Tenemos buenas y malas noticias. La buena es que por fin se terminó 2020. La mala es que el próximo se le parece bastante y habrá que planear cómo sobrevivir al 2021.
La diferencia, fundamental y decisiva, es que el nuevo año invita a un posible reencuentro con la vida que llevábamos antes de la pandemia, esa añorada época en que nadie entraba en pánico si alguien tosía.
Si el desafío de 2020 fue el confinamiento, el de 2021 podría ser el de volver a salir. Lo temible del caso es que, al menos por ahora, cuesta saber si eso es una buena o mala noticia. ¿Recuperaremos el placer de salir a la calle como si nada hubiera pasado? ¿Volveremos a la oficina o nos mantendremos fieles al home office? ¿Nos sentiremos seguros en el transporte público cuando no sea obligatorio el uso de tapabocas?
Y si ya nos acostumbramos a algo tan insólito como el encierro general y forzado, ¿a cuántas otras cosas igual de extrañas y poco sanas nos habremos acostumbrado sin siquiera darnos cuenta? ¿Cómo sobrevivir al 2021?
Lo único cierto por estos días es que algo no está bien si el mayor propósito de Año Nuevo consiste en sobrevivir. Nada de aprender un idioma, inscribirse a un gimnasio o ahorrar dinero para un gran viaje: simplemente seguir con vida.
Hoy parece que el principal deseo de crecimiento personal es la supervivencia, justo aquello que suele darse por sentado y que, en teoría, es tan natural como dormir, comer o, según la lógica de estos tiempos, usar el tapabocas. ¿Y cuál es la fórmula para sobrevivir? No salir, no ver a nadie, reducir al mínimo cualquier forma de contacto físico: todo aquello que este 2021 promete empezar a cambiar. O no tanto.
“La verdad, yo no creo que nada vuelva a ser como antes”, dice Myrna Martínez, community manager de 43 años que en los últimos nueve meses sólo salió a la calle para ir a lavar su ropa a casa de su hermana, y eso porque su hermana la pasaba a buscar en coche para ir de la Narvarte a la Escandón.
“Mi único objetivo, mi propósito, es no contagiarme. Estos meses fueron rudos, y más para alguien que vive sola, como yo. Aunque no quieras, de a poco pierdes la confianza en los demás y por ahora no sé cómo sobrevivir al 2021”.
¿Por qué?, le pregunto. “Porque ves que muchos no toman las medidas necesarias y sabes que por esa falta de precaución te pueden contagiar. Por ejemplo, la primera vez que hice el súper en línea, los trabajadores que llegaron para entregar el pedido no traían el tapabocas puesto. Me pusieron tan nerviosa que no los dejé entrar. Como vivo en un primer piso, les pasé una cubeta con un mecate por el balcón para poder subir la compra.
Me doy cuenta de que fue algo extremo, pero mal que bien te entra la ansiedad porque sabes que el único lugar en el que estás segura es tu casa. Y ahí es cuando dices: sí, estoy segura, pero ¿a qué precio?”
El precio que paga Myrna, como tantos más, es el de adaptarse a la sensación de vivir con miedo. “Durante un tiempo hice comidas virtuales con mis amigos y me sumé a varias fiestas por Zoom —comenta—. Antes era de ir a todos los conciertos, algo que extraño mucho, pero lamentablemente no me imagino volver a hacerlo. Pienso en aquellos conciertos en el Foro Sol… y no, no creo que me vuelva a animar.
Sé que a lo mejor me estoy malviajando mucho, pero también me doy cuenta de que en el corto y mediano plazo todo esto va a seguir así. Ya no hago locuras como al principio, cuando hasta me dio dermatitis en las manos de tanto lavarme, pero lo que sí me quedó es la falta de confianza. No sé cómo voy a hacer para volver a confiar en los demás”.
Al otro lado del teléfono, Myrna se ríe de sí misma y evoca dos salidas casi olvidadas. “En agosto fui a un dentista que una amiga me recomendó mucho porque tiene todo muy seguro y sanitizado. Era lejos, pero fui y volví a pie porque no quería tomar Uber ni taxi ni nada de eso. A mitad de camino tuve que pasar por un tianguis ¡y casi me muero de los nervios! Otra salida que hice fue con unos amigos a una casa en Querétaro. Todos habíamos estado igual de enclaustrados, así que vernos y convivir resultó un alivio increíble. Eso sí me animó. Lo sentí como un voto de confianza”.
Cómo sobrevivir al 2021: cuidado con la infodemia
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de información falsa o no verificada tiene un efecto especialmente nocivo en la salud mental de las personas confinadas.
Este fenómeno, llamado “infodemia”, ha sido definido por la OMS como “la sobreabundancia de información falsa y maliciosa sobre la pandemia que se dispersa en redes sociales y plataformas digitales como Facebook, WhatsApp, YouTube y Google”, y pone en duda la posibilidad de la convivencia al acentuar los contenidos alarmistas.
Ante la duda de cómo sobrevivir al 2021, en el que la posibilidad de retomar la vida anterior a la irrupción del COVID-19 es real, mantenerse alejados de la infodemia es tan crucial como evitar el encuentro con el virus.
Falta de confianza
Francisco Salazar, profesor de música de 32 años, no hace el súper en línea como Myrna, pero a su manera también padece el síndrome de falta de confianza.
“Yo vivía por Copilco y mi novia en Iztacalco —cuenta—. Al principio de la pandemia seguíamos cada uno en su casa, pero al poco tiempo me pidió que me mudara a la suya porque le daba miedo estar sola y que yo anduviera mucho por la calle. Hasta ese momento yo sentía que si me cuidaba podía salir sin miedo, pero ahora prefiero quedarme encerrado con ella para evitarme la posibilidad de contagiarla. A mi casa de Copilco he regresado un par de veces en estos meses, nada más. Y cada vez que entro me siento muy extraño. La veo como si fuera un barco en medio de un naufragio”.
La novia de Francisco no salía para nada, pero poco a poco empezó a acompañarlo al súper. “Un día me dijo: ‘¡Cómo me gustaría caminar por un parque!’ Entonces me di cuenta de que no se puede vivir así. ¿Cómo no va a poder ir a un parque? Esa misma tarde la llevé a caminar; se quejaba de la gente que no usaba tapabocas cerca de ella, pero se fue tranquilizando.
“Ahora va conmigo a la compra y salimos a dar la vuelta por la cuadra. Su mamá es enfermera y le dice que puede salir, sólo hay que cuidarse y ya. Uno no puede vivir todo el tiempo atrincherado en la casa. Es como en mi trabajo: ahora doy clases en línea, pero algún día habrá que volver a tocar juntos, en persona. Mi novia no quiere ni pensar en eso. En la calle se pone muy nerviosa. Yo le digo que se relaje, pero no puede. Tenemos que buscar una alternativa sobre cómo sobrevivir al 2021”.
En la astrología: búfalo de metal vs rata
Si 2020 fue el año de la desconfianza absoluta, el siguiente deberá ser el de optar entre seguir encerrados o empezar a salir, desafío que implica volver a confiar y descubrir cómo sobrevivir al 2021. Hasta la astrología lo menciona.
“Según el horóscopo chino, desde el 12 de febrero nos encontraremos en el año del búfalo de metal, que viene a poner orden al caos de esta rata infectada que fue 2020 —asegura la astróloga, estudiosa del I Ching y poeta argentina Ludovica Squirru—. Será un tiempo de volver a la naturaleza, a la familia y a las pequeñas cosas de la vida, en el que reconoceremos el valor de la austeridad. El búfalo ayuda a tomar decisiones. Eso sí: para decidir bien en 2021 tendremos que dejar en orden 2020. Si no, puede ser un año todavía más caótico y hasta violento”.
Quizá las manifestaciones populares en distintos lugares del mundo que exigen el fin del confinamiento sean síntomas de ese malestar latente y a punto de explotar. Una de las grandes tareas globales sobre cómo sobrevivir al 2021 será atender ese conflicto imprevisible y en aumento, del que aún ignoramos si se sale haciéndole caso a la clase política o encomendándose al búfalo metálico.
En todo caso, la recomendación de austeridad que llega a través de los astros no parece mal consejo, especialmente si se repasan proyecciones económicas como las esbozadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2021: un 5.8 por ciento de desocupación abierta en la población económicamente activa de México, la tasa más alta desde 1995, 2 por ciento mayor a la augurada en enero de 2020.
Según el FMI, los salarios podrían empezar a recuperarse a finales de año, pero ese escenario depende de la distribución efectiva de la vacuna contra la COVID-19 y de la recuperación paulatina de los mercados internacionales.
Todos los ojos en la economía
Si bien se recordará a 2020 como un año catastrófico para la economía en México, también es verdad que los últimos meses han dado señales de que vuelve a ponerse de pie. Por ejemplo, para septiembre pasado, cifras oficiales destacaron que ya se habían recuperado 6.5 millones de empleos de los casi 12 millones perdidos desde abril de 2020.
El proceso es lento: en julio de 2019 la población activa era de 60.5 por ciento; en julio de 2020 esa población había caído cinco puntos pero crecía a buen ritmo. En ese sentido, 2021 será el año del crecimiento y la recuperación, o el del estancamiento en la caída.
El Banco de México, sin embargo, no invita al optimismo: según sus previsiones, la caída del PIB podría rozar el 12.8 por ciento, la peor desde la recesión de 1930, ante ese escenario también habrá que cuestionar cómo sobrevivir al 2021.
¿En línea o presencial?
Con la llegada de la pandemia, la vida digital se hizo más importante que nunca. Juntas virtuales, hiperactividad en WhatsApp, videollamadas y chats dispersos en distintas redes sociales ganaron un espacio imprevisto en el día a día de millones de personas forzadas a convertir el que hasta entonces era su espacio íntimo en una oficina donde nunca se sabe cuándo termina el horario de trabajo.
En este sentido, 2021 será el año en el que muchos decidiremos si mantener los hábitos en línea popularizados durante el 2020 (home office, compras por internet, reuniones por Zoom) o recuperar los anteriores a la pandemia, una duda donde entra la posibilidad de readaptar nuestra vida digital al nuevo escenario.
Salir del encierro afectivo y mental
Para saber cómo sobrevivir 2021 habrá que tener en cuenta las múltiples secuelas de 2020. Además de las económicas, otras, más profundas, se ubican en el mapa de lo afectivo y de la salud mental.
“Las principales consecuencias psicológicas de la pandemia son la angustia y la depresión —explica la psicóloga y académica de la UNAM Angélica Juárez Loya—. La angustia se manifiesta de distintas maneras. Entre los más informados se traduce en ansiedad general y conductas compulsivas, como limpiar mucho y lavarse las manos en exceso, y entre los menos informados hay una actitud de ‘El que nada sabe, nada teme’, es decir, apostar por el descuido o ignorar deliberadamente el peligro, como si el virus no existiera. Ambas son manifestaciones complementarias, producto de la cultura del miedo”.
¿La pandemia creó trastornos psicológicos específicos o agudizó los que ya estaban?, le pregunto a Juárez Loya. “Las dos cosas —responde—. En lo emocional da la impresión de que agudizó los cuadros depresivos que ya estaban presentes o latentes, sobre todo en situaciones de encierro en contextos no favorables.
Esto se expresa en el aumento del riesgo de suicidios, muy especialmente en la población más joven. En el extremo de la angustia sí aparece algo nuevo, que es un grupo muy numeroso de personas temerosas del momento en que tengamos que volver a vivir como antes.
Ese miedo es —continúa la psicóloga— un conjunto de síntomas paranoides que se vuelcan en el temor a interactuar con los otros y justifican que no se quiera volver a convivir. La persona se angustia y agudiza todo lo que ya desde antes veía como negativo en la vida cotidiana. A eso se le suma una desconfianza tremenda con rasgos de discriminación muy parecidos al racismo, en este caso orientados hacia la persona que no usa o usa mal el tapabocas”.
Para Angélica Juárez el mayor peligro de este miedo es que “termina por afectar a los más desfavorecidos, como los niños, los adultos mayores o las mujeres. A los niños, a consecuencia de la angustia de los padres, se los maltrata; a los adultos mayores, como son población de riesgo, se los aísla, y las mujeres terminan por cargar con la vida doméstica, la crianza y el trabajo en un contexto de urgencias, estrés y relaciones familiares cada vez más intolerantes y violentas”.
El encierro, por lo que sugiere esta psicóloga, no es sólo físico, también es afectivo y mental. La gran pregunta, será cómo se sale de ahí, cómo sobrevivir al 2021.
“La fórmula por excelencia para combatir el miedo es la exposición gradual —advierte—. En este caso, salir poco a poco. Y, si es posible, tener a alguien que ayude a modificar cómo se interpreta esa salida, para valorar más lo positivo y neutralizar lo negativo. En eso va a ser muy importante el apoyo de las instituciones, como las campañas de comunicación masiva, el respeto a las normas y el cuidado del entorno.
Recuperar nuestra vida de antes va a ser más fácil en un ecosistema protegido que en otro donde la convivencia y la seguridad queden en manos de los individuos. En definitiva, todos vamos a tener que aprender a vivir sin miedo”.
Enero llegará con buenas y malas noticias. La mala es que 2021 se parece demasiado a 2020. La buena es que, si queremos, podría ser distinto.
Si requieres apoyo psicológico, aquí te damos algunas alternativas.