Danza como los dioses, es bellísima, joven, delicada, fuerte y su acento regiomontano pone de buenas, pero ninguno de esos atributos es más notorio ni pesa más que cuando te ve de frente con esa mirada resoluta, esos ojos casi animales de color gris azulado, como los de un hermoso e intocable caballo, que traslucen la determinación y el brío de una mujer que tiene claro, desde antes de cumplir los 11 años, quién es y hacia dónde va.
Greta nació en Monterrey, pero desde hace cinco años se mudó a la Ciudad de México para trabajar con la Compañía Nacional de Danza (CND). Dice que vivir aquí la hace feliz, pero como todo citadino declarado, tiene una relación de amor-horror con la ciudad: le fascina su espectacular oferta cultural, siempre hay algo que hacer, pero no soporta el tráfico. “Esta ciudad tiene muchos rincones increíbles, me encanta caminar por Coyoacán, por algunos cafecitos de la colonia Roma, su ambiente, su música”, dice Greta, quien ya no puede oír a Tchaikovsky sin pensar en la Navidad, pero que de buen humor se acepta nueva fan de Queen, como el resto de los que vimos Bohemian Rhapsody.
La solista de la CND desde 2015 (año en que obtuvo el papel protagónico de Odette en El lago de los cisnes) también estudia Gestión Cultural en línea —el único esquema de estudio que le permiten las ocho horas diarias de entrenamiento—, porque entiende perfectamente la corta vida de su carrera: “En la danza todo acaba pronto, el cuerpo se cansa, yo sé que siempre voy a estar en la cultura, así que tengo que prepararme para eso”, dice, y es fácil creerle a esta mujer a quien la vida no parece tomarla por sorpresa nunca. Es como aquel día que cumplió 15 años y en lugar de seguirse la fiesta, a la mañana siguiente estaba lista para otra sesión de entrenamiento: “Mis amigas se quedaron conmigo y en la mañana les dije: ‘Bueno, se quedan en su casa, yo tengo que ir a practicar’”, platica y ríe porque su maestra Irina Provorova (de la Escuela Rusa de Ballet Clásico, quien la formó desde los ocho años y a quien considera una segunda madre) no se lo permitió. “Me dijo que debía irme a vivir… para mí, la vida es el ballet”. En sus pocos tiempos libres (este año será solista también para la temporada de la CND de El cascanueces) mantiene activo el blog Another Pointe (otra punta de danza, por su traducción del inglés), además, una cuenta de Instagram donde lo mismo comparte la muy cotidiana hora de ir a la bodega de zapatillas por sus “puntas”, que fotos de sus múltiples viajes. Hay una elegancia inusitada en su persona, alguien que de tan impecable parece no solo bailarina sino modelo profesional, especialmente por la variedad de su portafolio en Instagram. Greta es Chilango del año por esos logros que se reflejan en su mirada y en su andar: en ella habita la calma de quien entiende que nada es suficiente (ni tu linda cara, ni un cuerpo ágil ni siquiera el dinero) si no hay un esfuerzo sostenido de todas las mañanas en que no importa nada más que levantarse a practicar.
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