Kanela Hart / Foto: Cortesía

29 de junio 2019
Por: Andrés Rangel Garrido

Entre glitter, plumas y tacones, los drag confrontan la discriminación

La comunidad drag en la CDMX busca que se les reconozca y garantice su derecho a vestirse como quieran, independientemente de su género e identidad sexual.

La comunidad drag en la CDMX busca que se les reconozca como seres humanos y se les garantice su derecho a vestirse como quieran, independientemente de su género e identidad sexual

Ser drag en la Ciudad de México es sinónimo de acoso y discriminación. Salir a la calle caracterizados como el sexo opuesto provoca reacciones de odio y morbo entre la gente. “Es común escuchar chiflidos, piropos, gritos, y más intenso: que busquen que les de ‘un servicio’ o ver como se frotan viéndome”, confesó Alan Cano, conocido entre la comunidad drag como Lavander.

En México la apariencia física es la principal causa de discriminación, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017 (ENADIS) del INEGI, donde 53.8% de la población mayor de 18 años indicó que ha percibido al menos una vez algún gesto de rechazo por su tono de piel, peso, estatura, vestimenta y arreglo personal.

Los drag o transformistas son un claro ejemplo de esto, pues son aquellas personas –no necesariamente homosexuales– que se visten y maquillan como el género opuesto para burlarse de los roles y los estereotipos impuestos. A diferencia de los travestis, los drag crean un personaje artístico con el que se sienten identificados, y el cual van desarrollando el resto de su vida.

“Tengo muchas inseguridades, pero es algo que el drag me ha ayudado a mejorar, pues cuando estoy en personaje, mi personalidad cambia totalmente. Se complementan el uno al otro”, comentó Lavander, quien se transformó por primera vez a los 18 años para una obra de teatro, pero se tardó dos más en caracterizarse oficialmente como drag.

Lavander_Alan / Foto: Cortesía

Vida paralela

“Cuando yo estoy travestido siento esa violencia, siento ese ataque hacia mi imagen. Pero cuando me quito esa ropa y regreso a esta vestimenta de hombre, entrecomillas, regreso a esa posición donde recibo ese estatus de macho, con las ventajas que no tiene una mujer”, confiesa Michel León, un joven de 29 años, quien estudia Comunicación Cultural en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, y quien también personifica a Mikonika Q.

Cuando no están caracterizados, pasan desapercibidos en la escuela, en el trabajo, en la calle, e inclusive, hasta en su casa. Muy pocos saben que tienen una vida paralela.

“Mi vida cuando no estoy caracterizado es muy común. En el trabajo, en mi carrera, soy alguien extrovertido pero no tanto como cuando soy Violeta. Me llamo Johan García. Tengo 21 años. Estudio pedagogía y a la vez soy auxiliar de Recursos Humanos. Empecé a hacer drag porque es una forma de jugar con el género y porque la vida artística con las luces y el glitter siempre fue algo que me llamó la atención”, explica Johan, quien desde hace un año personifica a Violeta Silvestri.

Asimismo, Alan Cano confesó a Chilango que lleva una vida oculta, pues en su familia saben de su interés por el drag, pero no conocen a Lavander: “Siempre me maquillo de camino y me desmaquillo antes de llegar a casa, y ahí ando con todas mis cosas, a menos que pueda hacerlo en casa de algún amigo”.

Denuncias de la comunidad drag en la CDMX

En 2018, la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) registró tan solo en la Ciudad de México 124 “quejas por actos atribuidos a personas particulares (físicas y morales)”, de acuerdo con el informe “Quejas por entidad federativa 2018”. Sin embargo, este documento no especifica los tipos de discriminación que fueron denunciados.

Ninguno de los drag –entrevistados por Chilango para este reportaje– han denunciado la discriminación y el acoso que han sufrido por su apariencia física, debido al miedo que tienen de ser revictimizados por las autoridades.

“Al tener una estética tan femenina y ser un hombre, la gente piensa que eres prostituta o que pueden tocarte por estar bajo un reflector. Te sientes vulnerable, toda esta seguridad que se gana montándose en los tacones se desmorona”, comentó Johan.

En abril de 2017, a Mikonika Q se le negó el acceso al Museo de Memoria y Tolerancia, asegura, debido a su vestimenta. Así que decidió hacerlo público en sus redes sociales, donde tuvo mucho apoyo. Días después realizó un performance afuera del museo donde permaneció acostada en el suelo simulando estar muerta. Lo nombró “Dragcidio” por la incongruencia de los valores de dicho recinto cultural, como si asesinaran su identidad.

Mikonika Q / Foto: Cortesía

“Recibí ataques y mensajes horribles que tachaban mi imagen femenina, que cómo podía ser joto, que cómo me podía atrever a hacer eso, que no tenía vergüenza, que tenían que madrearme, desaparecerme, que era una aberración”, recuerda Mikonika Q, a más de dos años de aquel suceso, el cual concluyó en una exposición del museo para pronunciarse en favor de la diversidad sexual.

No obstante, Michel León nunca recibió una disculpa pública, pues el recinto argumentó que él no había pagado su boleto ni pedido permiso para sacarse fotografías.

De igual manera, a Violeta Silvestri en una ocasión un grupo de “heterosexuales” –como ella los identificó– la empujaron y le quitaron la peluca. Pero prefirió no denunciar, más que en el mismo bar donde la agredieron.

A Kanela Hart, quien en su vida común es conocido como Enrique Ramírez, también le arrancaron la peluca en la calle y se burlaron de ella por cómo iba vestida. Un policía observó la agresión en todo momento y no intervino. En otra ocasión, un hombre le tocó las piernas en el Metrobús y gracias a que otras mujeres se dieron cuenta pudieron sacar al sujeto. No denunció estas agresiones.

Seguras de sí mismas

“Cuando salgo drageado en todo momento tengo miedo en mi cabeza. Pero también creo que ponerte en una actitud segura y de valor te ayuda a contrarrestar este miedo”, comentó Mikonika Q, quien también se dedica a hacer shows en antros “más para entretener, pero no dejo de meter el lado político, un discurso, un tema, una crítica social. Cada quien hace su personaje como lo quiere hacer”, comenta.

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A Johan, Violeta le da más confianza en sí mismo. “Me hace sentir, no como alguien totalmente nuevo, pero sí como alguien aún más extrovertido, más chistoso y más bonito”, sonríe. “Ser Drag significa libertad, significa expresarte de una manera nueva usando como recurso tu sentir y expresándolo en ti mismo”.

Violeta Silvestri_Johan / Foto: Cortesía

Para Alan Cano, quien actualmente es estudiante de Negocios de Comunicación y Entretenimiento, ser drag significa ser valiente, “pues se necesita de mucho valor para hacer algo que va en contra de lo ‘socialmente aceptado’. Además de que se necesita mucho coraje para ir a la tienda de maquillaje, ir a comprar tacones, pelucas y demás”.

Enrique Ramírez tiene 23 años y es maquillista. Desde hace dos años comenzó a ser parte de la comunidad drag en la CDMX por la necesidad de expresarse creativamente y como método de terapia ocupacional. “Kanela Hart es un personaje alegre, divertido y trato de ser más comprensivo y empático. Cuando estoy en Kanela me empodero y soy más coqueta y más descarada”, detalló.

Reconocimiento de los drags

En 2014, la capital fue catalogada como la ciudad más tolerante del país, según el estudio La (in)Tolerancia Social en México, realizado por el Gabinete de Comunicación Estratégica. Pese a esto, no ha habido un gran avance en el respeto a los derechos humanos de la comunidad LGBTTTIQA (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Transgénero, Travestis, Intersexuales, Queer y Asexuales), y menos para los drag, quienes además de soportar discriminación por su identidad sexual, también soportan discriminación por su apariencia física.

De 2010 a 2017, la CNDH documentó 151 expedientes de queja por hechos motivados por prejuicios homofóbicos, lesbofóbicos, bifóbicos y transfóbicos. Pero ninguno de estos casos se correlaciona con los prejuicios por vestimenta y aspecto personal. No hay cifras oficiales que registren la discriminación hacia los drags.

Por otra parte, la Conapred categoriza a los drags solo como una “manifestación”, de acuerdo con la definición “paraguas” de trans o transgeneridad, pues en ella se incluyen otras características sexuales, de acuerdo con su Glosario de Diversidad Sexual, de Género y características sexuales, publicado en el 2016 y basado en el estudio Orientación sexual, identidad de género y expresión de género: algunos términos y estándares relevantes, realizado por la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH).

Ante esta falta de reconocimiento legal y social, el pasado 28 de mayo, integrantes del grupo Familias Fuertes Unidas de Nuevo León presentaron una denuncia contra Drag Queen Story Hour por leer cuentos de diversidad sexual a niños en el Tecnológico de Monterrey, bajo el argumento de “corrupción de menores”.

Incluso Carlos Leal, diputado local, declaró que no permitiría esas acciones en Monterrey porque su finalidad es “dañar la mente de los niños con la ideología de género”. En marzo este diputado fue destituido de Morena por comentarios homofóbicos realizados en diciembre a través de su cuenta de Twitter. Sin embargo, se incorporó este 25 de junio al Partido Encuentro Social, gracias a la petición del grupo Familias Fuertes Unidas.

Lo único que piden los drags es respeto, que se les reconozca como seres humanos y se les garantice su derecho de libre expresión y su derecho a vestirse como quieran, independientemente de su sexo, género e identidad sexual.

Tan solo entre 2013 y 2017 fueron asesinadas 381 personas de la comunidad LGBT en el país. Los travestis, transgénero, transexuales y drags fueron el grupo más afectado con 209 muertes, según el informe Violencia, impunidad y prejuicios. Asesinatos de personas LGBTTT en México, realizado por la organización ‘Letra S’.

POR ANDRÉS RANGEL