cris Winters
Porque la vida está llena de matices y hasta en los momentos menos esperados ocurren cosas extraordinarias. A pesar de lo difícil del 2020, nos quedamos con las experiencias de quienes, buscando una salida a la crisis por la covid-19, se reinventaron. Estas historias de éxito en pandemia nos inspiran y brindan esperanza.
Si quieres inspirarte, estas son las historias de éxito en pandemia
Artes marciales en la cocina
A los 6 años Leonel Pedraza comenzó sus estudios en las artes marciales chinas con Shifu Chi Xia Ming. Tras mucha práctica, en 2013 emigró a Wudang-shan, China, para asistir a la academia profesional Wudang Longmen Kung Fu School de Shifu Wang, donde se dedicó al estudio del kung-fu interno y las artes taoístas.
Desde entonces ha participado en concursos y se convirtió en el único instructor latinoamericano certificado por Wudang Longmen Kung Fu School en las disciplinas de taijiquan, baguazhang, xingyiquan, wudangquan, qigong y meditación taoísta.
En enero de 2015 fundó la escuela Wudang Longmen Kung Fu México, que iba creciendo… hasta que llegó la pandemia. Y aunque todo parecía en contra, se convertiría en una de las historias de éxito en pandemia.
“Cerré la escuela el 19 de marzo y reabrimos hasta octubre. Fue todo un descubrimiento dar clases digitales; aunque muchos alumnos no se acostumbraron, casi todos se lograron adaptar. Sin embargo, me vi en la necesidad de diversificar mis ingresos —cuenta—. Siempre me ha gustado la cocina y cuando estuve en China aprendí. Mi plan ideal era abrir una sala de té y un restaurante en la escuela… ¡y la pandemia lo precipitó”.
Así surgió Dharma Buns, un proyecto cuyo objetivo es acercar a los mexicanos a los sabores originales chinos y que lo catapultó como una de las historias de éxito en pandemia.
Leonel usa masa que no tiene más de un día de refrigeración y su menú consta de cuatro recetas, sazonadas con especias traídas de China. Estos panes al vapor han tenido tal recibimiento que analiza sumarse a una app de comida a domicilio y montar un local.
Por ahora ha reanudado las clases de artes marciales de manera presencial, con medidas como uso de cubrebocas, toma de temperatura y lavado de manos.
“Las clases presenciales son sólo para tres asistentes, y tuve que adaptar los horarios. Tengo un formato híbrido en el que los demás pueden ver la clase por Zoom y los viernes hacemos una práctica en el exterior. Esto implica el doble de trabajo. Los precios también hubo que adaptarlos, en un intento de ayudar. La palabra kung-fu no quiere decir arte marcial: se refiere a cualquier habilidad obtenida después de mucho esfuerzo. Al final, sean panes o artes marciales, mi intención es hacer todo con kung-fu; es decir, de la mejor manera posible”, concluye Leonel.
De coach a vendedora
Durante 10 años, la coach biopsicosocial Marieli Betancourt no hizo otra cosa que dar terapias. Estudió Psicología, luego hizo una maestría en Sociología y Política Criminal, y se ha mantenido al día tomando toda clase de diplomados y talleres.
“Eso era mi único trabajo y mi única fuente de ingresos; por un lado, dando terapias individuales, muy personalizadas, y por el otro, coaching en escuelas y empresas. Es algo que me apasiona —dice—, pero con la pandemia mis pacientes y clientes empezaron a cancelar sus sesiones y citas. Los primeros porque no tenían mucha certeza en cuanto a temas económicos y necesitaban ahorrar, y los segundos porque empezaron a delegar mis tareas a empleados in house”.
Entonces Marieli, en un intento de reinventarse como psicóloga, se volvió más activa en redes sociales, como Instagram, y empezó a publicar videos. No lo había hecho antes simplemente porque no lo había necesitado, pues sus mismos clientes la iban recomendando.
“Un video de cinco minutos me costaba un día de trabajo y no sentía que tuviera impacto. También hice podcasts para empresas sobre cómo trabajar en una crisis, pero tampoco tuvieron tanto éxito. Ya desesperada, me di cuenta de que si no generaba dinero me iba a gastar mis ahorros”.
La suerte de esta joven cambió y se convirtió en una de las historias de éxito en pandemia cuando una amiga le sugirió un negocio de coyuntura: vender cubrebocas, batas, termómetros y material médico. Por otro lado, en un chat de Whatsapp en el que ya estaba, de pronto surgió uno nuevo de gente que vendía ese tipo de productos y se metió.
“Me costó trabajo aceptar que había estudiado tanto para acabar vendiendo algo que no es lo mío. Cambié mi paradigma y me quité la vergüenza —asegura Marieli—. Luego todos se metió a esto y se volvió una mafia: había gente que cambiaba de bodega a cada rato y no te dejaban ver antes; creció la desconfianza, así que decidí trabajar sólo con proveedores y clientes de mucha confianza. He logrado tener muchas ventas y de gran volumen. Sin embargo, sé que esto es temporal, que la demanda de cubrebocas bajará y que a la larga volveré a dar terapia”.
Competir con los titanes de los supermercados
La meta de Ricardo Weder, ex CEO de Cabify, es convertir a Jüsto en el supermercado favorito de América Latina en los próximos 10 años. Su proyecto, aunque nació en 2019 e inició formalmente en enero de 2020 es una de las historias de éxito en pandemia. Consiste en una tienda online que promueve el comercio justo, con tecnología 100 por ciento mexicana y precios competitivos.
“Con la pandemia, las compras en eCommerce aumentaron. Nos agarró en curva porque seguíamos haciendo pruebas, pero priorizamos la calidad en lugar de ofrecer un gran volumen. Es lo que creemos que tiene sentido a largo plazo. Se generó mucha competencia con los grandes titanes del autoservicio, pero para nosotros eso implica mejorar nuestra propuesta de valor”, explica.
Su negocio funciona en casi todas las alcaldías de la capital y en la ciudad de Querétaro a través de una aplicación móvil y una página de internet. En ellas ofrecen más de 5 mil productos en las categorías de frutas, verduras, hogar y cuidado personal, entre muchas otras.
Las entregas pueden hacerse el mismo día o programarse con un sistema de mensajeros. Mientras que el pago se realiza en línea con todas las medidas de seguridad digital.
Jüsto, una de las historias de éxito en pandemia, está creciendo entre el 20 y 30 por ciento cada mes; además apoya la economía local al comprarles productos a artesanos, pequeños y medianos productores y empresarios locales a precios justos. A pesar de la pandemia, han generado más de 500 empleos directos y más de 2 mil indirectos formales.
“Estamos desarrollando tecnología, derrama económica, colaboración con startups, fomentando el ecosistema de emprendimiento y apoyando la eliminación de los plásticos. Nuestra visión es transformar la industria de consumo con tecnología y prácticas más justas, mostrar que en nuestro país hay talento para competir con los grandes y, al mismo tiempo, brindar la mejor experiencia de compra, empaque y entrega en las compras de cada día”, asegura este empresario.
Tradición culinaria al mundo digital
Cada febrero Itzel Ayala se prepara para cocinar hasta ocho toneladas de mole almendrado con la meta de venderlo, por kilo o en platillos, durante la tradicional Feria de San Pedro Atocpan en octubre. Sin embargo, a causa de la pandemia, su marca, Moles Mitzel, al igual que otros sellos típicos de Milpa Alta, enfrentaron a la cancelación de dicho evento, que significa el 30 por ciento de sus ventas anuales.
Para evitar la quiebra, Itzel ideó un modelo de venta a través de internet que, además de mantener a flote el negocio, le ha permitido ampliar la perspectiva de crecimiento y la convirtió en una de las historias de éxito en pandemia.
Empezó por anunciar en Facebook la venta de sus productos en pasta, polvo o granulado. Aunque al principio las ventas eran pocas, mientras la pandemia avanzaba y la fecha de la feria del mole se acercaba, los clientes empezaron a pedir informes e Itzel decidió vender en línea.
“Moles Mitzel también tiene un restaurante que estuvo cerrado un mes y medio. Sin las fiestas de los pueblos —explica— el panorama se veía complicado, pero de cualquier forma ofrecimos el producto. Los clientes que tenemos desde hace años y que nos conocen bien empezaron a comprarnos; luego se fue corriendo la voz y eso nos convino”.
Esta marca entrega el mole en puntos céntricos de la Ciudad de México, o los clientes pasan en sus vehículos a recogerlo. También se envía por paquetería a estados como Morelos y Querétaro. Ya que los pagos pueden ser en efectivo o por transferencia, los procesos de venta se han facilitado y se convirtieron en una de las historias de éxito en pandemia.
“De esta forma nos fue posible mantener los empleos de los molinos, descoladores y cocineros, a pesar de todas las dificultades de la pandemia. Además aportamos a la derrama económica al comprar todos los ingredientes en cantidades importantes. Es un orgullo que, a pesar de todo, estemos manteniendo viva la tradición de preparar y vender mole de San Pedro Atocpan, que viene de generación en generación”, finaliza Itzel.
Imágenes a las brasas
Con una trayectoria de más de dos décadas, Iván de la Luz se especializa en fotografiar comida y arquitectura. Empezó trabajando para la revista de un servicio de banquetes y de ahí se fue haciendo la cadena: ha colaborado con constructoras y despachos como BAAQ’ y PCH Studio, y también con restaurantes como Rosetta y Osaka en la Ciudad de México o Nobu en Malibú.
A pesar de que lleva un buen rato siendo freelance y está acostumbrado a salir a buscar clientes, con los recortes de presupuestos ocasionados por la pandemia fue, igual que muchos trabajadores independientes, de los primeros afectados y nunca pensó llegar a ser una de las historias de éxito en pandemia.
“En mi departamento tengo una miniterraza donde me gusta hacer asados. En el momento del distanciamiento social fue un espacio que revaloré, pues me daba la sensación de no estar encerrado —recuerda—. Ahí, los viernes y sábados me puse a cocinar para las vecinas, que eran las únicas personas con las que tenía contacto presencial.
Fui experimentando. Justo un año antes había comprado una olla de hierro fundido y comencé a explorar su uso y a hacer recetas que mezclaban el sabor del carbón con preparaciones más complejas. Luego mi mamá me regaló un muslo de pavo y lo sellé en la olla con un adobo. Siempre he cocinado muslos de pavo orgánico en un intento por comer carne que no sea roja, pero sin limitarme al pollo. Cuando lo cociné publiqué una foto en Instagram y alguien me sugirió hacer chamorros”.
Ese pequeño gran empujón convirtió a Iván en un especialista en chamorros y picaña que empaca al alto vacío (con una máquina que se compró para la ocasión), que entrega con un manual de recalentado y que lo convirtió en una de las historias de éxito en pandemia.
“Mis amigas chefs me dan consejos y yo investigo recetas, además de retomar las de mi madre y mi abuela. Los primeros pedidos surgieron de forma natural: mis amigos veían mi Instagram y me compraban; luego tomé fotos y abrí la cuenta de Brasas de Patio.
Ahora ya llego a más gente relata—. Si bien la foto se va reactivando, pretendo mantener ambos negocios y cada vez agregar más recetas. La filosofía es sencilla: sacar el asador del asado y compartirlo con otras personas, en otros momentos, manteniendo los sabores, las texturas y los olores de este ritual”.
Análisis clínicos online
El concepto es único en México y es una de las historias de éxito en pandemia. ChektAhora es un laboratorio de diagnóstico molecular en línea que permite que los clientes tomen sus propias muestras para garantizar la seguridad y confidencialidad de la información; su especialidad son los análisis de enfermedades de transmisión sexual (ETS) e infecciones respiratorias.
A diferencia de los grandes laboratorios, cualquier persona puede pedir un kit en internet y pagarlo con tarjeta, PayPal o en el minisúper. Después pueden tomarse muestras siguiendo una guía, avisar al laboratorio para que un mensajero recoja el envío y en unas cuantas horas obtener los resultados a través de un mail o en el celular.
“Sigue habiendo muchos tabúes sobre las ETS —comenta Rodrigo Cervantes, uno de los socios del laboratorio— y nuestro modelo permite que, sobre todo las y los jóvenes, se sientan seguros, lo vean como un procedimiento fácil y confidencial”.
Si bien durante la pandemia disminuyó la cantidad de estudios sobre ETS, para ChektAhora no significó grandes pérdidas. Como ya operaba bajo la dinámica de eCommerce, contaba con la capacidad de hacer pruebas tipo PRC y tenía conocimientos sobre análisis de enfermedades respiratorias, fue sencillo dar el salto a las pruebas de covid-19 y convertirse en una de las historias de éxito en pandemia.
“En estos meses todos se hicieron fanáticos de las apps y nosotros ya éramos un laboratorio médico en línea con la infraestructura de ir a casa de los pacientes a recoger las muestras —señala Rodrigo—. En esta ocasión generamos empleos, pues contratamos a enfermeras y enfermeros”.
Las ventas por pruebas covid-19 les hicieron crecer hasta 120 por ciento mensual. Realizan en promedio 120 estudios al día, pero entre mayo, junio y julio llegaron a 400 diarios. Este crecimiento les permitió hacer alianzas con diversas empresas, pues las que no mandaron a su casa a los trabajadores tenían la obligación de analizar al personal y ChektAhora les facilitó el proceso.
Cine de arte: de la sala al streaming
En las conversaciones entre los socios, la idea salía a cuento; les faltaba investigar un poco para poderla echar a andar. Sin embargo, llegó la pandemia y con ella el cierre de las salas de proyección, así que el Cine Tonalá tuvo que bajar la cortina y enfrentar una caída económica que podía dejarlos sin más posibilidades de continuar.
“Unos días antes de que ordenaran los cierres en toda la ciudad, en marzo, nos reunimos los socios y en la plática hablamos de toda la gente de diferentes entidades que nos pide expandinos. Eso y la inminente pandemia nos impulsaron para poner a funcionar una experiencia digital”, relata Juan Pablo Bastarrachea, socio del Cine Tonalá.
En unas cuantas semanas habilitaron la plataforma Tonalá.tv con 50 películas, y para reforzar el catálogo subieron los videos de las clases magistrales que se habían impartido en sus salas, sin tener idea que se convertiría en una de las historias de éxito en la pandemia.
Empezaron la difusión y la recepción fue excelente. Algunas marcas los buscaron para hacer promoción, así que crearon el canal Itacate, para hacer alianzas y videos con restaurantes. El proyecto se volvió un ganar-ganar.
Actualmente su catálogo es de más de 200 películas; han hecho ciclos de cine de temáticas LGBT+, de directoras mexicanas o de terror, y para tratar de replicar en el mundo digital la experiencia de las salas físicas pusieron en funcionamiento las funciones virtuales.
“La gente compra su boleto para cierto día y horario, y hay otras personas viendo la película al mismo tiempo desde distintos estados o de otros países —explica—. En algunos casos hemos conseguido que después de la proyección haya charlas o clases magistrales; eso ha hecho que hasta 150 personas se conecten simultáneamente, mientras en la sala caben 93… o por ahora, con las medidas de sana distancia, nada más 30”.
Juan Pablo piensa que Tonalá.tv es una historia de éxito en la pandemia porque la plataforma logró lanzar en poco tiempo, tiene buena curaduría y el público solicita las funciones en vivo.
A ello se le suma el hecho de que los distribuidores están abiertos a dinámicas y alianzas novedosas, además de que las marcas aliadas han permitido que se conserven empleos y que el Cine Tonalá crezca y mantenga su vocación como un ecosistema que hace un equilibrio con el cine independiente, el de autor y el de arte.