Recientemente considerado “el mejor parque urbano del mundo” por la World Urban Parks, el Bosque de Chapultepec es uno de los proyectos principales del sexenio. El plan es convertirlo en el espacio artístico cultural más grande e importante del mundo, y como coordinador se ha elegido al artista Gabriel Orozco.
El 29 de marzo el presidente López Obrador compartió desde su cuenta de Twitter un video en el que lo vemos a bordo de un fastuoso elevador (el más antiguo del Palacio Nacional, dice el tuit) mostrando a cámara un viejo libro de texto mientras habla del énfasis que se solía poner en la historia de México y el civismo en la educación pública en otros tiempos (sin especificar en cuáles) y advierte que ya regresarán, acusando al “periodo neoliberal” de haber suspendido su enseñanza, así como la de la ética.
Hasta ahí ninguna novedad, un video más en el que AMLO transmite su cotidianidad. Lo peculiar ocurre cuando abre las puertas de su oficina, donde lo esperan la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto; el coordinador de asesores de la presidencia, Lázaro Cárdenas, y el artista Gabriel Orozco. “Preséntate”, le indica el presidente al artista. Y en cuanto Orozco dice su nombre, López Obrador lo describe como “uno de los mejores pintores de México. […] Gabriel Orozco nos va a ayudar, pero eso es otro asunto, ya después platicamos”.
Curiosamente, la relevancia artística de Gabriel Orozco no está definida por su labor pictórica. Es un artista plástico contemporáneo multidisciplinario que ha mostrado su trabajo en varios de los museos más importantes del mundo y ha ganado algunos de los premios y reconocimientos de mayor prestigio internacional. No es fácil explicar lo que hace Orozco, y menos a quien esté poco familiarizado con el arte contemporáneo. Se trata de un artista que no se repite, que constantemente se reinventa, que elude ofrecer versiones recalentadas de sus grandes éxitos.
Unos días después de la publicación del video, el 2 de abril, se amplió la información sobre el vínculo entre Orozco y López Obrador. Fue durante la habitual conferencia mañanera en Palacio Nacional: “Este día es muy importante porque vamos a dar a conocer el proyecto del bosque y el complejo cultural Chapultepec”, anunció el presidente. Recordó la transformación de Los Pinos (de Residencia Oficial a Centro Cultural) e informó sobre una nueva sección que se anexará al bosque, la cuarta, a través de terrenos donados por la Secretaría de la Defensa Nacional. Están contempladas en total 800 hectáreas que, en palabras de López Obrador, se convertirán en “el espacio artístico cultural más grande y, desde luego, más importante del mundo”. Posteriormente, el mandatario reveló el rol de Orozco: será el responsable de coordinar todo el proyecto (y lo hará, además, sin cobrar).
El gran bosque
Este bosque urbano se divide actualmente en tres secciones. La primera concentra recreación, cultura e historia de manera más considerable. Ahí se encuentran algunos de los museos con mayor reconocimiento de nuestro país (el Nacional de Antropología, el de Arte Moderno, el Tamayo), el zoológico, el Auditorio Nacional, el Centro Cultural del Bosque, la Casa del Lago, el Castillo y el Centro Cultural Los Pinos, que desde su apertura en diciembre 2018 ha sido visitado por casi 2 millones de personas, de acuerdo con cifras oficiales.
La segunda sección está a un costado de la avenida Constituyentes y es donde se ubican el Cárcamo de Dolores, el Museo Papalote, el Museo de Historia Natural, los Lagos Mayor y Menor y La Feria, entre otras atracciones. Entre ésta y la tercera sección se encuentra el Panteón Civil de Dolores. La tercera ha sido descrita por algunos medios como tierra de nadie, en total estado de abandono. Ahí quedan, entre otras cosas, los restos de un par de parques acuáticos, una fuente en honor a Cri-Cri y grandes áreas deforestadas.
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Recientemente, Chapultepec fue reconocido como “el mejor parque urbano del mundo” por la World Urban Parks, que toma en cuenta la calidad de los parques, la capacidad de sus trabajadores y el valor que aportan a sus ciudades. Sin embargo, aún hay muchas formas de mejorarlo, y el gobierno de López Obrador ha decido que restaurarlo, ampliarlo y articular sus diferentes áreas sea una de sus principales acciones sexenales.
Aunque fue la Secretaría de Cultura la que invitó a Gabriel Orozco a coordinar el proyecto, Frausto explica que el bosque está bajo la custodia de la Secretaría del Medio Ambiente de la ciudad: “No debe perder nunca su carácter de bosque, al contrario, tiene que fortalecer esa lógica”. También nos habla del papel que tendrá la Secretaría de la Defensa Nacional: “Una de las participaciones importantes de la SEDENA es que esto será custodiado por la Guardia Nacional. Imagínate lo que va a significar en calidad de vida saber que estás en un parque público y que no vas a tener miedo de nada”.
¿Por qué Gabriel Orozco?
Alejandra Frausto recibe a Chilango en su oficina, frente a un gigantesco mapa que luego utiliza para mostrar de manera puntual la restauración que experimentará el bosque. El primer tema de nuestra conversación es el nombramiento del artista Gabriel Orozco, en vez de un arquitecto o urbanista: “Poner a un artista a la cabeza de la coordinación de un proyecto así es verlo de una manera que no tenga que ver solamente con desarrollo urbano. Yo confío plenamente en su capacidad de imaginar una realidad distinta en un espacio en el que parece que ya está dicho todo”, explica, y nos recuerda la participación que tuvo Diego Rivera en la creación del Cárcamo de la segunda sección.
Gabriel Orozco, también entrevistado por Chilango, define de este modo su rol: “Es un voluntariado artístico que creo que puedo hacer bien, coordinando a los demás elementos que pueden participar en todos los niveles”. En la historia particular de Orozco existe un vínculo con otros artistas que han trabajado para Chapultepec. Recuerda que la primera vez que lo visitó fue a los cuatro años, con su padre, jefe del taller de David Alfaro Siqueiros, que en 1966 estaba pintando los murales del castillo. Queda claro, pues, que ésta no es la primera vez que un artista trabaja para Chapultepec y muy probablemente no será la última.
Orozco asegura estar entusiasmado y contento con lo que está haciendo y la forma en la que se han ido dando las cosas. Explica que no lo hace por una convicción política en el sentido tradicional: “No estoy trabajando para un gobierno, sino por una idea, por la posibilidad de una nueva manera de hacer arte político, social, ecológico, de desarrollar ideas, realizarlas y aplicarlas en el terreno de una manera distinta de cómo se hacía antes, que era muy poco motivante para mí”.
Como ha sucedido con otros ámbitos de su trabajo, Orozco comenta que muchas de las propuestas han surgido a partir de un grupo de trabajo, que en este caso se llama Taller Chapultepec: “Lo que está siendo interesante es el proceso de trabajo, que estamos planteando como un espacio interdisciplinario en donde todos los que lo integran son independientes, no son funcionarios del gobierno”. Sin embargo, prefiere no mencionar a los participantes del taller: “Te puedo decir que éste es móvil, itinerante, con diferentes grupos de trabajo, en visitas por diferentes zonas de Chapultepec. Se ha ido formando poco a poco, se han ido sumando los diferentes elementos, que luego entran y luego salen, luego regresan, luego se quedan. Es un proyecto de cinco años. Va a ser cambiante, aunque hay ciertos elementos base: necesitas un dibujante, gente que esté bajando documentos, un biólogo de cabecera, un ingeniero de cabecera, alguien que te ayude a administrar y arreglar cosas, un abogado ambiental, que sepa de tejemanejes y cosas legales en México, y así se va conformando, con otros artistas y con entusiastas”.
Primero: podar y conectar
Ante la ausencia de un proyecto puntual con metas y fechas, lo que muchos nos preguntamos es qué va a ser lo primero que van a notar los visitantes en esta nueva etapa del bosque. Orozco responde: “Yo creo que lo que puede empezar a ver la gente es algo como un jardín, donde de repente tienes que podar cosas, cortar algunas otras, abrir brecha, encontrar caminos para que empiece a interconectarse, a circular la gente, y para preparar la restauración ambiental, que incluye la arquitectónica. Va a haber remoción, limpieza y poda, tanto en lo vegetal como en lo material: cemento, metal… llamémosle una poda arquitectónica”.
Sobre el tema de la interconexión, Orozco opina: “Ese punto de encuentro que es Chapultepec para todo México, de muchas maneras, está truncado. Está, digamos, interrumpido… yo lo veo como grandes parches: el Panteón [de Dolores] es un parche, la tercera sección es un parche, la segunda es un parche también, y luego [avenida] Constituyentes es una especie de costura malhecha, una cicatriz, y también el Periférico, el segundo piso. ¿Cómo saneas esa superficie para poder tener una especie de fluidez entre todas las partes y direcciones?”.
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Frausto revela que se hará por medio de calzadas o paseos: “Se parece mucho al que tenemos de la Puerta de los Leones, que cruza Circuito Interior, un puente de 12 metros muy bello con cipreses. Es un ejemplo del tipo de calzadas y espacios que van a unir todo esto”. Sobre estos paseos Orozco comenta: “Les llamamos calzadas flotantes porque son más que puentes peatonales, están al nivel del suelo y son muy anchas: son unas avenidas del tamaño de una calzada”.
Compromiso ecológico
Duplicar la oferta cultural actual de Chapultepec y articularla no es la única meta: existe un ambicioso compromiso ecológico igualmente importante. Frausto define a Orozco como un obseso del tema ambiental y asegura que tiene una lectura coherente de cómo se cruzan lo ambiental y lo cultural, y sabe cómo transitar entre ambos.
Entre los planes a realizarse en este sentido está la creación de una biblioteca o banco de semillas, “para que podamos sembrar con semillas propias”, explica Orozco. “En la ciudad normalmente hay una regla de que se deben sembrar solamente árboles crecidos, porque si no, se roban las plantas. ¿Cómo se cuida un bosque como Chapultepec? Nosotros creemos que el vandalismo que hay, los amagos de incendios, el abandono y todo eso tiene que ver con que la restauración ambiental y el tipo de entretenimiento o de propuesta cultural y social ha tenido defectos en cuanto a la sustentabilidad”.
La primera sección y Los Pinos
Una de las primeras acciones de este proyecto que la gente podrá disfrutar en Chapultepec es el Museo del Maíz y la Cultura Alimentaria, que se encontrará en el Molino del Rey, edificio histórico del siglo XVI dentro de Los Pinos. Dice Frausto: “Este museo va a tener un ancla y un puente muy claro, con un corredor de cultura alimentaria que podrás ver a lo largo de todo el bosque”. Es decir, se buscará ampliar de manera importante la poca variedad gastronómica que existe a lo largo y ancho de Chapultepec. Frausto ofrece algunos ejemplos de lo que ella cree que podrán hacer próximamente los visitantes: “Que puedas ir a Chapultepec y que consumas la miel de Chapultepec, con la posibilidad de comprar cacao de Tabasco o café de Cuitzala, que puedas tomarte un gran café”.
Este museo es uno de varios proyectos que se tienen en Los Pinos, de acuerdo con Frausto: “Ya hay uno de fomento musical con la orquesta Carlos Chávez [que tiene ahí su sede], que serán los maestros de la primera orquesta comunitaria, que vamos a conformar con gente de Tacubaya”. También menciona es que el Fonca ocupará ahí un edificio llamado Bicentenario.
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En otra zona de esa sección, a un costado del Auditorio Nacional, existe la intención de crear un pabellón sinfónico nacional, pensado para recibir a unas 2 mil personas, con la posibilidad de tener también salas más pequeñas. No sería el único pabellón de la nueva era de Chapultepec: menciona la posibilidad de que se haga uno, sin la rigidez que puede llegar a tener un museo, dedicado al arte contemporáneo de México, que hoy día tiene una presencia débil en Chapultepec según Orozco, que lanza una pregunta: “¿Si lo contemporáneo no existe en Chapultepec, por qué no pensar que es pertinente la posibilidad, a nivel cultural y ecológico, de que lo contemporáneo empiece a suceder?”.
Las posibilidades de la segunda sección
En la conferencia mañanera del 2 de abril, Orozco, hablando de la segunda sección, mencionó la posibilidad de ampliar El Sope, zona para correr y hacer deporte, y también invitó a pensar en centros que puedan reunir “nuestro conocimiento y nuestra cultura de la biodiversidad, tal vez un jardín botánico. Si lo logramos, será el más importante del país”.
Dice Frausto: “La segunda sección, que tiene mucho que ver con medio ambiente, con naturaleza, con historia natural, tiene esta lógica”. Menciona que ahí se buscará vincular temas de naturalismo y expresiones artísticas que tengan que ver con la naturaleza, y menciona de la posibilidad de establecer un jardín etnobotánico, donde se encontraría la biodiversidad de México.
El rescate de la tercera sección
Como ya mencionamos, la tercera sección tiene problemas serios, pero eso no significa que no se le esté dando importancia: “Aquí el principal reto es ambiental”, dice Frausto, y agrega que se hará un esfuerzo de reforestación importante, de saneamiento de ciertas zonas, y que se trabajará para mejorar la seguridad en la zona.
También existe un plan para darle una vida nueva y diferente a lo que fueron El Rollo y Atlantis. Dice Orozco: “La propuesta será realizar un centro cultural y deportivo urbano que continúe y recupere la actividad juvenil cultural de los chilangos que ahí acuden y que lo han convertido en un lugar casi mítico de grafiti y todo eso. Vamos a tratar de orientar el proyecto para darle continuidad a lo que ya sucede”. Coincide cuando se menciona que un centro de esta naturaleza se puede integrar a la comunidad que habita en las colonias de enfrente, al otro lado de Constituyentes: “Cien por ciento. Ya hemos hecho visitas con esas personas; nos cuentan acerca de los grafiteros, quiénes son. Los estamos considerando como artistas, por cierto. Y estamos pensando en los usuarios de ese lugar en particular como, de alguna manera, sus dueños”.
Frausto agrega que en esa zona habrá además paseos y espacios de contemplación, por ejemplo el Panteón de Dolores, ubicado entre la segunda y la tercera sección: se planea que se pueda transitar por él e incluso restaurar algunas de sus partes.
El efecto social que puede tener la restauración de esa sección en las zonas colindantes es central en las primeras etapas, pero también se puede extender a todo el bosque, como indica la secretaria de Cultura: “Imagínate que éste sea un gran espacio de integración de una sociedad claramente dividida, y que esta experiencia dentro del bosque les dé una oportunidad de integrarse. En la tercera sección hay proyectos de agroforestería que se van a promover con vecinos de ambos lados. Tenemos la posibilidad de que se reúnan en este gran bosque realidades que normalmente no se tocan; será un punto de encuentro de justicia cultural y urbana, derechos plenamente ejercidos en tu ciudad. Es extraordinario”.
Promover la participación de los vecinos del bosque es algo central, en opinión de Orozco: “Porque además, como sus principales usuarios, son quienes le van a dar sustentabilidad al proyecto. Si está orientado de la manera correcta, y las comunidades aledañas y las diferentes organizaciones y participantes se involucran, el parque se va a sustentar de una manera natural”.
La flamante cuarta sección
Una de las noticias más importantes en torno a Chapultepec es la incorporación de la cuarta sección, que se encuentra en la parte alta de Constituyentes. Ésta, nos recuerda Frausto, “estuvo amenazada por desarrollos inmobiliarios. Iban [el gobierno de Enrique Peña Nieto] a vender este gran terreno, justo antes de terminar el sexenio anterior. Se dio una batalla fuerte, y qué bueno que se ganó y que ahora va a ser un espacio público”. Emocionada, nos señala diferentes puntos en el mapa, de lo que hay y de lo que se planea que haya: “Aquí está la antigua Fábrica de Pólvora, un inmueble bellísimo donde habrá un museo de sitio que contará toda la historia de algo muy arraigado al pueblo de Santa Fe. Hay muchas personas que eran polvoristas y trabajaban en la fábrica”.
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Otro proyecto es La Bodega Nacional de Arte, que, además de resguardar los acervos de diferentes museos que están rebasados, contará con talleres de restauración: “No será un espacio de exhibición, pero sí podrá visitarse”, asegura Frausto.
Posteriormente revela una gran noticia para todos los cinéfilos de la ciudad: “Aquí habrá una gran cineteca nacional de la zona. La cineteca del sur está a reventar de gente. Es extraordinaria, [pero] en esta zona no hay esa oferta. La gente que quiere ir al cine por aquí tiene que ir a centros comerciales”.
Gabriel Orozco es cauteloso cuando se mencionan estos planes: “Está lleno de cosas. Hay una infraestructura brutal. Ahí se pueden hacer maravillas. La cuarta sección va a ser una gran sorpresa para la gente, eso sí te puedo decir. Ahí sí, para que veas, la gente ni conoce”.
¿Se vale soñar?
¿Podremos, como dijo Claudia Sheinbaum, tener el espacio natural y cultural más grande que cualquier ciudad haya soñado? Está por verse. El tema del financiamiento no se ha precisado del todo, aunque en la Secretaría de Cultura aseguran que los fondos que se destinen al Bosque de Chapultepec no irán en detrimento de dicha dependencia. De hecho se habla de esquemas mixtos que contemplan a la iniciativa privada.
Lo que es evidente es que hay coordinación entre las diferentes instancias involucradas, proyectos ambiciosos pero serios y bien sustentados, gente capaz y voluntad política. Quizá en esta ocasión sí se valga soñar, aunque también habrá que ser pacientes con el proyecto. Cuando se le pregunta a Orozco qué efecto le gustaría que surtiera el nuevo Chapultepec en la vida de la ciudad, es claro: “Me encantaría que la misma ciudad se involucrara más en mantenerlo, en cuidarlo, que no fuera nada más un centro recreativo y de entretenimiento, sino también un sitio para que la gente lo disfrute entre semana. ¿Cómo lograr que todos los días esté dando servicio, que siempre haya gente y que sea un lugar al que puedas ir cualquier día de la semana y haya muchas maneras de disfrutarlo? Cuidar las zonas de silencio con las zonas de ruido, cuidar mucho el equilibrio. Que haya oferta cultural y de alimentos y pasatiempos los siete días de la semana, que se duplique tanto en tiempo como en espacio, o sea, que haya actividad en todo momento; eso sería lo ideal”.