¿Sobrevivir a un sismo en la Ciudad de México es cuestión de suerte? Tan solo en la capital del país, el 19S dejó un saldo de 228 muertos, 38 edificios colapsados y más de 12,000 dañados, por lo que es necesario saber si tu casa o lugar de trabajo son sitios seguros o forman parte de los edificios inseguros en la CDMX.

La magnitud de la tragedia vivida aquel 19 de septiembre nos dejó con la idea de que es probable que nuestro hogar no resista otro sismo, incluso, al mudarnos, los daños del 19S ya se convirtieron en un factor para buscar departamento, pues las investigaciones sobre los edificios caídos mostró que factores humanos contribuyeron al desplome de 28 inmuebles en 2017 y a otros daños severos.

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Para saber los riesgos del edificio donde vivimos, Chilango consultó al experto e Ingeniero Civil José Antonio López Meza, quien cuenta con una maestría en Ingeniería Estructural, además de un doctorado en Estructuras, con la finalidad de que podamos tomar las mejores decisiones de dónde rentar o comprar, así como ubicar las zonas más seguras de nuestras viviendas.

Una imagen a la que no debemos acostumbrarnos

Aunque se ha vuelto habitual pasar por edificios dañados al caminar por calles de la Condesa, Roma, Del Valle, Juárez, Narvarte y Portales, donde 12 mil inmuebles resultaron afectados por el sismo según el censo realizado por la Comisión para la Reconstrucción del gobierno de Claudia Sheinbaum, el colapso de edificios a consecuencia de un sismo es una situación que estructuralmente no debería presentarse pero sucede desde por el diseño de la ciudad, hasta por la falta de revisión de los edificios tras los cambios de las normas.

De acuerdo con el Reglamento de Construcciones del Distrito Federal, un edificio de la capital jamás debería ni caerse ni representar pérdidas de vidas, pues el documento señala que previo a la construcción de un edificio se debió analizar su comportamiento teniendo en cuenta a “todos los sismos que pueden presentarse varias veces durante la vida de la estructura”.

“A veces dicen ‘es que el sismo fue más fuerte de lo esperado, sobrepasó las fuerzas del reglamento o fue un sismo anormal’, eso no es cierto”, asegura José Antonio, quien fue miembro directivo de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica.

“En sismos frecuentes como de 4, 5 o 6 grados, que son normales todavía, el edificio se puede mover, puede haber daños menores, grietas, aplanados, pero no me impiden continuar viviendo en él (…) pero (dice el reglamento) ‘bajo el sismo en que se basa la Revisión de la seguridad contra colapso no ocurren fallas estructurales mayores, ni pérdidas de vidas’, es decir, puede venir el gran sismo que algunos especialistas han vaticinado y el edificio va a quedar dañado pero no va a caerse, no deben de caerse y no debe haber pérdidas de vidas”.

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Sin embargo, en el sismo del 19S colapsaron cerca de 40 edificios. Algunas causas que señalaron autoridades, difundidas por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, fueron la instalación de antenas o espectaculares sobre inmuebles que no fueron construidos para soportar dicho peso, cambios de uso de suelo, uso de materiales más baratos, e irregularidades en las construcciones.

“Es difícil comprar una vivienda en la Ciudad de México porque nada me asegura que no tenga daño y realmente es un gran problema. A mí como especialista me da pavor pensar cuando vaya a comprar una vivienda aquí”, reconoce José Antonio, quien labora como calculista de edificios y puentes.

La ciudad sobre el agua

Aunque no es tan sencillo poder determinar los riesgos, podemos adquirir conciencia antes de mudarnos o al mejorar nuestra vivienda. Para empezar debemos considerar que la Ciudad de México está ubicada en una zona sísmica y se ve afectada por los temblores que ocurren frente a las costas del Pacífico, lugar donde se juntan las placas llamadas de Cocos y de Norteamérica.

Además, por su histórica construcción sobre un lago, actualmente la CDMX está sobre tres tipos generales de suelo clasificadas como: Zona I, como Lomas, que representa el área donde no alcanzó a llegar el lago; Zona II es una franja intermedia con un terreno un poco más firme, por ejemplo, Viveros de Coyoacán; y Zona III es un suelo blando –y más peligrosa– donde antes cubrían las aguas de la Laguna de México, que va desde la Condesa hasta Texcoco y desde la Villa de Guadalupe hasta Xochimilco.

“Cada zona tiene su propio reglamento, de modo que para construir en la Zona III se necesita un tipo de construcción mucho más firme y más fuerte que para la Zona I”, indica el libro publicado en 2005 “El Próximo Sismo en la Ciudad de México”, del fallecido Cinna Lomnitz, quien fue doctor en geofísica por el Instituto Tecnológico de California e investigador emérito en el Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM.

“Un edificio que se encuentre en este suelo (zona III) se mueve cinco veces más, en un temblor, que otro de las mismas características que se encuentre en las Lomas”, señala el texto de quien fue considerado el geofísico más importante de América Latina.

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Por ello, los sismos afectarán de diferente forma a los edificios dependiendo de la zona en la que estén ubicados, la altura y diseño, y donde se origine el temblor. En entrevista para Foro TV en 2017, Sergio Manuel Alcocer Martínez de Castro, entonces vicepresidente del Colegio de Ingenieros Civiles de México, señaló que los edificios de 10 a 15 niveles resultan más afectados por un sismo de Guerrero, mientras que un movimiento telúrico cercano afecta más a los edificios bajos.

En tanto, el ingeniero José Antonio López comenta que aunque hay condiciones de suelo peores en zonas de Tláhuac, Iztapalapa y el aeropuerto, las construcciones son más pequeñas, entonces no se mueven tanto durante un sismo y por tanto no se desploman, en cambio en la zona de suelo blando, como en colonias como Centro, Doctores, Roma, Tlatelolco y Juárez, donde las construcciones en promedio tienen de 5 a 7 niveles, hay más hundimientos y los edificios no están separados entre sí, por lo que tienen mayor riesgo.

Además, José Antonio recomienda que en suelo rocoso busquemos edificios altos –aunque casi no hay– porque la onda sísmica es más cerrada y afecta a edificios de dos a cuatro niveles, en tanto, en suelo blando la onda es más larga, por lo que sentimos más tiempo los sismos, así que ahí hay que buscar construcciones con menos pisos.

“Si voy a la Roma y quiero comprar un nuevo departamento muy lujoso pero es un edificio de 7 u 8 niveles, me alejaría de él porque tiene una altura problemática y se va a deformar mucho. ¿Qué haría si quiero vivir forzosamente ahí? Pues buscar una casa de dos o tres niveles, es raro que vaya a fallar, y el riesgo es mucho menor”, asegura.

Para saber en qué tipo de suelo estás ubicado puedes consultar los mapas de zonificación geotécnica que están en el Reglamento de Construcciones de la CDMX, así como el Atlas de Riesgo, y los realizados por organizaciones como Ciudadanía 19S y CartoCrítica.

¿Cómo saber si mi edificio es seguro?

La rutina de los vecinos de la colonia Juárez podrá ser la misma a la de cualquier chilango: levantarse temprano, alistarse, desayunar, salir corriendo a trabajar y pasar por una decena de edificios deshabitados, los cuales quedaron como testigos del sismo que azotó a la Ciudad de México el 19 de septiembre de 2017.

Para los que viven y trabajan sobre la calle de Londres –entre Havre y Nápoles– al salir por la puerta se encontrarán dos edificios dañados. El de seis pisos permanece con ventanas abiertas, vacío, no se puede decir que muerto pues en la planta baja, a un lado de una estética abandonada, sigue operando una fonda que ofrece desayunos y comidas.

Justo a un costado, se encuentra sostenido con polines y vigas otro edificio de cuatro pisos, al cual le sigue –a un par de pasos de distancia– una imponente y nueva torre de oficinas de 19 niveles, que abarca parte de dicha calle, así como de Insurgentes y Nápoles, donde también se ubica otro edificio dañado.

Una pieza clave que el especialista José Antonio López Meza menciona es la separación adecuada de los edificios colindantes, pues siempre va haber una deformación entre las construcciones por el movimiento de un sismo, condición que “es normal y natural, que se muevan a ambas direcciones, por lo que debe haber una separación para que no choquen”.

El reglamento, publicado de forma actualizada en la Gaceta de la CDMX en diciembre de 2017, señala que “toda edificación deberá separarse de sus linderos y previos vecinos a una distancia no menor a 50 milímetros”, es decir, mínimo debería existir una separación de 5 centímetros entre edificios.

A esta distancia habrá que sumarle más centímetros, que se obtienen tras un análisis estructural, en el cual se calcula el desplazamiento lateral que tendría un edificio en el peor escenario de un sismo severo de acuerdo con su altura.

Por ejemplo, en un ejercicio rápido realizado con el experto, si tuviéramos un edificio de siete pisos, al medir la construcción, resulta que debería estar separada al menos 26 centímetros lateralmente de otro edificio.

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“Además, hay que considerar lo que se deforma el edificio nuevo, más lo que se deforma el edificio de un lado. Si fuera uno de las mismas condiciones (de siete niveles) tendría que haber una distancia de 52 centímetros entre cada edificio, una situación muy poco común de ver en las construcciones de la capital”, lamenta José Antonio.

“A los propietarios de un edificio antiguo o los que vamos a comprar un departamento, si vemos que la separación es nula o mínima, yo creo que es mejor seguir viendo opciones, porque no hay duda que van a chocar y eso genera fallas importantes”.

En cambio, menciona José Antonio, los edificios muy altos, como torres de más de 20 pisos, actualmente llevan una ingeniería estructural muy buena, “por lo que es raro que lleguen a fallar”. Además que estas construcciones normalmente sí las vemos separadas de los edificios colindantes.

Inspecciona a los vecinos

“No habíamos medido la gravedad de romper muros, hasta que viene el sismo”, lamenta Diana Delgado, habitante de uno de los tres edificios que resultaron afectados por el 19S en la unidad habitacional Guelatao de Juárez II, de la colonia Ejército Constitucionalista, en Iztapalapa.

Para ella y los vecinos, la tragedia inició después del temblor, pues el edificio de 10 departamentos se inclinó, con una pendiente más allá del límite permitido, por una ampliación que hicieron los habitantes del primer piso.

“Los vecinos del 101 y 102 rompieron muros de carga, el que divide la sala y el pasillo del baño para agrandar la sala y extenderse a la parte de atrás. También rompieron la parte de abajo de las ventanas, y la hicieron puerta, entonces ahí construyeron cuartos”, dice la joven.

Tras casi dos años realizando estudios y luego de revisiones estructurales de DROs, de la alcaldía, de Protección Civil, del Instituto de Seguridad para las Construcciones y de la Comisión para la reconstrucción, a los vecinos se les indicó que están en nivel rojo, pero no a una escala que tengan que desalojar, por lo que continúan habitando el edificio esperando a que inicie la reconstrucción.

“Piden un estudio y te tardan tres meses, y luego salen con que falta otro, y tarda otros cinco meses. Ha sido esperar mucho tiempo”, menciona Diana.

Además de las construcciones colindantes, según el experto José Antonio López, también es importante revisar los departamentos que conforman el edificio para ver si se han hecho modificaciones posteriores y los muros de carga que cuenta, pues a mayor número de muros tendrá mayor elementos de soporte y podrá resistir el peso total del techo, de los propios habitantes, de las instalaciones y pertenencias, además del empuje generado por un sismo.

“Si puedo acceder a ver el siguiente o varios departamentos es mejor, porque nunca falta que muchos conectan el comedor y la cocina con un arco, y quitan muros, eso debilita espantosamente una construcción y la pueden hacer colapsar”, señala José Antonio. “Los muros de carga no deben quitarse jamás. El problema es que cuando tiembla empiezan a aparecer grietas por falta de esos muros, la gente puede perder su patrimonio por culpa de un irresponsable”.

También debemos descartar la presencia de grietas sobre todo en las plantas bajas y que las columnas no estén reforzadas con cinturones metálicos, pues es el método más usado al ser el más barato y apunta a que el edificio ya sufrió daños.

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Además, los cimientos deberán ser conforme al tipo de suelo. El experto menciona que el suelo de roca (zona 1) tiene buena resistencia, entonces la construcción de un edificio puede tener una cimentación muy superficial, ya que soportará el peso; no obstante, en suelo de transición –la zona que quedó más dañada del sismo de 2017– tendría que ser una cimentación más profunda, de 15 a 20 metros, mientras que en suelo blando de 40 a 60 metros de profundidad.

José Antonio recomienda a la compra de un inmueble o al querer hacer una obra, consultar a un especialista en estructuras a pesar del elevado costo, pues varias modificaciones no son visibles a simple vista.

“La gente siempre quiere invertir en su salud, en un vehículo, pero nunca piensan en sus viviendas. Hay disparidad en los salarios, sí, por ejemplo, yo te puedo cobrar 100 mil pesos por revisar todo un edificio y puede venir alguien que lo revise por 10 mil, pero lo que te va a entregar nunca se va a comparar con lo de un especialista, seguro no cumple ni el 10% de la norma”, asegura Antonio, quien lamenta que apenas en meses recientes en las alcaldías haya expertos que revisen proyectos.

Edificios inseguros en la CDMX

La ubicación de un edificio en una manzana también afectará de forma distinta a la construcción durante un sismo. Los que se ubican en el centro de una cuadra tienden a deformarse en sentido horizontal y más recto, por lo que el riesgo es menor; sin embargo, en las esquinas el movimiento es más intenso y tienden a golpetear a los colindantes.

“La estadística del terremoto de 1985 mostró que cerca del 42% de los colapsos fueron edificios de esquina”, dice José Antonio López.

Los edificios de esquina, según el experto, son los que más se dañan durante un sismo ya que tienen muros en dos de sus cuatro caras, en lugar de tres, además de estar concentrados en la parte trasera, lo que hace que durante un sismo se tuerza, lo cual provoca que los apoyos, es decir, las columnas que lo soportan, se fracturen diagonalmente generando fallas que pueden derivar en un colapso total o parcial.

“O bien, si no fallan van a quedar con grietas y daños severos, sobre todo en planta baja”, asegura.

Además, la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural (SMIE) recomienda en los edificios estructuras cuadradas, evitando las plantas triangulares, en forma de L o muy alargadas, ya que son propensas a ser inestables.

Si no vives en una esquina, según la Guía del comprador y arrendador responsable de la SMIE, también hay que checar que las losas de entrepisos de los edificios colindantes coincidan con las del entrepiso de tu edificio y que, en caso de contar con una separación adecuada, revisar que el espacio no esté lleno de escombro, basura o algún otro material.

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Antonio menciona que hay ventaja cuando los dos tienen la misma altura, por eso no hay muchos incidentes en la CDMX porque cuando tiembla “bailan juntos”, el problema es cuando, por ejemplo, hay una construcción de tres niveles y a un lado ponen una de siete niveles.

“Los más altos al ser más esbeltos se deforman más. ¿Qué puede pasar? Que cuando choquen, el de menor altura le forme una especie de ‘banquito’, lo que produce una falla, y puede causar que el muro del alto se perfore o la columna se parta y se agriete”, comenta.

Otros edificios que no recomienda el experto son los que cuentan con el sistema de piso blando, es decir, aquellos que toda la planta baja es libre sólo con el estacionamiento abajo, porque al presentarse un sismo, el movimiento va a empujar lateralmente, por lo que las columnas se contraen hacia abajo.

Además, si quieres saber condiciones generales de donde vives o buscas mudarte, puedes también consultar la aplicación gratuita QuakeRisk, elaborada por la empresa ERN, la cual brinda una estimación del riesgo sísmico de un edificio.

En la app colocas características de tu edificio, como número de pisos, fecha de construcción, forma, y así arrojará un porcentaje de riesgo y el grado de vulnerabilidad que cuenta.

POR CYNTHIA PERALTA