Considerado por muchos como el Flatiron chilango, es un oasis inmobiliario por sus rentas accesibles, bella arquitectura y ubicación de ensueño. Ahora preparan el desalojo del edificio Ermita.
La alta demanda por vivir ahí generaba listas de espera de años. Todos los inquilinos y locatarios serán desalojados para dar lugar a obras de remodelación por los 90 años del inmueble.
Vienen cambios para el tradicional barrio de Tacubaya. Al rescate de Ciudad Perdida, anunciado en febrero de este año –que incluye una ciclovía, un nuevo Cetram y senderos seguros– se suma la remodelación del edificio Ermita.
Los inquilinos recibieron un comunicado de desocupación a finales de 2019; algunos cedieron ante la presión del plazo máximo establecido para mayo de este año; sin embargo, otros han tomado medidas para evitar el desalojo.
En noviembre pasado, los ermitaños –como se autonombraron los habitantes del edificio en el chat grupal– comenzaron a inquietarse por rumores sobre un posible reemplazo en la administración del Ermita, a cargo de la Fundación Mier y Pesado, y por algunas novedades en la ya esperada renovación anual de los contratos.
Las versiones en torno a la desocupación de departamentos y locales comenzaron a circular entre los vecinos: “Lo vendieron a una cadena hotelera”. “Lo van a hacer hotel boutique”. “Van a rentar los departamentos muy caros”. “Van a ser viviendas de lujo”. “No nos va a alcanzar para pagar esas rentas”.
Así comenzó el desalojo del edificio Ermita
Marlene Peña, inquilina de uno de los departamentos unipersonales (35 m2), nos contó su experiencia en torno al desalojo.
El foco rojo se encendió cuando una persona hasta entonces desconocida envió un correo a los inquilinos (noviembre de 2019). Les informó que ya era tiempo de la renovación de contratos y que era URGENTE que se presentaran en las oficinas. La Fundación Mier y Pesado está en la calle 5 de Mayo, colonia Centro.
“Después nos enteraríamos de que despidieron a la administración anterior. La persona que nos escribió se llama Érika Mares, era la nueva encargada de Arrendamiento de la Fundación”, contó.
“A varios inquilinos nos dijeron que lo iban a remodelar y que el plan estaba a tres años, aunque no sabían en realidad cuál sería el futuro del edificio Ermita. Ahí fue cuando nos soltaron que solo nos renovarían el contrato por medio año”.
De acuerdo con el artículo 2478 del Código Civil Federal se establece que “Todos los arrendamientos que no se hayan celebrado por tiempo expresamente determinado, concluirán a voluntad de cualquiera de las partes contratantes, previo aviso por escrito dado a la otra parte con quince días de anticipación, si el predio es urbano, y con un año si es rústico”.
Consultado vía correo electrónico sobre el desalojo del edificio Ermita, Eneas Mares, de la agencia Énfasis corporativo y enlace de comunicación de la Fundación Mier y Pesado, explicó que la remodelación comenzó a planearse hace cuatro años.
Las obras consisten, agregó, en dar mantenimiento mayor al edificio e incluirán la sustitución de las instalaciones hidráulica, sanitaria, eléctrica y de gas, derivada del desgaste natural provocado por 90 años de uso continuo.
Aclaró que los trabajos de remodelación se llevarán a cabo de acuerdo con los lineamientos vigentes. También, con las reservas que el carácter patrimonial del edificio ameritan, por su valor histórico e importancia arquitectónica.
Sin embargo, manifestó que aún no han dado aviso oficial a la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de CDMX, ya que el proyecto se encuentra en proceso de análisis para determinar su alcance.
Cabe mencionar que en la Ley de Vivienda para la Ciudad de México, publicada en la Faceta Oficial de la Ciudad de México en 2017, se estipula que los edificios que formen parte del Patrimonio Arquitectónico Urbanístico podrán renovarse, en aras de proporcionar condiciones dignas de vivienda a los inquilinos, siempre y cuando no se altere el valor histórico de las mismas.
Así se establece en el artículo 26 del capítulo II: “[Si se requiere mantenimiento se deberán] proteger los inmuebles de uso habitacional que forman parte de nuestro patrimonio histórico, artístico y cultural”.
Versiones encontradas
Jesús Pedraza, exinquilino de uno de los depas familiares (de más de 100 m2) comentó que la incertidumbre por los rumores en torno a la renovación anual de contrato los orilló a él y su esposa a presentarse directamente en la Fundación Mier y Pesado, a finales de 2019.
“No eran los mismos administradores. Los nuevos nos dijeron que no nos preocupáramos, que el edificio solo se iba a remodelar porque llevaba muchos años en deterioro”, recordó.
“También nos comentaron que a los depas como el nuestro los partirían en dos, porque eran muy grandes. Así les sacan más lana, claro”.
Tanto Marlene como Jesús coincidieron en que había desorden en la gestión de los nuevos administradores, además de mensajes poco claros y distintos para cada inquilino y/o locatario sobre el desalojo del edificio Ermita.
“Desconozco cómo habrá sido la transición y entrega con la nueva administración, pero sí fue un relajo”, opinó Marlene.
“Cuando fui a dejar mis documentos y a recibir el mensaje de que solo renovarían por medio año, la secretaria no tenía las escrituras del año pasado y tampoco mi contrato firmado. Le dije que la carpeta que estaba revisando ni siquiera era mía; su escritorio era un desastre”.
Por otro lado, añadió Jesús, en las charlas con los locatarios se asomó la preocupación.
Por ejemplo, dijo, la socia de los Chilakillers le confió que a ella también le pidieron el lugar y ya estaba buscando locales. “Ya abrieron una sucursal nueva antes de su mudanza, está en Coyoacán. Parece que se anticiparon”.
El desalojo del edificio Ermita se extendió a la mayoría de los locatarios, continuó Marlene. “Al de los burritos, a los de la estética donde me corto el pelo, a los de la cocinita económica también les pidieron irse”.
Del lado de la Fundación Mier y Pesado, Eneas Mares reiteró que las obras de mantenimiento serán integrales en todo el edificio.
“Por ello se requiere desocupar el área comercial de la misma manera; sin embargo, han seguido operando aquellos que han tenido el permiso de la autoridad, de acuerdo a las reglas planteadas por la contingencia sanitaria”.
Para Jesús Pedraza, quien es madrileño-chilango, hubo poca claridad en el anuncio de la Fundación. “A todos nos decían cosas distintas. Lo sé porque tenemos un chat de vecinos donde nos enteramos de las fechas que solicitaban o que algunos inquilinos ni siquiera sabían que había que desocupar los departamentos”.
El edificio Ermita y sus nueve décadas de historia
La entrada al barrio de Tacubaya está custodiada por este imponente edificio que asemeja la forma de un barco trasatlántico.
Durante décadas, su fachada ha sido perchero de anuncios de refrescos, zapatos y seguros de vida. Noventa años de espacios multifuncionales ven cerca el fin de una era con las remodelaciones que tiene en la mira la Fundación Mier y Pesado.
La modernidad llegó al entonces Distrito Federal con esta construcción art deco que prometía revolucionar los predios de arrendamiento en territorio chilango.
La obra del edificio Ermita estuvo a cargo del arquitecto Juan Segura Gutiérrez, quien lo concibió como un programa mixto en el que convivirían departamentos de vivienda, comercios y hasta un cine, que posteriormente se transformaría en el Teatro Hipódromo Condesa.
La Fundación Mier y Pesado otorgó los recursos monetarios a Segura para echar en marcha este proyecto arquitectónico.
El propósito final de los fundadores era obtener dinero de las rentas para subsidiar obras de beneficencia. A finales del siglo XIX encomendaron asistencia pública a grupos vulnerables, como niños, ancianos y personas en situación de calle.
Historias y anécdotas
El edificio Ermita alberga decenas de historias que han marcado a Ciudad de México.
En uno de los departamentos, Ramón Mercader planeó, bajo las instrucciones de Stalin, el asesinato de Trotsky.
Además, fue refugio de exiliados españoles que huyeron de la dictadura franquista; poetas, pintores y otros artistas también se instalaron en sus habitaciones.
Las anécdotas no serían lo mismo sin los inquilinos cuya antigüedad ahora toma un matiz vulnerable, con el desalojo del edificio Ermita.
Tal es el caso de una de las vecinas de Marlene y Jesús, cuya situación socioeconómica no le permite acceder a una vivienda digna en la capital.
“Ella es de algún estado de la república. Vino con su esposo a la Ciudad de México, era obrero y entre sus prestaciones le daban acceso a rentas muy pequeñas. Desafortunadamente el señor enfermó y murió. A ella le dejaron una renta pequeña en uno de los depas chicos. Ahí vive con sus hijas”, relató.
“Antes de irme le pregunté si sabía que teníamos que desalojar, a lo que ella respondió ‘no me han dicho nada. Tuve que ir a la Fundación a preguntar. Ahí me dijeron que sí, que tenía que desalojar, pero no sé qué hacer’”.
En sus charlas cotidianas, Jesús Pedraza entabló una relación cercana con la señora, quien lleva 62 años en el edificio Ermita.
Su renta cuasi congelada de 2,000 pesos devela un panorama inmobiliario desolador: “ella me dijo que estaba mirando casas por Mixcoac y alrededores, pero que con lo que podían pagar no encontraban nada. Su pensión es de cuatro mil y pico de pesos”.
Respecto a la vulnerabilidad de inquilinos como la vecina de Jesús, Eneas Mares aseguró que la Fundación se mantiene como una institución sensible a las necesidades de la sociedad.
“Hemos buscado llegar a acuerdos con cada uno de los inquilinos, negociando en función de los términos de cada contrato, la mejor solución para cada familia”. No ahondó en detalles.
Oasis inmobiliario antes del desalojo del edificio Ermita
En los últimos años el Triángulo de Tacubaya o Flatiron chilango comenzó a tener alta demanda de quienes buscaban un departamento en renta que no tuvieran que compartir y se acotara a un presupuesto no mayor a los 5,000 pesos.
De acuerdo con los planos ilustrados y los testimonios del documental Ermitaños, de Daniela Uribe, hay tres estilos de departamentos:
-12 tipo A: superficies con dos habitaciones, estancia, recibidor, baño, cocina, cuarto de servicio y terraza. Están ubicados en la punta o escuadra del edificio.
-6 tipo B: espacios más modestos, con una sala, recibidor, cocina, baño y habitación.
-60 tipo C: espacios unipersonales con una sala/habitación, cocina, baño y recibidor.
Estos 78 departamentos conforman el área habitacional cuyo centro, a partir del cuarto piso, está partido por una iluminada estancia con un tragaluz de vidrio que hace varias décadas era ocupado por un bello vitral de colores, de acuerdo con los testimonios de una entrevista de Cristina Pacheco.
El elevador aún conserva intactas las piezas originales desde su inauguración, en 1931.
Con la esperanza de obtener un lugar en este Flatiron chilango, cientos de postulantes se anotaban en la lista de espera de la Fundación Mier y Pesado, cuyo lapso de resolución podía extenderse por meses o hasta años.
Junto con su esposa Coco, Jesús Pedraza esperó el llamado durante varios meses, hasta que finalmente les dieron el sí para uno de los departamentos grandes, ubicados en la cuña del edificio.
De acuerdo con su testimonio y el de Marlene, el edificio Ermita cumplía con el sueño inmobiliario de Ciudad de México: bien ubicado, apenas a unos pasos de la Condesa y con espacios cuyo costo medio iba desde los $5,000 (departamentos tipo C) hasta los $10,000 (los tipo A) mensuales.
Además, algunos inquilinos subarrendaban los departamentos en Airbnb para obtener ingresos extra.
Y entonces llegó la pandemia
La contingencia sanitaria causada por covid-19 pausó el desalojo del edificio Ermita. “En noviembre de 2019 me avisaron que en mayo era mi deadline; sin embargo, empecé a buscar mucho antes, solo que en marzo comenzó la cuarentena, así que quise relajarme un poco”, relató Marlene.
En los primeros días de la contingencia sanitaria, la Fundación envió un correo en el que comunicaba la extensión del plazo de salida un par de meses más. “Eso sí, a cada uno nos dieron fechas distintas con este nuevo comunicado. Mi plazo máximo fue a finales de julio, pero a una vecina le dieron hasta agosto. No sé si llegó a una negociación”.
Meses antes de mudarse, Jesús y Coco dejaron de pagar la renta. “Un poco por protesta y también por rabia. La sensación de que nos iban a echar era terrible, porque veíamos que salía uno y otro y otro vecino. Yo le dije a Coco ‘cuanto antes, mejor’, así que conseguí unos camiones de catering para la mudanza, pero el día de nuestra partida no nos dejaban sacar nuestras cosas. Al final pudimos hacerlo”, narró.
Pero no fue el único que se puso en huelga de renta por el desalojo del edificio Ermita. Según contó, varios vecinos también dejaron de pagar. El gesto de disidencia no obtuvo respuesta, “no sé si prefirieron no hacer ruido, 10,000 o 20,000 pesos para ellos no es representativo. En cuanto a los locatarios, supe que les dejarían más tiempo, pero igual tendrían que desalojar los locales”.
En el correo electrónico enviado a Chilango, Eneas Mares afirmó que hay un grupo reducido de inquilinos que se han negado a negociar con la Fundación y que algunos de ellos adeudan rentas desde mucho antes de que existiera una emergencia sanitaria.
Por otro lado, recalcó que aún no hay una fecha definitiva para la desocupación total del edificio. El proceso, añadió, estaba planteado para concluir en mayo pasado, pero fue aplazado por la contingencia.
Marlene contó que las remodelaciones en el barrio de Tacubaya ponen nerviosos a algunos locatarios de los alrededores. “Si bien el mejoramiento de las instalaciones públicas y seguridad benefician a los habitantes, también implican un posible desplazamiento para aquellos que no tengan los recursos económicos para mantenerse en la zona”.
Originaria de Querétaro, llegó a CDMX hace siete años y se enamoró de la ciudad, pero ahora, con el desalojo del edificio Ermita, piensa regresar para ahorrarse la renta y terminar de pagar su casa.
Jesús y Coco ahora viven en la Roma. “Durante ocho años vivimos en el edificio Ermita y de pagar 10,000 pesos por una casa tan bien ubicada, volver a la realidad de cómo están los pisos y las casas pues es tremendo. Aún así hemos encontrado casa en plena pandemia”, finalizó.
Ante la pregunta de qué futuro tendrá el edificio Ermita una vez que finalicen las obras de remodelación, Eneas Mares apuntó que la fundación tiene presente la historia del edificio y que los trabajos de mantenimiento tomarán en cuenta la filosofía original de cada espacio.
Destacó que se mantendrán los usos de suelo residencial y comercial, y que los montos de renta estarán alineados al mercado de la zona.
La transformación inmobiliaria mantendrá alertas a los ex inquilinos y vecinos del Ermita, con el fin de vigilar que esa joya arquitectónica de los años treinta conserve tanto su espíritu altruista como su esplendor art deco.
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